LUCAS PÉREZ
@lucasperezest
Colmenar
Viejo
Diario EL
MUNDO de Madrid
La monstruo mixta explotó en su segunda parte.
Cuando Colmenar se felicitaba aún por el triunfo de Miguel de Pablo en el
quinto llegó Jesus Enrique Colombo con su lidia total para convertir La
Corredera en un auténtico manicomio. Todas sus virtudes mostró el bravo
venezolano: variedad con el capote, contundencia con los palos y oficio no
exento de clase con la muleta. Y lo más importante, inteligencia y recursos
frente al novillo, que se le queda ya corto. La espada se llevó el premio en su
primero pero en el séptimo no dejó escapar el triunfo.
Un auténtico alboroto formó la promesa más sólida
de los novilleros, al que obligaron a poner cuatro pares. Y con la franela
cuajó de principio a fin al extraordinario novillo de Aurelio Hernando. Los
naturales abandonados y dos poncinas eternas precedieron a un colosal espadazo
como remate de una maciza obra. Y a sus manos fueron los máximos trofeos
pedidos por aclamación. Un zambombazo muy serio a las puertas de Madrid y de su
alternativa.
El otro triunfador fue Miguel de Pablo. Lo de ayer
para él era un volver a empezar tras tres años casi inédito. Y el compromiso
ante sus paisanos lo planteó como un todo o nada.
No comenzó bien la cosa. El brusco y peligroso
primero le puso a prueba. Expuso con sinceridad De Pablo en una labor
ovacionada. El triunfo llegó en el quinto. Un tío cercano a los 600 kilos.
Asombroso el aplomo del matador serrano, que corrió la mano con mando, asentó
las zapatillas y toreo por momentos con gusto. Rajado el toro, embistió el
torero. Hubo verdad siempre. Y tras los desplantes finales sorprendió De Pablo
con una tanda al natural a pies juntos que terminó por poner a todos de
acuerdo. Para él fueron dos orejas que recargan su moral y le sacan del olvido.
Que le hacen renacer. Deberían llegar más oportunidades.
El toreo de quilates que conquistó Madrid en
primavera brotó de nuevo de las muñecas de Ángel Sánchez en Colmenar. Enclasado
fue su primero y ello permitió momentos de calidad tras el bello inicio. Una
tanda en redondo en el epílogo, ligada y con profundidad, fue lo mejor de una
faena malograda con el descabello. Volvieron los detalles frente al sexto. Más
desmayado si cabe. Un cambio de mano para el recuerdo. El verduguillo volvió a
ser su peor enemigo.
El local José Aguilera se encontró en primer lugar
un novillo aplomado que no colaboró. Sólo pudo mostrar su buen concepto. Su
mala suerte se confirmó en el octavo, flojo, deslucido, con el que nada pudo
hacer.
AURELIO HERNANDO | Miguel de Pablo,
Ángel Sánchez, Colombo y José Aguilera
Seis novillos y dos toros (1º y 4º) de Aurelio Hernando, bien presentados y de
juego variado; complicado el 1º; bueno el 2º, ovacionado; a menos el noble 3º;
aplomado el 4º bis; rajado el 5º; a menos el bondadoso 6º; extraordinario el
7º, premiado con la vuelta al ruedo; deslucido el 8º.
Miguel
de Pablo, de rosa y oro. Estocada
al encuentro que escupe, pinchazo hondo, estocada corta y descabello. Aviso
(ovación). En el quinto, casi entera en lo alto. Aviso (dos orejas). Salió a
hombros con Colombo.
Ángel
Sánchez, de lila y oro. Estocada
atravesada y cuatro descabellos. Aviso (ovación). En el sexto, estocada y tres
descabellos (ovación).
Jesús
Enrique Colombo, de nazareno y
oro. Dos pinchazos y estocada (ovación). En el séptimo, estocada (dos orejas y
rabo).
José
Aguilera, de burdeos y oro.
Estocada que hace guardia y cuatro descabellos (silencio). En el octavo, media
atravesada y descabello (palmas de despedida).
Plaza de toros de La Corredera. Domingo, 27
de agosto de 2017. Segunda de abono. Un tercio de entrada.
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