El
torero revelación del año pasado hará el paseíllo en esta extraña temporada
2020; un esplendoroso triunfo en Sevilla le sirvió para tener una legión de
seguidores
PATRICIA
NAVARRO
@PatriciNavarro
Diario LA
RAZÓN de Madrid
Una tarde, un triunfo en Sevilla el año pasado,
fue suficiente para ponerse en boca de todos y dar un vuelco total a su vida.
El toreo de Pablo Aguado es de muchos quilates y se nota hasta en sus palabras.
Menos es más. De ahí que sus seguidores sean ya una legión.
-Una sola
temporada le sirvió para ponerse arriba... Y de pronto parón en seco.
Es frustrante ver cómo todas las ilusiones se van
al traste de un día para otro, pero cuando ves la situación del país, el
sufrimiento de las familias... Te das cuenta de que eres un mal menor.
-¿Qué
asusta más el toro o la Covid-19?
Cada uno a su tiempo. Hasta ahora ha dado mucho
miedo la Covid y cuando empiece a torear me quitará el sueño el toro.
-¿Le
desvela?
En los días importantes tu mente no duerme
tranquila, duerme asustada.
-¿Qué es lo
que más le asusta?
Que el miedo venza a la mente y la inteligencia
quede a la deriva.
-¿Hasta
ahora ha logrado mantenerla a raya?
No, hay días en los que el miedo, la presión te
coarta y te hace no ser tú. Hay momentos que te amarra, te han atado tu cuerpo
con una soga y no te puedes mover. Lo normal es que cuando sale el toro eso
desaparece, pero alguna vez...
-Le vamos a
ver torear este año.
Sí, creo que la mejor manera de defender la
tauromaquia es toreando y los toreros tenemos esa responsabilidad.
-¿Asusta el
fracaso?
Sí, convives con la eterna duda de si vas a ser
capaz de mantener el ritmo. Es normal que los fracasos lleguen y te pongan
abajo.
-¿Ha echado
de menos jugarse la vida?
No he echado de menos jugarme la vida, he echado
de menos torear. No soy partidario de simplificar el toreo a jugarse la vida.
Eso es correlativo a torear, es sentir algo muy especial bajo el dominio de un
toro bravo, al reducirle la embestida y convertir aquello en algo bello. Quizá
lo que lo hace tan grande es que te juegas la vida.
-¿Entonces
no está enganchado a la sensación de miedo?
Me engancha más esa sensación de letargo que me
entra cuando congenias con un toro y he superado el obstáculo de jugarme la
vida. ¡Qué será eso tan grande que hace que me merezca la pena poner en juego
lo más valioso, que es mi vida, y sin quererlo!
-Estudió
Administración y Dirección de Empresas. ¿Había alguna necesidad de torear?
Ninguna. Podía haber seguido ejerciendo mi
carrera, pero se volvió a encender esa llama que tenía de niño.
-¿Se apagó
en algún momento?
Sí, de los 15 a los 20 estuvo apagada. Viví una
adolescencia normal de salir con amigos, estudiar. Sentía afición, pero sin
querer dedicarme a ello.
-¿Qué le
diría al Gobierno?
Que una de las cosas más importantes es ser
honestos, no engañar y que con la verdad se va a todos los sitios y que hay que
tener humildad para reconocer los errores.
¿Y al señor
Iglesias?
Que con el odio no se va a ninguna parte.
-Cuénteme
una de esas manías de las que no se aguanta ni usted.
No soy supersticioso, pero sí es verdad que tengo
tradiciones, como vestirme siempre por el lado derecho, pero no creo que por
seguir ciertas cosas te vaya a ir mejor. Confío más en la mentalización, en la
fuerza de los pensamientos.
-¿Qué es lo
que más echa de menos de la vida de antes?
El trajín de los viajes. Dormirme en una punta de
España y despertarme en la otra. Esa sensación de público, ese no saber qué va
a pasar.
-¿Siempre
le respeta la cabeza?
No, qué va, pero he aprendido que hay mecanismo
ahí dentro que te manipulan y que no te puedes dejar llevar por lo que crees,
que son creencias subjetivas. Hay días que piensas que no puedes ni con la
muleta y otros que lo ves muy fácil y luego te chocas contra un muro. Hay que
sobreponerse, a todo, también a la cabeza.
-¿Recuerda
la última borrachera?
Hace un par de semanas, con amigos.
- ¿Con
quién le gustaría ir a tomar una caña?
Con Fernando Alonso.
-¿Dónde hay
que tener más valor, dentro o fuera de la plaza?
Son valores distintos. El de dentro de la plaza
está guiado por la raza y el amor propio y solo depende de ti. El de fuera está
más relacionado con las decisiones y requiere personalidad para no dejarse
influir. Son dos formas diferentes: una quizá es física y la otra mental.
-¿Quién le
inspira?
Muchas personas que no se han dejado llevar por lo
heterodoxo.
-¿Qué es lo
que busca?
Quizá que la presión, la responsabilidad pase a un
segundo plano y sea capaz de torear pensando única y exclusivamente en mí
mismo. Creo que eso no va a llegar nunca y ojalá que así sea.
-Entonces...
Entreno buscando la perfección pero con el sueño
de no alcanzarla.
-¿Cuando
estuvo más cerca?
Nunca.
-¿En qué se
reencarnaría?
Sé que suena repetitivo, pero en toro bravo. De
todos los animales que he visto es el único que muere entregando su vida,
defendiendo sus principios y es aplaudido por miles de personas en un síntoma
de gratitud hacia él.
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