Curro
Romero, Antoñete, Paula, Manzanares, Robles, Capea... dieron luz a los meses de
julio de los ochenta
ÁNGEL
GONZÁLEZ ABAD
Diario ABC
de Madrid
Los veranos en la plaza de Las Ventas eran
sinónimo de corridas duras, de oportunidades para diestros desfavorecidos, para
novilleros que buscaban abrirse paso. En los primeros años de vida del coso
madrileño, sin la feria de San Isidro, las principales figuras se acartelaban a
lo largo de toda la temporada, pero a partir de los cincuenta pasaron tres
décadas de éxodo de los toreros de renombre durante los meses de calor.
En los años cuarenta, Manolete, Domingo Ortega,
Lalanda, Pepe Luis, Luis Miguel o Villlalta eran habituales en el mes de julio,
especialmente en la Corrida de la Prensa, que siempre se anunció en los últimos
días de junio o en los primeros de julio. Fue precisamente este festejo
extraordinario el único que mantuvo carteles de mayor atractivo durante el
desierto de tres décadas que acarteló a toreros como Antonio Bienvenida,
Gregorio Sánchez, Litri, Aparicio, Diego Puerta, El Viti o Andrés Vázquez. Un
día y no más, a partir de la Corrida de la Prensa a Las Ventas volvían los
carteles de verano.
En los ochenta llegaron aires nuevos al coso
madrileño. Tras el batacazo que supuso la gestión de Martín Berrocal y Canorea,
la plaza llegó a manos de Manolo Chopera. Había que devolver la ilusión a un
abono bajo mínimos. Apenas cuatro mil abonados, frente a los dieciocho mil que
había al finalizar la década.
Y entre las novedades que implantó Chopera estuvo
precisamente dar fuste al mes de julio, una vez finalizada la feria de San
Isidro y antes de la diáspora veraniega de agosto. Fue en 1983, cuando cambió
el panorama. A la tradicional de la Prensa, una concurso que Ortega Cano, que
venía de indultar a «Belador» de Victorino el año anterior, y Curro Durán
despacharon mano a mano, siguió el 10 de julio la puerta grande Julio Robles,
en una tarde en la que estuvo arropado por Antoñete y Manzanares. Y una semana
después, otro cartel fuerte, Antoñete, Ángel Teruel y Capea, con toros de
Osborne.
En 1984, siguió el experimento muy bien acogido
por el público. El primero de julio, toros de Atanasio Fernández, para Curro
Vázquez, Julio Robles y Roberto Domínguez, y el día 8, Curro Romero y Paula,
con el caballero Álvaro Domecq, ante una corrida de Montalvo. La temporada
siguiente, Dámaso González, Curro Vázquez y Ortega Cano en la de la Prensa, y
Curro Romero, Julio Robles, que volvió a salir a hombros, y Pepe Luis Vázquez
el 7 de julio con toros de Aldeanueva.
Otro mes de julio con carteles fuertes fue el de
1987. Litri y Rafi Camino mano a mano con novillos de El Torreón, el día 5; y
la denominada Corrida del Arte con Antoñete, Curro y Paula el día 12. Se
lidiaron aquella tarde toros del Marqués de Albayda, y dos se les fueron vivos
a Romero y a Paula, en un festejo de gran intensidad.
Antoñete, Curro Romero y Manili, torearon el 3 de
julio de 1988 toros de Torrestrella, con la conmoción todavía presente de la
gran tarde que dio Capea unos días antes al triunfar plenamente ante los
victorinos en solitario. El 10 de julio, Paula, Robles y Ortega Cano pasaron
sin dejar huella.
Los ochenta, una década con un mes de julio
plagado de carteles fuertes que poco a poco se fueron difuminando en las
siguientes temporadas hasta llegar nuevamente a la travesía del desierto en que
volvió a convertirse Las Ventas durante los meses de verano.
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