sábado, 25 de julio de 2020

Es la más premiada en la historia del toreo

La de “Armillita” en Barcelona
“Armillita Chico”, Lalanda y Belmonte saludando en el tercio, antes de la memorable faena de don Fermín / ADARBO
Fue la que le hizo hace 86 años al toro “Clavelito” de don Vicente Martínez y por la que le otorgaron las orejas, el rabo, las cuatro patas y las criadillas

ADIEL ARMANDO BOLIO
Especial para VUELTA AL RUEDO

En la historia del toreo a nivel mundial se han dado infinidad de faenas que han quedado para el recuerdo de los aficionados, pero pocas han sido verdaderamente célebres tanto por su desarrollo como por el premio que en su momento consiguió el torero, de ahí que se destaque una, la que más ha sido premiada en una plaza de toros y ese trasteo multigalardonado por la presidencia de un coso fue el que realizó hace 86 años el llamado “Maestro de Maestros”, el afamado don Fermín Espinosa Saucedo “Armillita Chico”, al toro llamado “Clavelito” de la ganadería madrileña de don Vicente Martínez en el ruedo del coso español de Barcelona.

Fue de tal envergadura de la faena del diestro saltillense que, tras lidiar a ese que fue sexto toro de la tarde del 26 de julio de 1934, que la autoridad le otorgó las orejas, el rabo, las cuatro patas y las criadillas, pero metámonos al libro que realizó el maestro Paco Malgesto llamado “‘Armillita’, Maestro de Maestros, 100 Años de Dinastía Taurina”, cuya primera edición se hiciera en 1949, para saber más sobre este gran acontecimiento.

Indica la obra sobre ese año de 1934 que “Faltaba algo mucho más importante, que ‘Armillita’ fuese a España a darle la ‘pelea’ a Domingo Ortega en sus propios terrenos. Y allá fue Fermín, a las principales ferias con el reconocido espada toledano y ganarle la ‘pelea’ muchísimas veces, como cuando toreó en la plaza mediterránea de Hellín mano a mano con Ortega, llegando a cortar esa vez las orejas y los rabos de sus tres astados y de uno de ellos también le otorgaron dos patas. Y en muchas otras plazas no solamente no se dejó arrollar el torero de Coahuila por el ‘Diamante de Borox’ sino que puso en graves aprietos al torero castellano antes sus propios públicos.

En la feria de Bilbao tuvo ese año ‘Armillita’ dos triunfos muy grandes con dos encastados toros de don Juan Pedro Domecq: ‘Mocito’ y ‘Arrempuja’. Y en la feria de Pamplona, en julio del citado 1934, Fermín consumó la hazaña de torear tres corridas seguidas, los días 8, 9 y 10, con la particularidad de que la del 9 se celebró por la mañana y Espinosa toreó aquella tarde en Barcelona, a 400 kilómetros de distancia.

Así que al medio día, después de vestirse, abordó un avión especial y estuvo en Barcelona a tiempo para volverse a vestir y salir a torear y, por la noche, por carretera, regresó a Pamplona para seguir toreando al día siguiente la feria del santo de su nombre.

Pero la mejor faena de ‘Armillita’ ese año en España y tal vez la mejor que se ha hecho en España y la mejor de Fermín en toda su vida fue la que hizo en Barcelona el 26 de julio de 1934, al toro ‘Clavelito’ de don Vicente Martínez.

El cartel era el siguiente: el trianero Juan Belmonte, el madrileño Marcial Lalanda y el mexicano Fermín Espinosa ‘Armillita’. Dos inmensos toreros españoles, de los más grandes en la historia.

El ‘Terremoto de Triana’ dio la vuelta al ruedo en su primer toro. Marcial, con el segundo, de tal manera estuvo grandioso, que le dieron las orejas, el rabo y una pata. ‘Armillita’, en el tercero, únicamente cortó una oreja.

Belmonte y Marcial estuvieron bien a secas en los dos toros siguientes. Y salió el sexto, ‘Clavelito’, negro, bien puesto de pitones; un toro que dio en canal 25 arrobas, lo que puede calcularse como aproximadamente en unos 460 kilos en pie.

Fermín entonces los toreó superiormente por verónicas y luego le hizo un gran quite por tapatías. Belmonte hizo el suyo con lances naturales, estupendos y, Marcial, en su turno, armó un escándalo con verónicas de rodillas. ‘Armillita’ aprovechó un cuarto de puyazo para hacer un cuarto quite, por faroles. La plaza entra estaba como loca.

Colgó Fermín tres buenos pares de banderillas. Luego por alto, sin estrecharse, dio algunos muletazos de tanteo y cuanto tuvo bien medida la arrancada de ‘Clavelito’ se puso la muleta en la mano izquierda.

Y allí comenzó a ver el público barcelonés una faena que había de hacer historia. Ligó Fermín 12 pases naturales de estupenda factura, templando y aguantando a un gran toro, que de puro bravo se comía la muleta. Cuando el toro estaba ‘borracho’ de seguir el trapo rojo que Fermín flameaba ante él, en aquella docena de pases purísimos, el maestro de Saltillo remató la prolongada serie con el clásico y torero pase de pecho.

Ahora, a torear con la derecha: seis pases en redondo, suaves, tersos, llevando al toro bien centrado en el engaño y como queriendo demostrar que se lo podía pasar por los dos lados.

El toro pedía más y Fermín volvió a ponerse la muleta en la zurda para dar otros cinco naturales soberbios, a los que siguió otra tanda de media docena de derechazos. ¡Jamás el público de Barcelona había visto torear tanto y tan bien!

Otra vez la muleta a la izquierda y más naturales… ¡qué gran toro y qué gran torero! Luego, ya para buscar la igualada, algunos adornos, cuya culminación fue la creación de Fermín, algo que fue como poner la marca de la casa o la cereza en el helado: el molinete de rodillas.

Y después, el estoconazo que mató sin puntilla. Fermín había borrado todo lo hecho por sus alternantes, que no eran dos ‘chalados’, que eran dos cumbres de la torería y uno de los cuales había cortado ya una pata.

Para establecer bien la magnitud del triunfo de Fermín en comparación con el de Marcial, el público catalán exigió para ‘Armillita’ las dos orejas, el rabo, una pata, la otra, la tercera, la cuarta y como esas eran todas las patas, todavía le cortaron algo más, que fue entregado en el ruedo y en pleno delirio de la concurrencia a Fermín, para que esa noche comiera un guiso de criadillas de toro bravo. ¡Nunca se le habían cortado tantas cosas a un toro!”.

Vaya entonces este emotivo recuerdo a la faena del maestro Fermín Espinosa “Armillita Chico” al toro “Clavelito” de don Vicente Martínez, en el coso de Barcelona, hace 86 años. La más premiada en la historia del toreo mundial.

DATO
Esa tarde del 26 de julio de 1934, en el coso barcelonés, “Armillita Chico” a su lote le cortó en total tres orejas, un rabo, cuatro patas y unas criadillas

En San Juan del Río: Francisco Martínez se prueba con dos toros
El espada de San Miguel de Allende lidió a puerta cerrada dos astados de la dehesa de Lebrija en el cortijo del restaurante “Campo Bravo”

El reciente viernes 24 de julio, cerca del mediodía, en el cortijo del restaurante “Campo Bravo”, ubicado en San Juan del Río, Querétaro, el esforzado matador de toros guanajuatense Francisco Martínez le dio continuidad a su ardua preparación en esta época tan difícil que se vive y que ya ha llegado a más de cuatro meses.

En esta ocasión, el espada de San Miguel de Allende se dio a la tarea de torear a puerta cerrada dos toros de estupenda presencia en el citado escenario sanjuanero, ambos procedentes del rancho La Laborcilla, donde se ubica la dehesa de Lebrija, casa de la divisa en naranja y verde olivo, propiedad de los señores Álvaro Lebrija Saavedra y Raúl Lebrija Bailleres, vecinos del municipio queretano de El Marqués.

Se cuenta que Francisco desarrolló muy buenas maneras con tales ejemplares y que le permitieron afinar y mejorar su tauromaquia, además de incrementar su inspiración e inquebrantable ilusión y vocación torera.

En esta intensa sesión de toreo en el cortijo “Campo Bravo” también tomaron parte los matadores de toros, el potosino Fermín Rivera y el aquicalidense José María Pastor, además de los novilleros, el también acalitense Iván Hernández y el regional Juan Querencia, quienes de igual manera siguen en pleno alistamiento para cuando se reanude la actividad taurina en los cosos de la República Mexicana.

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