JOSÉ LUIS
BENLLOCH
Redacción
APLAUSOS
De pronto surgió una lluvia de carteles próximos.
Volvía a latir el Avance de Carteles. Mérida, Huelva, Herrera, Ávila,
Plasencia… como si se hubiese impuesto la cordura taurina o al contrario, como
si el planeta toro y su gente se hubiese vuelto loco y comenzaron a cuajarse
carteles. O todo a la vez, locos y cuerdos; también, que no falte de nada, de
altruistas y cazadores de oportunidad. Era/es un ejercicio de cordura porque es
evidente que la temporada y el futuro necesita toros y hay que dárselos; y se
puede valorar como locura porque a estas alturas hay tantas incógnitas flotando
en el aire que organizar toros es más locura que nunca. Las medidas sanitarias
que rigen en las distintas administraciones autonómicas ni son claras ni
concuerdan entre sí, de tal manera que te engatusan con un porcentaje de aforo
¡hasta 50 o 75 por ciento! dicen y todo seguido te estrangulan con la letra
pequeña de las distancias o con un tope ¡hasta ochocientas personas, hasta
mil…! que lo hace imposible en clara afrenta, puta contradicción, con otros
espectáculos semejantes. Pues aún así.
Te engatusan con un porcentaje de aforo ¡hasta 50 o 75 por
ciento! dicen y todo seguido te estrangulan con la letra pequeña de las
distancias o con un tope. Puta contradicción
Abriendo la semana de pronto parecieron no
importar tantas trabas, ni tanta indefinición, ni tantos puntos negros y un
grupo de empresarios y toreros dieron el paso adelante, el tranco que va de las
buenas intenciones a la realidad y volvimos a sentirnos vivos. Por cierto, una
vez más siguiendo el ADN del toreo fue una acción nada coordinada ni colectiva,
cada uno por su cuenta, en lugar de un vamos fue un voy, voy, voy… Es lo
nuestro. Bienvenido el arranque en cualquier caso. Pese a ese flashazo de felicidad
no hay que dejar de reivindicar nuestros derechos –lo que le están haciendo con
los subsidios a los toreros es una ignominia- ni hay que dejar de quejarse ni
mucho menos de hacer las cosas bien hechas para que la excepcionalidad en la
que habitamos se aproxime a la normalidad y la obsolencia de la que se nos
acusa -su parte de razón tienen- se convierta en vigencia.
Lo que se haga en estos momentos son los cimientos del futuro
y la desconexión del público se puede producir por falta de oferta pero también
por una mala oferta
Lo importante es dar toros -una parte básica del
pasaporte vital del toreo en el siglo XXI es la tradición y si empezamos a
cortocircuitar la tradición nos estamos desnudando- pero tan importante como
eso es darlos bien. Es fundamental que la excepcionalidad del momento no se
convierta en una gatera por la que colar espectáculos ramplones; ni debemos
permitir que las urgencias precipiten una exhibición de nuestras carencias: lo
que se haga en estos momentos son los cimientos del futuro y la desconexión del
público se puede producir por falta de oferta pero también por una mala oferta.
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