Rocío
Monasterio hace el paseíllo en el mundo rural madrileño y escucha a los
criadores de lidia: «Es urgente una ayuda directa y temporal para los ganaderos
de lidia o no llegarán a diciembre», afirma la presidenta de Vox en la
Comunidad de Madrid
ROSARIO
PÉREZ
Diario ABC
de Madrid
Mientras la muerte cabalgaba en la ciudad, una
esplendorosa primavera revivía el campo. «Ha sido un arma de doble filo, porque
a los ganaderos nos ha callado, pero ¿qué pasará en diciembre?», se pregunta Jacobo
Llorens de la Serna. «Muchos ganaderos no pasarán el invierno», afirma Belén,
de la divisa de los Ortega. Es la triste verdad que se avecina para muchos
criadores de lidia, que estiman unas pérdidas de 77 millones de euros:
«Nosotros tenemos unos gastos fijos de ocho mil euros al mes y no hay ningún
ingreso», lamenta Jacobo. Es la dura realidad de las gentes del campo, tan
devastado por la crisis del Covid-19. Mientras recorremos la finca «El Bosque»,
en Buitrago de Lozoya, Rocío Monasterio escucha con atención el latido de la
dehesa brava: «Los ganaderos de lidia necesitan con urgencia ayudas directas,
de manera temporal, o no llegarán a diciembre. Desde Vox lo hemos pedido en
Madrid».
Hasta los propios santacolomas de María Antonia de
la Serna reburdean, como si un quejido crujiese las cuerdas de la tierra.
Nacidos para luchar en el ruedo, su destino podría ser el de un frío matadero:
«Somos una ganadería corta y nunca hemos enviado nada al matadero, aunque este
año quién sabe... No queremos, para que nos paguen un euro por kilo en canal...
Preferiríamos que nos rebajasen las tasas para que se entrenen los toreros y
ver qué juego dan», comenta su hijo Jacobo. «Si en Madrid cuesta 500 euros, en
Castilla-La Mancha es la mitad; aquí también debería rebajarse para ayudarlos»,
apunta Íñigo Henríquez de Luna. Se barajan las ayudas para mantenerlos vivos y
para sacrificio. De ello se habla en las reuniones entre los ganaderos
madrileños, bajo la batuta de Belén Ortega, licenciada en Ingeniería de
Caminos, Medio Ambiente y Farmacia, pero con alma ganadera: «Es el momento de
unirnos, pero es muy difícil. Eso sí, ya les he avisado: o la puerta grande o
la enfermería. La ganadería de mi padre está en Aranjuez, en zona de regadío,
pero otros compañeros lo pasarán francamente mal». «En el mundo del toro se
hace mucha demagogia -continúa Jacobo-. Estamos tan denostados que quizá
algunos políticos nos diesen antes ayudas para sacrificio que para vida. Un
"podemita" se quedará tan a gusto si llevamos 200 vacas al matadero,
pensará que una ganadería menos...»
Ensabanados y cárdenos claros, con la fina belleza
de sus orígenes, observan a los visitantes. Abrasa el sol y los animales buscan
la sombra de las encinas. Rocío Monasterio echa pie a tierra y posa con el
ganado bravo al fondo. «Jefa, con esa falda roja va a arrancarse algún toro»,
dice Paula, de su equipo de comunicación, que prefiere no bajar del remolque.
Pero la presidenta de Vox en la Comunidad de Madrid, acompañada por el diputado
Henríquez de Luna, pisa con firmeza y sonríe a la cámara.
«La
tauromaquia es nuestra cultura, nuestra identidad, nuestro patrimonio, nuestras
raíces. En Vox la defenderemos sin complejos y con valentía»
Junto a la línea de fuego, preguntamos a los
criadores de reses bravas qué pedirían a los políticos: «Ayudas para
mantenernos con vida, somos unos románticos, pero esto es una ruina», afirma
Llorens de la Serna. «O nos ayudan o nos quedaremos en el camino. Y, repito,
debemos unirnos de una vez», añade Ortega. Los problemas internos, de una
desunión histórica, se suman a los externos, con los ataques del falso
animalismo y el ninguneo del Gobierno, pasando cada pelota al tejado de las
Comunidades o de Ministerio en Ministerio.
¿De qué encaste serían los partidos políticos de
hoy?, preguntamos. «Lo tengo claro, pero prefiero no decirlo», comenta Belén. Y
apostilla Jacobo: «Lo que está claro es que hasta el encaste más malo estaría
por encima de Podemos, son lo peor».
Toma la palabra Monasterio: «Es urgente una ayuda
de seis meses por cabeza de animal. Aquí estamos perdiendo fondos europeos para
aburrir y hay un sectarismo total, según los amigos del político de turno. Es
fundamental defender la tauromaquia como sector, es fundamental defenderla
desde el punto de vista cultural y de identidad de España. Hay determinados
políticos que están empeñados en acabar con todo lo que represente nuestra
cultura, con todo lo que nos pueda unir. Eso no les gusta y lo atacan. Por
desgracia, la mayoría de los políticos tienen miedo, y esa parte de la
izquierda animalista está muy activa atacando al sector. Por eso, hay que ir de
verdad, sin ningún complejo. Yo veo que hay políticos que no se atreven, que
les da miedo, y no se dan cuenta de que, en España, sectores muy amplios de la
población dependen del toro. Y luego hay un tema clarísimo de libertad y de
identidad, de cultura».
En la tierra donde rezuma sangre de torería,
advertimos de la politización de los toros y del daño que puede hacer a un
sector que no para de clamar que «la cultura no es de izquierdas ni derechas».
«Es del pueblo», como habían apuntado antes otros en un encuentro en Colmenar Viejo
y apuntarán después ganaderos de bovino, caprino y ovino en Buitrago de Lozoya.
Tres caminos, tres encuentros de los diputados de Vox con el mundo rural. «Aquí
se ha politizado todo, desde los toros a la religión, pero es evidente que un
sector nos detesta y otros nos apoyan, aunque a medias», apunta Jacobo. Se
refiere ahora a la reunión del comité de crisis taurino con Isabel Díaz Ayuso:
«Todo lo que se dijo está muy bien y se lo agradecemos; lo de bajar el IVA al
toro bravo, que grava con el 21 por ciento, cuando deberíamos estar en el 4 o
en el 10 como producto cultural, pero eso depende del Gobierno y no de la
Comunidad de Madrid. Eso es un brindis al sol. Lo de la Escuela está muy bien
también, pero hay cosas más necesarias ahora, como que nos ayuden».
Entra Monasterio con un puyacito: «Eso está muy
bien, y hay que apoyarlo, pero con la escuela los ganaderos no llegan a
Navidad. No paro de decirlo: hay que ayudar a los ganaderos de manera directa».
Hablamos del intervencionista pliego de condiciones de Las
Ventas, «con su afán recaudatorio». «¿De eso se habló algo? En el comunicado no
venía».
María Antonia de la Serna, en el umbral de los
ochenta años, cuenta que no ha visto una situación tan difícil nunca: «Mantengo
la ganadería por tradición familiar y yo me niego a perderla». A su marido,
José Ignacio Llorens, las noches se le hacen muy largas. Cuesta conciliar el
sueño: «Se sufre mucho, los animales no tienen salida», dice bajo un azulejo de
la Virgen de las Angustias y un reloj con los colores de nuestro país. Frente a
él, una bandera de España de varios metros. Hasta en el aperitivo, sobre una
tortilla española, una bandera rojigualda y una mascarilla con «la cultura no
se censura». «No entiendo cómo la gente no ama su país. Somos españoles»,
subraya la ganadera mientras nos muestra la placita de tientas. Por allí, en
Semana Santa, hubiesen pasado 500 norteamericanos para recibir clases de toreo,
pero la pandemia lo impidió. «Todo ese ingreso lo hemos perdido», señala su
vástago. El drama aumenta por la poca querencia de los toreros hacia este
encaste: «Esto no lo quiere nadie. Las figuras de hoy no torean. Solo quieren
toros bobitos. Eso no es torear», dice la heredera de la sangre La Serna. «¡Y
luego -añade-, no hay derecho a que algunos políticos ataquen así al mundo del
toro. Es un ataque a España. Esta mujer [Rocío Monasterio] sí nos apoya».
Los diputados de Vox en la Asamblea de Madrid
toman nota de las quejas del sector. Interviene Monasterio: «Los ganaderos de
lidia están olvidados por el complejo de los políticos. Hay mucho progre que
ataca sistemáticamente al toro y todo lo que tenga que ver con la identidad
española. Hay partidos que deberían estar defendiendo esto a capa y espada,
pero no lo hacen». ¿No cree que la asistencia de un partido político a la
concentración de Las Ventas aumenta la politización de la tauromaquia y genera
aún más rechazo de otros? «Yo lo que creo es que ahí no debería haber estado
solo Vox, sino todos los partidos para apoyar un patrimonio cultural como es la
tauromaquia. Nosotros no tenemos complejos. Defendemos los toros con valentía».
Aficionada, cuenta que su marido, Iván Espinosa de
los Monteros, es maestrante en Ronda y que años atrás a ella le encantaba
pintar con plumilla retazos de las faenas. «Ronda me maravilla. Animo a que den
toros allí el primer sábado de septiembre, y a partir de ahí todas las ferias
de ese mes y, por supuesto, la de Otoño en Las Ventas».
Regresamos al ruedo rural: «Hay un tema esencial
de empleo y sustento de muchas zonas de España, donde la despoblación es
clarísima. Esos que gritan por los problemas demográficos y de despoblación de
amplias zonas de España, encima lo promueven. Apoyar la ganadería permitiría
seguir adelante y llevar un sueldo a casa, pero algunos lo hunden, no solo no
defendiéndolo, sino atacándolo, con una burocracia brutal, con unas leyes que
dificultan el desarrollo, con una ley del suelo que no les permite ni siquiera
conservar instalaciones básicas. No se le puede decir a la gente que se
mantenga en los entornos rurales si luego no le das la oportunidad de salir
adelante. Aquí opinan del toro gente que no entiende del toro ni del campo y
que no tiene interés por conocerlo. En Vox no todos entendemos de campo, pero
por lo menos nos interesa enterarnos, aprender escuchando». E insiste: «Ahora
lo que hay es una urgencia de seis meses. Y eso no se resuelve con escuelas,
sino con ayudas directas y fondos europeos».
El lamento del mundo del toro bravo es también el
de las otras gentes del planeta ganadero. Se lo trasladan a Vox, que ha sabido
ganarse a parte de las gentes del campo, otrora feudo socialista -«el PSOE ya
no es lo que era», apunta un ganadero- y agradecen su visita para conocer de
cerca la realidad en medio de la crisis más alarmante. «Yo soy del PP. En el PP
algunos también nos apoyan», dice un ganadero. «Yo les iba a votar en las
últimas elecciones, pero al final voté a Ciudadanos y me arrepiento», comenta
un ganadero de manso. «Para mí Vox estaría a la izquierda», espeta un ganadero
de caprino, quesero y legionario. «Agradecemos que Vox nos escuche y se
interese por los ganaderos», añade otro. Todos critican el cierre del matadero
de Buitrago. «Ahora tenemos que ir hasta el matadero de Colmenar, lo que nos
supone 60 euros de sobrecoste por cabeza». Ruinoso.
En la despedida, frente al matadero, Henríquez de
Luna resume los problemas que les han trasladado los ganaderos de la zona norte
de Madrid: «Tienen muchos y el Gobierno de la Comunidad de Madrid tendría que
ser más sensible a sus críticas. Han denunciado, por ejemplo, que pierden
muchas subvenciones de los fondos europeos en las inversiones que hacen en sus
instalaciones porque la autorización urbanística no les llega y al final los
pierden. Hay que reformar la ley del suelo. En Buitrago de Lozoya nos han
reclamado que su histórico matadero se vuelva a abrir. Por cuestiones
urbanísticas, al final no se hace y esto les trastorna mucho. Su apertura
reactivaría la economía de la zona». Cierra Rocío Monasterio, que recalca su
apoyo al campo y a la Fiesta: «La tauromaquia es nuestra cultura, nuestro
patrimonio, nuestras raíces. No puede ser que porque haya partidos que la
ataquen, otros callen. En Vox no tenemos ningún tipo de complejo. Iremos allá
donde haga falta para escuchar a los ganaderos, defenderlos y dar la cara.
Apoyaremos sus reivindicaciones y lo haremos con valentía».
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