BORJA ILIÁN
Fotos: Mario Guzmán / EFE
La octava corrida de la Temporada Grande en la
Plaza México finalizó este domingo con la puerta grande del matador mexicano
José Mauricio, tras una faena en la que se vio superado por la casta de «Malagueñito»,
perteneciente al hierro de Barralva. El
también mexicano Fermín Rivera cortó una oreja al quinto de la tarde mientras
que el español David Fandilla "El Fandi" fue pitado en sus dos toros.
Las reses del hierro de Barralva, bien presentadas salvo el lidiado en segundo
lugar, fueron encastados en general sobresaliendo el sexto con el que José
Mauricio logró las dos orejas. Unas 6.000 personas acudieron al coso de Ciudad
de México. Se cortó la coleta el subalterno Felipe Kingston.
Tras siete corridas de ganado mal presentado, blando
y sin casta, los toros de Barralva facilitaron que el octavo festejo resultase
el más interesante de lo que llevamos de Temporada Grande. Animales con trapío
rematado en defensas muy serias que se mantuvieron fijos durante la lidia y
tomaron los engaños con codicia. No fueron nobles fáciles que iban y venían, su
casta obligaba a mandar y tragar mucho por parte de los matadores.
José Mauricio destacó en el tercero de la tarde en
una tanda de naturales ejecutada con temple, ortodoxia y ligazón. Antes había
llevado al de Barralva al centro del ruedo con torería, para realizarle allí la
faena, que salvo ese pasaje por la izquierda y algún buen muletazo con la
derecha careció de mayor interés. Falló con los aceros y a pesar de los dos
avisos dio una injustificada vuelta al ruedo.
José Mauricio |
Mucho más exagerada fue la valoración de la labor
de José Mauricio con el que cerró plaza. El cornúpeta colorado, de nombre «Malagueñito»,
tenía el peso más bajo del encierro pero era de hechuras impecables además de
ser corniabierto y cornalón. Tomaba los engaños con violencia, acudió al
caballo a la carrera, recibió fijo el castigo, se enceló en banderillas
llegando a prender al banderillero Sergio González y tomaba la muleta haciendo
el avión. La errática faena de Mauricio se inició dejando al toro crudo tras el
tercio de varas. A partir de ahí, el matador mexicano no ofreció al astado el
sitio preciso para obligarlo a tomar la tela para aprovechar su embestida a ras
de suelo, especialmente por el pitón derecho. El muy encastado desarrolló
peligro por la falta de mando y empezó a quedarse a mitad de los pases que
nunca llegaron a ser completos.
La faena se tornó emotiva pero sin fundamento. Por
momentos José Mauricio aguantó los derrotes de «Malagueñito» buscando completar
una tanda, pero cuando el Barralva le prendió por primera vez, el torero se
limitó a hacer desplantes en la cara del toro mientras le restregaba la muleta
por el morrillo. El tremendismo caló entre los aficionados. Tras tirarse a
matar con mucho valor logró estoquearlo, pero de nuevo fue volteado, los
graderíos se enardecieron mientras se llevaban al torero a la enfermería. Al tiempo
que los pañuelos afloraban, «Malagueñito» agonizaba con bravura, sin
abrir la boca y levantándose a pesar de la mortal estocada. Fue apuntillado con
los cuartos traseros erguidos. El juez de plaza otorgó dos orejas tan injustas
como los pitos que la mayoría de los aficionados dedicaron al mejor toro de lo
que va de Temporada Grande. El torero volvió a la arena y pudo pasear sus
trofeos.
Fermín Rivera |
La otra oreja de la tarde la logró Fermín Rivera
por una faena ante otro buen bovino de Barralva en la que siempre le faltó un
paso y de la que destacó una tanda de derechazos.
El español El Fandi tuvo dos rivales encastados que
le superaron al citar muy despegado. Al verse abrumado por la peligrosa bravura
de ambos abrevió, lo que motivó las protestas del público.
Acabó el festejo con una puerta grande en Ciudad de
México que premia la falta de sitio y pone bajo sospecha la bravura y la casta
que requiere una plaza de primera categoría. / EFE
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