Con
motivo del regreso a los ruedos de Salvador Vega este sábado en Estepona,
recuperamos la entrevista que el torero de Manilva concedió a Aplausos este
invierno: "Volver me lo pedían el cuerpo y el alma", asegura.
JOSÉ LUIS
BENLLOCH
Redacción APLAUSOS
No ha acaparado grandes titulares pero los amantes
del buen toreo pusieron las antenas al saberlo. Vuelve a los toros Salvador
Vega, torero de gusto y por tanto de los que siempre se ven con gusto, que en
su momento las circunstancias, ya saben que cada torero es un mundo, interrumpieron
su consolidación y ante las urgencias y las desatenciones, él, tan amante,
diría que prisionero de las sensaciones más íntimas, eligió un discreto
silencio a la espera de volver a encontrar su momento y parece que es este.
-¿Por qué
vuelves?
Porque me lo pedía el cuerpo. En estos años estuve
convencido de que no iba a torear jamás. Mi vida estaba enfocada de otra manera
y yo era feliz, así que daba por superada esa etapa de mi vida. Estaba bien.
-¿Puede ser
feliz sin torear alguien que ha sentido el placer del vestido de luces?
Yo lo era. Estaba contento con los objetivos que
iba alcanzando, me sentía desarrollado, me sentía válido, pero es cierto que
siempre queda algo dentro, eso siempre está ahí, el toro nunca se termina de
olvidar…
-Feliz
hasta que…
Hasta que comenzó a pedírmelo el cuerpo. Ha sido
un proceso natural. Yo no quería volver de la manera en como me fui, digamos en
la pelea, para llamar, para pedir que te pongan… para eso no iba a volver.
Estas últimas temporadas incluso me habían propuesto torear aquí o allá y no lo
contemplé, pero ahora sí. Me lo pedía el cuerpo.
-Y el alma
supongo.
Y el alma.
-¿A tumba
abierta?
No pretendo estar en todos los sitios, prefiero
torear poco y disfrutar de lo que haga.
“Vivía convencido de que no iba a torear jamás. Estaba
contento con los objetivos que iba alcanzando, me sentía válido, pero es cierto
que siempre queda algo dentro, el toro nunca se termina de olvidar…”
La última vez que nos encontramos en estas
páginas, ahora hace doce años, te dejé buscando la magia, eso me dijiste,
buscando ese no sé qué, ese secreto que no tiene explicación y está por encima
de cualquier otra condición/cualidad para triunfar/disfrutar en el toreo. El
que tiene la magia tiene el tesoro, convenimos.
-En este tiempo creo que ha aparecido. Porque
¿sabes?... la magia aparece, no hay que buscarla. Eso lo he aprendido en este
tiempo.
-En el
mundo de la empresa en el que te refugiaste, apartado de la fantasía y la
espiritualidad del toreo, cabe que te hayas vuelto más pragmático.
Este tiempo fuera de los ruedos lo que me ha
permitido es ver las cosas con tranquilidad. Como torero se han reposado mis
sensaciones, he dejado que cayese todo por su propio peso sin ponerme nervioso
por nada y he dejado que fluya lo que tenga que fluir. Cuando hay cosas buenas
hay que dejar que surjan con naturalidad. Les das su tiempo y siempre acaban
surgiendo.
La entrevista transcurre por los caminos más
personales, los que al fin y a la postre definen a los toreros. Sabido es que
uno torea como es pero sobre todo como se siente, como está, y este joven Vega,
apenas 38 años, que ya sabe lo que trae el toro para el disfrute y la desazón,
está en un momento personal de satisfacción. En paz con el mundo, con la
familia y con él mismo.
-Camino de
esta entrevista he pensado, Salvador, que has tenido que triunfar fuera de los
ruedos, en empresas ajenas al toro, para volver rearmado en busca de aquellos
sentimientos que te trajeron al toreo.
No sabría decirte. Desde luego no ha sido algo
planeado, irme para volver, no. En un momento concreto de mi vida tomé una
decisión que fue muy complicada para mí pero a la postre fue un acierto. Una
decisión que no todo el mundo es capaz de tomar y que creo que fue lo más torero
que hice. Seguro. En el mundo del toro siempre se halaga y se admira, con
razón, a los toreros que aguantan, resisten y al final logran sus objetivos. La
famosa semblanza del banquillo, ya sabes. Yo no seguí esa línea, yo me abrí, me
quité de en medio.
-¿Acertaste?
Estoy seguro. Y estoy orgulloso del camino
recorrido.
"PASÉ A HABLAR OTRO IDIOMA"
Salvador maneja varios factores que le empujaron a
la retirada pero señala como principal la dura crisis económica que afectó al
sector de la construcción y golpeó con dureza las empresas familiares. Aquella
coyuntura le sensibilizó personalmente y despertó su responsabilidad familiar.
-Nadie me señaló en casa por seguir en el toro, yo
tengo una familia ejemplar que siempre me apoyó en todo lo que hice, pero veía
a mi padre que moralmente estaba tocado y decidí dar un paso hacia él. Afronté
directamente toda la responsabilidad del negocio familiar y encaré los
problemas con la ilusión de sacarlos adelante.
-Y ya los
sacaste.
Afortunadamente. Y me siento orgulloso. Para mí
fue muy difícil. De vivir por y para el toro pasé a vivir por y para la empresa
en el sector de la construcción donde se hablaba un idioma totalmente distinto
al mío. Afortunadamente tuve la suerte de encontrar a las personas adecuadas
para situarlas en los puestos adecuados y hemos conseguido salir adelante.
Para la vuelta no hay fechas concretas, las plazas
de su tierra, Málaga y Algeciras, que podrían ser trampolín de lanzamiento,
casualmente en estos momentos no tienen empresa y hay que esperar a ver cómo
transcurren los acontecimientos, me cuenta.
“Pedro Castillo conmigo lo bordó. Fue una bestia. Defendió y
mató por mí hasta el final. Es una persona muy especial. Tiene un punto que hay
que saber entender pero cuando se involucra en una cosa es el mejor para una
figura del toreo”
La idea de la vuelta se le despertó
definitivamente durante la feria de Málaga y más allá de comentárselo a su
mujer, que le adivinaba sus intenciones, se guardó la noticia varios meses y
comenzó lo que él dice a convivir con el miedo.
-Se me cerró el estómago, se me fue el apetito y
se me cortó el sueño. A eso le llamo yo convivir con el miedo.
Inconscientemente iba preparando el cuerpo a la vez que soñaba con torear. Dos
meses estuve en ese estado digamos, hasta que decidí comentárselo a mi madre y
a mi padre, ellos fueron los primeros en saberlo.
-¿Qué dijo
el jefe?
Le sentó muy mal. Con motivo, lo reconozco, no
había necesidad para volver. Entendí su reacción pero pensé que de la misma
manera que yo estuve dos meses para asimilar definitivamente mi ilusión por
volver, él necesitaría de un tiempo, de una cuarentena para asimilar el cambio
que se avecinaba. Procesó el impacto y con el paso del tiempo volvió la
normalidad.
En este tiempo alejado de los ruedos, me cuenta
que apenas ha toreado más allá de acompañar a Fandi al campo y ponerse delante
de alguna becerra sin más pretensión.
-Curiosamente cuando dejé de torear, en 2016, me
pegué seis o siete meses entrenando como si me estuviese preparando para
torear. Era la inercia de quien no había hecho otra cosa en su vida y pensaba
que no sabía hacer otras cosas hasta que un día me paré y me dije que aquello
no tenía sentido, y desde entonces me dediqué al cien por cien a la empresa y
no me apeteció siquiera ir al campo. Además no iba a quitarle vacas a los
compañeros ni tiempo a mi empresa.
-¿Y no
criaste, si me permites la expresión, lo que llaman gatos o amargura por tener
que dejar aquello por lo que tanto habías luchado?
No, no, en absoluto. Aprendí a perdonarme, ya se
sabe que cuando eres joven siempre estás exigiéndote, te riñes, te exiges más,
digamos que sicológicamente te maltratas para dar más de sí y en ese tiempo de
retirada acabé con eso. Aprendí a lamerme las heridas, a curarlas, a perdonarme
y a quererme. Y por lo que dices de gatos, también a respetar más y admirar más
a mis compañeros y a verlos como personas especiales que es lo que son, muy
especiales.
EL CARÁCTER DECISIVO
-Hablas de
la autoexigencia pero la imagen de ti como buen artista que fuiste, era la de
un poco indolente en algún momento clave.
Bueno… Yo considero que soy un torero con buenas
maneras y en ciertos momentos indefinido. Me ha faltado carácter para definirme
y en ocasiones me dejé llevar por las personas que han estado a mi alrededor.
Me faltó escucharme a mí mismo y tirar por la calle de en medio. Esa asignatura
sí la he tenido pendiente.
-O sea, que
niegas la acusación de indolencia.
Es que fue al revés, pequé de responsable en
exceso, de pasarme de entrenamiento, de torear vacas de más, hubo momentos en
que estaba pasado de rosca. Para torear bien hay que dejar que las sensaciones
se reposen, no hay que tener prisa, hay que escucharse internamente y dejar que
eso salga sin prisa. Sin necesidad de demostrar a nadie lo bien que toreas. Es
como decir este soy yo y si sale bien pues bien y si no habrá que venir otro
día. No se pueden forzar las cosas.
-En tu
primera época estuviste en un tris de ser lo que muchos pensábamos que ibas a
ser.
Me faltó carácter, ya te digo. El carácter que
tienen las figuras. Date cuenta que hay toreros que tienen mejores condiciones
que algunas figuras, que torean mejor que ellos pero les falta el carácter para
poner las cosas en su sitio en el momento adecuado y no solo en la plaza sino
donde hay que ponerlas y en el momento justo cuando se decide si funcionan o dejan
de funcionar. Con mis condiciones, si hubiese tenido ese carácter, ese punto,
todo se hubiese consolidado, no tengo duda.
“Quitarme fue lo más torero que hice. En el mundo del toro
siempre se halaga y se admira, con razón, a los toreros que aguantan, resisten
y al final logran sus objetivos. Yo no seguí esa línea, yo me abrí, me quité de
en medio y estoy muy orgulloso”
-¿Estás
señalando a cuestiones administrativas cuando hablas de dejarte llevar por las
personas de tu alrededor?
No. A cuestiones sentimentales. Gracias a Dios
puedo decir que he estado en todas las ferias importantes y he toreado con
todas las figuras. A mí me ha ido bien en el toreo y lo poco o mucho que he
ganado he tenido la suerte de tener un genio cerca, mi padre, que lo organizó todo
y lo rentabilizó todo al máximo. En ese aspecto he tenido mucha suerte, es como
un don añadido que me mandó Dios. Además, en mi etapa importante tuve un
apoderado que apretó muchísimo a las empresas y me puso en categoría. Me fue
muy bien con él y gané dinero.
-Me estás
hablando, entiendo, de Pedro Castillo.
Claro. Luego pasaron otros apoderados como Ignacio
Zorita, al que recuerdo con un cariño muy especial. Eran otros momentos, en los
que había que torear, llegar a un número de corridas, no salirte de las ferias…
Cada apoderado tuvo unas expectativas dependiendo de mi momento. Todos los que
me apoderaron lo hicieron bien conmigo.
-Cada
torero tiene un apoderado referente y Castillo fue el de Vega, eso es evidente.
Conmigo lo bordó. Fue una bestia. Mató por mí
hasta el final.
-Prácticamente
se retiró contigo. Yo no recuerdo que apoderase a nadie más.
No. Pedro es una persona muy especial al que hay
que conocer. Tiene un punto que hay que saberlo entender pero cuando se
involucra en una cosa es el mejor apoderado que pueda tener una figura del
toreo. Tiene una visión de apoderado grandísima, lo que pasa es que es un bicho
de esos raros que no se dan mucho en el circuito y acaban desapareciendo porque
ahora mismo se llevan otras cosas.
-Hay que
ver la que liasteis en Bilbao cuando devolvisteis la pasta..
Aquello tuvo su punto. Fue un acto de rebeldía.
Hoy está todo como más domesticado o más normalizado. Esas cosas quedan ahí, tú
mismo lo recuerdas, pero a veces no interesan en el sector y pasan
desapercibidas. Date cuenta que eso pasó un mes de agosto y pusimos el toreo
con las orejas tiesas.
-Hubo un
tiempo en el que se podía leer en la prensa que Vega quería pisar el sitio de
Ojeda o que Vega quería ser Morante…
Se decía, pero Vega tenía que ser Vega. Hay que
beber de todas las fuentes buenas, de todas, pero cuando tú llevas cosas buenas
dentro hay que tener personalidad para mostrarlas. Tienes que dar libertad a
tus sentimientos siendo fiel a ti mismo sin querer parecerte a nadie.
-No debe
ser fácil
Cuando eres joven hay muchos toreros importantes
que te marcan, es lógico y no es malo, pero lo importante es pasar junto a
ellos absorbiendo sus logros y sus cualidades pero a la vez hay que salir
airoso de su influencia, no deben anular tu personalidad.
“Cuando decidí volver se me cerró el estómago, se me fue el
apetito y se me cortó el sueño. A eso le llamo yo convivir con el miedo.
Inconscientemente iba preparando el cuerpo a la vez que soñaba con torear”
-En una de
nuestras anteriores entrevistas me decías que tu ilusión era vivir del toreo,
llegar a vivir a lo grande entiendo, como el símbolo de la consolidación. La
reflexión mezclaba además el factor necesidad que siempre se dijo que tanto
influía en la carrera de los toreros, pero ahora vuelves por gusto, vuelves
rico, a tomar viento la necesidad y el tópico.
Rico tampoco, digamos que vuelvo tranquilo. En un
momento de mi vida, como te he contado, tomé decisiones difíciles. Pude decir
yo sigo, yo toreo, si toreo una pues una, pero sigo y no lo dije, me
arremangué, peleé por los intereses familiares y ahora puedo volver tranquilo.
Yo creo que las cosas así es cuando salen bien. Cuando no tienes necesidad de
cobrar, cuando no tienes la necesidad de demostrar nada es cuando puedes torear
para ti y no hay cosa más bonita que esa.
-Después de
todo lo contado es fácil entender que has comenzado a torear en el campo y vas
cogiendo el ritmo necesario para salir a la plaza. Supongo que después de tanto
tiempo sin torear con exigencia profesional, tú también tendrías interés en
comprobar qué Salvador Vega se avecina.
Eso es lo que quisiera saber yo también. He
toreado toros a puerta cerrada y ha habido días en los que los he visto muy
grandes y días en los que ha surgido algo muy personal, un toreo muy íntimo,
muy bonito, que a mí personalmente me ha gustado mucho. Si me ayuda el toro…
-Eso se
necesita siempre para hacer el toreo bueno.
Si me ayuda el toro… -insiste en la idea-, en ese
caso todos esos sentimientos reposados que vienen conmigo, esa falta de
urgencias que traigo, darán visibilidad al mejor Vega. Será algo bonito para
los aficionados, algo para disfrutarlo todos.
IMPASSE POLÍTICO
-No podemos
obviar que en este tiempo de no torear te metiste en la política y apareciste
en las listas electorales.
Fue cuando me lo pidió mi amigo Elías Bendodo, y a
los amigos en los que se cree hay que seguirles. Fui cerrando las listas en un
puesto en el que no tenía responsabilidad alguna y pasó desapercibido, pero
después surgió lo de Miguel Abellán y lo de Serafín Marín, y la prensa lo
magnificó. Yo creo que lo desenfocó, lo demuestra que en las últimas elecciones
fui de la misma manera y no se le dio la importancia que se le dio en un
principio.
-¿Tienes
vocación?
Yo no creo en los partidos, yo creo en las
personas y me presenté como independiente, pero en Elías sí creo. Si no está él
yo doy un paso al lado sin problema. Quiero dejar claro que no soy político,
simplemente atendí los deseos de un amigo que consideró que era conveniente que
estuviese. Prefiero la sombra.
-El toreo necesita
gente amiga y responsable en esos puestos.
En algunas ocasiones he aconsejado lo que
consideraba que era bueno para el toreo y unas veces lo han tomado en
consideración y en otras no lo habrán considerado. Yo no hago política, pero en
lo que pueda respaldaré siempre el toreo.
-Volvamos a
los toros. ¿Sabes?... los toreros de tu perfil artístico siempre son bien
recibidos, siempre hacen falta, no pasan de moda.
A mí los toreros buenos siempre me gusta verlos.
Como torero y como aficionado. Digamos que tienen una tauromaquia distinta que
se sale de lo normal y los aficionados, incluso los compañeros, son más
receptivos para disfrutarlos. Los toreros que nos sacan de la normalidad,
podría decirte de la monotonía, se agradecen. A los aficionados les gusta esa
marcha.
“Para torear bien hay que dejar que las sensaciones se
reposen, no hay que tener prisa, hay que escucharse internamente y dejar que
eso salga. Es como decir, este soy yo y si sale, bien y si no… No se pueden
forzar las cosas”
-¿Con quién
vuelves, quién va a llevar tus asuntos?
Vendrá conmigo José Luis Lara, que es amigo de
muchos años. Una persona que transmite calma y es muy responsable. Él lleva
otros proyectos musicales y taurinos, y todo lo que hace, lo hace bien. Esto para
él es una ilusión. Tenemos buena sintonía. En estos momentos no me convendría
una persona con prisas, contaminaría mi paz, que es una de mis bazas.
-¿Y si en
esa paz suena un día el teléfono y te dicen que te llaman de Madrid?
No me lo creo. Como están las cosas del toreo no
me lo creo. El romanticismo se ha perdido, ahora esto va por otro lado.
-No te
gusta.
No he dicho eso. Digo que el toreo está como está,
que va por otro lado, que las figuras tiran del carro y todo está muy
estructurado. Yo soy más bien una opción, una guinda para determinados
aficionados a los que una tarde les apetece ver torear bien y que a lo mejor se
da y a lo mejor no pero no es determinante.
-O sea, que
no te llamen.
Yo no digo que no me llamen pero no es fácil que
ocurra. Yo soy una persona muy realista que sabe cómo está el toreo y cuya
intención es disfrutar.
-Pues en el
toreo actual cabe que en una tarde se ponga todo de cara. Con una tarde lo
pones todo a tu favor. Hay ejemplos recientes.
Yo también lo he pensado pero me quedo con la
opción de salir a torear y disfrutar. Luego lo que venga lo asumiré con
torería.
-¿Ya has
ido al sastre?
Tengo que ir, me gustaría hacerme algo de ropa.
-Pensé que
me ibas a contestar que te van bien los vestidos de antes.
Que va, no, me están grandes.
-¡Hombre!
Que sí. Con el ritmazo que llevo en la empresa,
con la guerra de mis dos hijos, llevando el equipo del niño, entrenando yo… te
prometo que me he quedado más delgado que cuando toreaba. Tengo que meter las
taleguillas. En cualquier caso me quiero hacer algún vestido oscuro porque los
tengo claros y me apetece para esta etapa algo más oscuro.
“Retirado aprendí a perdonarme, ya se sabe que cuando eres
joven siempre estás exigiéndote, te riñes, digamos que sicológicamente te
maltratas para dar más de sí. También comencé a respetar más y admirar más a
mis compañeros, y a verlos como personas especiales, que es lo que son”
-¿Los
chicos son aficionados?
El niño, sí, la niña tiene sus dudas. Les hablan,
escuchan y claro, a ella le preocupan los animales, pero trato de explicarles,
de darles información para que lo entiendan. Lo fácil sería dejarla y lo
difícil es dedicarle tiempo, explicarle, llevarla al campo, enseñarle la ley
natural, la función que tiene cada animal… con el tiempo lo entenderá todo con
naturalidad, pero ese camino es complicado, exige tiempo y los padres de ahora
tienen muchas cosas que hacer y no quieren perder tiempo con esas cosas.
-En las
fotos se te ven canas.
Porque las tengo, las tengo, pero eso tiene
solución.
-Recordemos
la tarde de tus sueños.
La de mi reaparición.
-Eso no es
un recuerdo, eso es un presagio.
Yo la temporada del 2004 me lo pasé muy bien.
-¿Con qué
puntos cumbres?
La confirmación en México, en Dax estuve muy bien,
recuerdo las tardes de Málaga, de Valladolid… fue el conjunto. Fui creciendo
por tardes e iba consolidando mi toreo.
-Hay que
repetirlo.
Hay que disfrutar.
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