jueves, 9 de julio de 2020

REPORTAJE - La plaza de toros de Pamplona rescata la memoria de la Monumental de Sevilla

La plaza de toros de la Casa de la Misericordia fue construida hace casi un siglo siguiendo los mismos planos que sirvieron para levantar la Monumental de Sevilla
ÁLVARO RODRÍGUEZ DEL MORAL
@ardelmoral

La plaza de toros de la Casa de la Misericordia de Pamplona fue construida hace casi un siglo siguiendo los mismos planos -a escala más reducida- que sirvieron para levantar la Monumental de Sevilla, un coso que sólo tuvo tres temporadas y no sobrevivió a su inspirador, José Gómez Ortega «Gallito».

En los terrenos de la sevillana Huerta del Rey, en la acera izquierda de la actual avenida de Eduardo Dato de Sevilla, eclipsada por los edificios contemporáneos que la rodean, se conserva aún una puerta del cerramiento exterior de aquel enorme recinto de hormigón armado promovido por el industrial Julio Lissen y que se construyó bajo los planos del arquitecto vasco Francisco Urcola.

Los trabajos, dirigidos por el sevillano José Espiau, se iniciaron en 1916 pero sufrieron un tremendo parón a raíz del derrumbe parcial del edificio que siguió a las preceptivas y polémicas pruebas de carga realizadas en la primavera de 1917, aunque la plaza superó nuevas pruebas en la primavera de 1918. El flamante edificio pudo inaugurarse finalmente el 6 de junio de 1918 con un cartel encabezado por el propio Gallito.

23.000 localidades

El coso contaba con 23.000 localidades superando en más de 10.000 a la plaza de la Real Maestranza, que ejerció una velada oposición al proyecto que se unió a una campaña periodística en contra del torero orquestada por el crítico Gregorio Corrochano.

La vida activa de la Monumental fue brevísima. Sólo se organizaron las temporadas de 1918, 1919 y 1920. En la de 1919, además, ejerció una auténtica competencia con la plaza de la Maestranza llegándose a celebrar ferias paralelas abanderadas por Gallito en el coso de la Monumental y por Belmonte en la Maestranza.

Joselito toreó su última corrida en la Monumental el 23 de abril de 1920 junto a su cuñado Ignacio Sánchez Mejías y su amigo y rival Juan Belmonte. En el palco real destacaba la presencia de la reina Victoria Eugenia. Tres semanas después estaba anunciado en Talavera de la Reina.

Muerto Gallito, la breve historia de la Monumental quedó sentenciada: el último festejo se celebró el 30 de septiembre de 1920 y no volvió a abrir sus puertas. El coso fue clausurado por unos supuestos problemas de seguridad estructural, reeditando el argumento que había retrasado su estreno sólo dos años antes. Tras diez años de abandono fue derribada finalmente en 1930.

Los mismos planos

Mientras tanto, en Pamplona ya se había decidido sustituir la antigua plaza de toros decimonónica por un coso más capaz y moderno ubicado en el segundo ensanche de la capital navarra. Aquel mismo año de 1921, mientras la Monumental sevillana iniciaba la cuenta atrás para su derribo, Urcola recibió el encargo de levantar el nuevo coso pamplonica y para ello iba a emplear los mismos planos que en Sevilla.

La nueva plaza de Pamplona -la misma que ha llegado hasta nuestros días con algunas modificaciones y ampliaciones puntuales- estuvo lista en poco más de un año; el 7 de julio de 1922, festividad de San Fermín, fue inaugurada por los espadas Saleri II, Juan Luis de la Rosa y Marcial Lalanda, que despacharon un encierro de Vicente Martínez.

El aspecto exterior de la plaza revelaba su enorme parecido con la Monumental de Sevilla, haciendo suyas las mismas claves arquitectónicas -en la estela del Regionalismo- que acompañaron la construcción del recinto sevillano, además del empleo pionero del hormigón armado. No dejaba de ser una copia en escala, ya que su aforo era notablemente más reducido que el del coso de San Bernardo.

La diferencia más notable era palpable en sus localidades superiores, ya que el inmenso graderío descubierto de la Monumental sevillana había sido sustituido por unas andanadas cubiertas situadas sobre las localidades de palco. Si la Monumental de Sevilla podía albergar más de 23.000 espectadores, su «hermana chica» de Navarra rozaba las 13.000 localidades en su estreno.

Hubo que esperar hasta 1967 para que el aforo de la «copia» se aproximara al de la original. El encargado fue el arquitecto Rafael Moneo que, de alguna forma, retomó las tesis de Joselito para levantar un inmenso graderío que elevó el aforo hasta rozar las 20.000 localidades.

El Coso de la Misericordia de Pamplona, copia de la efímera Monumental de Sevilla, ha cumplido este 7 de julio su 98 cumpleaños sin poder abrir sus puertas, por culpa de la Covid-19, a esa inconfundible algarabía de toros, toreros y corredores que la convierten en el centro de las fiestas más universales de España en sus encierros matinales y sus corridas vespertinas. / EFE

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