domingo, 5 de julio de 2020

ERASE UNA VEZ… - Cuando las figuras volvieron al verano de Las Ventas

Curro Romero, Antoñete, Paula, Manzanares, Robles, Capea... dieron luz a los meses de julio de los ochenta
 
ÁNGEL GONZÁLEZ ABAD
Diario ABC de Madrid

Los veranos en la plaza de Las Ventas eran sinónimo de corridas duras, de oportunidades para diestros desfavorecidos, para novilleros que buscaban abrirse paso. En los primeros años de vida del coso madrileño, sin la feria de San Isidro, las principales figuras se acartelaban a lo largo de toda la temporada, pero a partir de los cincuenta pasaron tres décadas de éxodo de los toreros de renombre durante los meses de calor.

En los años cuarenta, Manolete, Domingo Ortega, Lalanda, Pepe Luis, Luis Miguel o Villlalta eran habituales en el mes de julio, especialmente en la Corrida de la Prensa, que siempre se anunció en los últimos días de junio o en los primeros de julio. Fue precisamente este festejo extraordinario el único que mantuvo carteles de mayor atractivo durante el desierto de tres décadas que acarteló a toreros como Antonio Bienvenida, Gregorio Sánchez, Litri, Aparicio, Diego Puerta, El Viti o Andrés Vázquez. Un día y no más, a partir de la Corrida de la Prensa a Las Ventas volvían los carteles de verano.
En los ochenta llegaron aires nuevos al coso madrileño. Tras el batacazo que supuso la gestión de Martín Berrocal y Canorea, la plaza llegó a manos de Manolo Chopera. Había que devolver la ilusión a un abono bajo mínimos. Apenas cuatro mil abonados, frente a los dieciocho mil que había al finalizar la década.

Y entre las novedades que implantó Chopera estuvo precisamente dar fuste al mes de julio, una vez finalizada la feria de San Isidro y antes de la diáspora veraniega de agosto. Fue en 1983, cuando cambió el panorama. A la tradicional de la Prensa, una concurso que Ortega Cano, que venía de indultar a «Belador» de Victorino el año anterior, y Curro Durán despacharon mano a mano, siguió el 10 de julio la puerta grande Julio Robles, en una tarde en la que estuvo arropado por Antoñete y Manzanares. Y una semana después, otro cartel fuerte, Antoñete, Ángel Teruel y Capea, con toros de Osborne.

En 1984, siguió el experimento muy bien acogido por el público. El primero de julio, toros de Atanasio Fernández, para Curro Vázquez, Julio Robles y Roberto Domínguez, y el día 8, Curro Romero y Paula, con el caballero Álvaro Domecq, ante una corrida de Montalvo. La temporada siguiente, Dámaso González, Curro Vázquez y Ortega Cano en la de la Prensa, y Curro Romero, Julio Robles, que volvió a salir a hombros, y Pepe Luis Vázquez el 7 de julio con toros de Aldeanueva.

Otro mes de julio con carteles fuertes fue el de 1987. Litri y Rafi Camino mano a mano con novillos de El Torreón, el día 5; y la denominada Corrida del Arte con Antoñete, Curro y Paula el día 12. Se lidiaron aquella tarde toros del Marqués de Albayda, y dos se les fueron vivos a Romero y a Paula, en un festejo de gran intensidad.

Antoñete, Curro Romero y Manili, torearon el 3 de julio de 1988 toros de Torrestrella, con la conmoción todavía presente de la gran tarde que dio Capea unos días antes al triunfar plenamente ante los victorinos en solitario. El 10 de julio, Paula, Robles y Ortega Cano pasaron sin dejar huella.

Los ochenta, una década con un mes de julio plagado de carteles fuertes que poco a poco se fueron difuminando en las siguientes temporadas hasta llegar nuevamente a la travesía del desierto en que volvió a convertirse Las Ventas durante los meses de verano.

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