MANOLO
MOLÉS
@ManoloMoles
Redacción APLAUSOS
Lo que llamamos Fiesta se nos ha convertido ahora
en un auténtico drama. Se agradecen los esfuerzos de algunos empresarios,
toreros, ganaderos y afición para sembrar en el erial de esta temporada algunas
flores que adornen la soledad taurina. Todos pensábamos que se iban a celebrar
más corridas, sobre todo más ferias. Y la verdad es que por unos o por otros,
el cántaro está vacío, las tardes son escasas. Yo le doy mérito y gracias a los
que se atreven a montar una tarde de toros y a los que participan de luces y a
los que desde el tendido iluminan esta realidad casi irreal.
Todo lo que dan: bienvenido sea. Pero el
coronavirus está ahí, detrás de la esperanza y de las mascarillas y ahora los
políticos que no fueron capaces de marcar los tiempos y la gravedad de este
virus, son los que van a decir dónde podemos ir o a donde no. De momento, como
lo han hecho tan mal ahora, dicen “cerradlo todo” y seguro que aciertan.
¿Dónde está el dolor y el apocalipsis de una
fiesta que es capaz, yo creo que en ella, de elevarse sobre las cenizas de esta
falla taurina que nos trae de cabeza? Y están cerrando las grandes ferias con
dos meses de anticipación o más. Mal asunto. Y digan lo que digan de los diez o
doce empresarios gordos que hay en la Fiesta, más de la mitad prefieren cerrar
la tienda y ya te veo en mejores tiempos. Pero reconozco que serán los
políticos los que, ahora asustados, cerrarán las ferias. Ya lo están haciendo.
Las de agosto, las de septiembre y lo que quede. No pinta bien, pero me
gustaría que las grandes plazas no se cierren si hay un rayo de normalidad. Las
grandes empresas aceptarán el duro paréntesis. Pero a mí me gustaría que
esperásemos, que a lo peor esto no hay quien lo arregle, pero a lo mejor, ¿por
qué no?, la pandemia abre un rayo de esperanza. Simón y Rafael García Garrido
intentarán que Las Ventas no cumpla un año en blanco. Y, si los cielos lo
permiten, comprobar que esto no se ha acabado. Y lo espero de los empresarios
de Madrid, y de Sevilla, si hay un rayo de respiro, y lo espero de una empresa
con tanto peso taurino como es la de Bailleres. Por lo menos lo que se pueda
ahí en todos los demás hasta Zaragoza, porque un año sin El Pilar sería un
hueco irrellenable.
Yo tengo que dar mil gracias a los que me leen o me oyen o me
ven, en las tres versiones del periodismo. Yo no tengo amigos y enemigos, tal y
como se entiende esto. Yo tengo algo mejor: la amistad de muchos a los que
algunas veces no puse bien y lo entendieron. Eso es amistad.
Yo le pido a los empresarios de Madrid, de
Sevilla, de Valencia, de Bilbao, de todas las plazas de primera, que si hay
posibilidad de dar algo bueno, de que la plaza no esté cerrada todo el año, lo
hagan. Eso sí hace daño y es un chorro de agua fría al ánimo de los que pasan
por taquilla. Por eso si los Lozano (esa plaza de segunda que han hecho de
primera) no abandonan Albacete, si el dúo empresarial de Madrid nos abre Las
Ventas en Otoño, si Ramón Valencia abre los duendes de la Maestranza, si la
casa Bailleres nos deja saborear la historia de Bilbao o de San Sebastián, si
llegamos con el virus medio vencido a Zaragoza, y el joven y maduro Zúñiga, nos
permite despedir el año bajo la lona de la felicidad. Con eso, y con poco más,
nos apañamos.
Y todos mis artículos tienen unas líneas dedicadas
a la Francia taurina. Y no me defraudan. El nuevo Primer Ministro de Francia,
Jean Castex, no ha dudado ni un segundo en decir algo que aquí veo pocos
políticos de altura capaces de repetirlo. Dijo esto el galo: “Los toros son
historia y cultura”. Seis palabras, con eso sobra y queda claro. Donde no hay
toros no habrá toros, donde hay toros habrá toros. Gracias Monsieur. Se lo voy
a mandar a unos cuantos políticos de este enredado país. Ok.
Si a más de todo lo anterior: deseos y sueños, las
plazas de toros siguen cerradas como cárceles, daremos las gracias a los que se
arremangaron y dieron toros en tiempos del virus y sentiremos en el alma de
aficionados un vacío parecido a un divorcio porque el remedio ya no está en
nuestras manos. Ni en la tuya ni en la mía.
Hay muchas piedras en el camino. Yo me he comprado una
libreta de aquellas que teníamos en los tiempos del colegio para apuntar las
alegrías y a los valientes y encogerme de hombros ante los que ni fu ni fa y
pasaron de puntillas.
Y el dolor grande, y protesta justa en todo. La
concentración de tantos actores necesarios y maltratados. Actores taurinos,
gente buena y necesaria, gente sin la cual el espectáculo taurino sería un
disparate. No piden lo que no les corresponde. Piden lo suyo, a lo que tienen
derecho. Pedir debe ser siempre muy duro, muy jodido, pero pedir lo que es de
justicia tiene que tener la recompensa de lo demandado. Que se solucione. Son
muchos, tienen razón y en un año como este nadie les debe negar el apoyo. Y
menos si es legal. El bueno, bravo y amigo Ruiz Miguel diría “ajolá se arregle,
Manuel”. Y yo le respondería en su “idioma”: “Ajolá, maestro”.
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