Las vacantes obligadas en tres de
las ocho Corridas Generales del abono han dado en parte al traste con los
carteles de una semana taurina montada con calculado rigor y mucha más
exigencia que hace un año. *** A las bajas de Iván Fandiño y Manzanares ha
venido a sumarse inesperadamente la de Morante. *** Una difícil papeleta.
BARQUERITO
Primero fue la fatalidad: la muerte de Iván Fandiño en Aire
sur l’Adour, su trágico destino final. Hace dos meses y con los carteles de las
Corridas Generales cerrados. Iván había entrado en un cartel propicio: la
corrida de Alcurrucén, que en Bilbao han toreado todos los toreros mandones, y
la compañía de dos toreros ambiciosos: Joselito Adame, para quien nunca ha sido
sencillo abrirse paso en la temporada española, y Juan del Álamo, que toreó
aquella fatídica corrida de Aire sur l’Adour. Joselito acaba de cuajar a modo
en San Sebastián un excelente toro de El Parralejo. Del Álamo está cumpliendo
su temporada más redonda de matador de alternativa.
Después, a principios de agosto, la caída de Manzanares no
en combate pero sí al cabo de muchas batallas: la detección de una grave lesión
cervical que ha precisado de muy delicada cirugía y parece anuncio muy probable
de corte de temporada.
Y luego, solo el pasado domingo, la despedida no se sabe si
en frío o en caliente de Morante de la Puebla al concluir en El Puerto de Santa
María una corrida mano a mano con El Juli que se le torció de partida y sin
remedio. El adiós de Morante, tal vez un viaje de ida y vuelta, con unas
cuantas corridas firmadas por delante convertidas en papel mojado. Entre ellas,
la de Jandilla en Bilbao. La más importante de todas las pendientes.
Morante no se pretendió nunca campeón de las cifras ni líder
del escalafón. En esta su última etapa, la tercera o la cuarta de su larga
trayectoria, marcada en el inicio por un quite inolvidable a un toro de
Victorino en Sevilla –abril de 2008, corrida mano a mano con El Cid-, Morante
ha preferido prodigarse solo lo justo; imponer en la sombra compañeros de
cartel según su capricho y conveniencia, y, si no imponerlos, desdeñar ofertas
que no le apetecieran o estimularan; elegir ganaderías por el nombre más que
por el fondo y en ocasiones parecía que sin siquiera verlas o hacerlas ver de
antemano; y apostar por la sensibilidad y los públicos del sur: Sevilla, sin
apenas condiciones; Sanlúcar de Barrameda, Jerez de la Frontera, El Puerto,
Huelva, Granada, Almería, Ronda y Málaga cuando hubo hueco para él, Olivenza a
principios de año.
Cuatro tardes del abono de Sevilla firmó y cumplió solo la
pasada primavera Morante, autor, además, de dos maravillosas faenas, a un toro
de los hermanos Matilla y a otro de Cuvillo. Faenas de las que marcan
inevitablemente diferencias por su sello singular de toreo de palo mayor, como
el de algunos cantes inimitables. Ópera barroca. Ninguna de esas dos faenas
tuvo remate con la espada. Pero las dos fueron obras maestras.
En Madrid, que ha sido también su plaza, no tanto como
Sevilla pero de otra manera, últimamente solo a cuentagotas, escatimando gastos
y gestos y mirando la cosa muy de perfil o frunciendo el ceño. O sin demasiada
fortuna en los sorteos. Tres toros de Cuvillo de buena nota la tarde del 17 de
junio, en las Ventas, su única comparecencia en Madrid este año. Pues ninguno
de los tres vino a sus manos. En este quite o aquel otro dejó su huella y su
firma. Lo hace por norma. O lo hacía.
En el circuito de las ferias de segundo nivel Morante sí ha
solido sentirse a sus anchas porque, además de torero orfebre, ha sido torero
largo, con más capacidad para improvisar que ninguno. Y más repertorio también.
Con el toro de Bilbao o el de Pamplona el largo talento de orfebre y hasta su
rico repertorio clasicista no consentían
tantas florituras ni tantas intrigas como las del pasado abril en
Sevilla. Y eso a pesar de que una faena a un cuarto toro de sanfermines, de
Cuvillo, cuenta en la antología de la Feria del Toro. Y a pesar de que con otro
toro cinqueño de Cuvillo, de hechuras estratosféricas, también en Bilbao cuajó
una tarde de agosto de hace seis años otro trabajo de prodigio.
La despedida de Morante ha venido con mensaje y subtítulos:
no quiere saber nada ni de presidentes intervencionistas ni de veterinarios
hiperreglamentistas, y en ello va de paso su renuncia y denuncia del toro
mastodóntico. No solo el toro del Norte. Con el dedo apunta incluso al toro de
Sevilla, que ha venido subiendo palmos de año en año.
En este repentino adiós inesperado y sin marcha atrás no ha
contado siquiera que la corrida de destino en Bilbao fuera la de Jandilla, el
hierro más veces premiado en la última década. Tanto por corridas completas
como por toros sueltos. De todas las ganaderías del tronco original de Juan
Pedro Domecq y Díez la de Jandilla es ahora mismo la más regular. Solo el curso
pasado, jugada en la siempre desangelada fecha del domingo que cierra Aste
Nagusia, fue una de las dos de mejor nota de la semana. El jurado de la Junta
Administrativa de Vista Alegre premió la corrida de Puerto de San Lorenzo. El
margen de puntos con la de Jandilla sería mínimo.
El último jandilla de 2016, un Mercadito castaño albardado
de hechuras insuperables dentro de su tipo, fue para muchos el más completo de
la feria. Para elegir la ganadería más completa de la semana no hubo más
opciones que las de los dos finalistas. No contaron para nada ninguna de las
otras cinco en juego. Pero para elegir el toro de la semana la competición, en
cambio, fue muy reñida. Uno de Alcurrucén premiado con la vuelta al ruedo, y
cuatro más sobresalientes, de Torrestrella, Garcigrande, Fuente Ymbro y el
propio Puerto de San Lorenzo. Y el Mercadito.
De modo que con las caídas sobrevenidas de Manzanares y
Morante de los dos carteles de tal vez mayor fuste, y con la sustitución
obligada del puesto reservado para Fandiño, la recomposición de nombres alcanza
a un tercio del abono y a casi la mitad –tres de ocho- de las corridas en
puntas. La sustitución de Manzanares se solucionó en seguida: Cayetano, que
hará su debut en las Corridas Generales como matador de alternativa.
Para el puesto de Fandiño se llamó a Curro Díaz, que ya en
2016 entró en el abono como sustituto de Manuel Escribano, en la corrida de
Victorino, tan bondadosa y adormecida, y mano a mano con Paco Ureña. Curro se
ha sobrepuesto este año a dos percances de cierta importancia, pero se siente
en una suerte de edad de oro de su carrera, está toreando más que nunca y casi
tanto como el que más y, torero en racha tras largas horas de vuelo, lo ve
claro, muy claro. Solo seis días después de la corrida de Bilbao le espera en
su Linares natal una cita de particular valor sentimental: mano a mano con Enrique
Ponce – ¡los toreros de Jaén!- y toros de Samuel Flores, que ha entrado en la
categoría de los criadores proscritos hace tiempo.
De modo que la incógnita estriba en la sustitución tan
resbaladiza de Morante. El juego de reemplazos en la última edición de las
Corridas Generales resultó un fiasco en toda regla. En las tertulias y
mentideros primero, y en la plaza de toros también, la tarde de la corrida de
Victorino y en la del mano a mano recompuesto de López Simón y José Garrido,
las protestas de censura fueron manifiestas y sonoras. Ese recuerdo aconseja
medir con particular tiento la jugada. No es fácil sustituir a Morante. Tampoco
imposible. El Juli y Roca Rey tirarán de la taquilla pese a ser martes
laborable. Un mano a mano en Bilbao ahora mismo sería de ¡lagarto, lagarto! No
caben parches.
Las Corridas Generales pintan bien
DE VUELTA A LO SEGURO, el abono de Bilbao ha optado por la
repesca más fiable: dos tardes El Juli y dos tardes Ponce. Para rondar en la
sombra de Vista Alegre el lleno. Solo en la tarde del lunes, convertida en el
homenaje popular a Iván Fandiño, es de prever que la plaza se llene del todo.
Sería muy hermoso. No es que Iván no tuviera en Bilbao reconocimiento en vida.
Fue tratado con exquisita largueza por el público, incondicional, y por la
propia Junta Administrativa de Vista Alegre. La muerte le ha conferido aura de
héroe. Espíritu de héroe latía en él desde el día en que decidió hacer del
toreo su pasión y su oficio.
Hacer que El Juli y Ponce vuelvan a tirar del carro es una
prueba de su capacidad. El toro de Bilbao no admite imposturas ni componendas.
No hay quien se esconda. Doblan dos toreros más: Diego Urdiales, cuyos méritos
en Bilbao son montaña, y el joven peruano Roca Rey, nombre clave de los
carteles de 2016, cuando su volcánica irrupción en el escalafón, pero clave
frustrada por una cornada en Málaga en vísperas de su debut en Vista Alegre
como matador de alternativa.
En torno a los cuatro toreros de base se ha estructurado una
octava que en punto a toros aporta pocas novedades. Se ha caído el hierro de
Fuente Ymbro, ya en barbecho en 2015, y ha entrado una ganadería en momento
excelente como la de Victoriano del Río, rara de ver en Bilbao. Después de la
experiencia negativa de reducir a siete el número de las Corridas Generales, se
vuelve A la fórmula ocho. El puesto recuperado es para Miura, que lleva seis
años sin lidiar en Bilbao. Con la de Miura se junta el cartel de toreros
renovador de la semana: Fortes, el francés Juan Leal y el valenciano Román, Los
dos últimos debutantes en Bilbao, donde Fortes tomó la alternativa con un toro
de Jandilla una tarde de encapotado cielo. Ni un rayo de sol, bastante viento.
Agosto de 2011.
El torero del año –faenas de antología en Sevilla, Madrid y
Pamplona- está siendo en opinión de muchos Antonio Ferrera. Veinte años de
alternativa, y tras temporada y media en el dique seco por lesión, Ferrera es
de pronto el torero epítome de una suma de valor, destreza y pureza. En Bilbao
se ha encajado en un cartel de banderilleros que, gastado hace tiempo, no ha
llegado a tomar altura.
La corrida de Victorino
ha ido a manos de especialistas: Urdiales, Escribano, baja forzosa en
2016, y Paco Ureña, que se ha dejado el alma y parte de la piel con el toro de
sangre Albaserrada. El gran triunfador de 2016, José Garrido, viene a una sola
tarde, pero una de las mejores. Y Ginés Marín, torero revelación, a otra de las
buenas. El ambiente es infinitamente mejor que el del año pasado. Como los
carteles. Parece que no volverán los asfixiantes calores de entonces.
Fandiño su ultima tarde bilbaina |
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