La
presentación del cartel pictórico de la Maestranza es el primer capítulo del
calendario taurino según Sevilla. En la Macarena también madrugan para desvelar
el calendario de actos que conmemorará el centenario de Gallito.
ÁLVARO R.
DEL MORAL
@ardelmoral
@ardelmoral
Diario CORREO
DE ANDALUCÍA
La presentación del cartel pictórico de la Real
Maestranza oficia cada año de primer pistoletazo de salida de la campaña que
vendrá. La cita es este mismo martes, recuperando las fechas tradicionales
después del retraso circunstancial -el pintor escogido inicialmente falleció
sin poder cumplir el encargo- que obligó a presentar la obra a mediados del
pasado mes de febrero. Se trata, en definitiva, del cuadro que timbra la
cartelería, el billetaje y los programas de mano de la temporada taurina
sevillana. En el año que ya pide la cuenta, finalmente, la receptora del
encargo fue la creadora salmantina María Gómez. Interpretó a su forma la figura
de Chicuelo al cumplirse el centenario de su alternativa en el coso sevillano.
El resto forma parte del guión establecido: la Casa suma una obra de una firma
de referencia para la pinacoteca de arte contemporáneo iniciada bajo la
sugestión del recordado caballero maestrante y pintor Juan Maestre de León. El
tiempo está dando la razón a los caballeros de Nuestra Señora del Rosario que
asumen los riesgos que entraña la apuesta. Pero una cosa es la firma y su
trascendencia; otra, el público inmediato que debe ‘consumir’ esa obra. Ahí si
llegan las olas que los maestrantes surcan con flema británica. En el catálogo
inaugurado en 1994 por Luis Manuel Fernández hay carteles para todos los gustos:
algunos levantaron una tremenda polvareda en su momento; otros pasaron
inadvertidos pero todos forman ya una valiosa colección dentro del patrimonio
del cuerpo nobiliario.
La oportunidad de recordar a Gallito
Este año se ha escogido el nombre de un pintor
alemán –un tal Albert Oehlen- que difícilmente habrá oído hablar nunca de José
Gómez Ortega. Se anunciaba como Gallito en los carteles y en el inminente 2020
se cumplirá un siglo de su trágica muerte en Talavera de la Reina. Ya saben de
sobra –se lo hemos contado con pelos y señales en estas mismas páginas- que la
Hermandad de la Macarena se dispone a abanderar ese centenario fundamental.
Fernández Cabrero, que se ha liado la capa de merino a la cabeza sin ningún
tipo de complejo, ya ha firmado el contrato con el escultor Manuel Martín
Nieto. El imaginero de Morón será el encargado de fundir en bronce la figura
del Coloso de Gelves. La estatua se levantará delante del atrio macareno, muy
cerca de esa Virgen de la Esperanza que Rodríguez Ojeda cubrió de gasas negras
tras la tragedia de Talavera. Este mismo miércoles se conocerán las líneas
maestras del resto del programa de actos y actividades impulsado por la
cofradía de la Madrugada en colaboración con la Cátedra Sánchez Mejías de la Universidad
Hispalense, con el profesor Juan Carlos Gil al frente de la tropa. Ya se contó
también: las acciones girarán entre una exposición antológica y una serie de
actividades complementarias en las que brillarán varias charlas y mesas
redondas para conocer mejor todas las aristas del que fue llamado rey de los
toreros.
Heridas cerradas
Llegados a este punto es imposible abstraerse de
la compleja relación que mantuvo Joselito con la Real Maestranza de Caballería
que ya rompió el maleficio, de alguna manera, escogiendo su figura para
pregonar gráficamente la temporada 2012 con una obra del pintor valenciano
Manuel Valdés. Pero el morbillo, de alguna manera, continúa un siglo después.
El sueño de la Monumental de San Bernardo –que no logró sobrevivir a su
creador- acabó convertido en pesadilla para muchos. Las fuerzas vivas de la
época –con la Maestranza al frente- no perdonaron a José aquel pronunciamiento
que ya queda escrito en los márgenes de la historia. No fue la única regla que
pretendió romper el torero de Gelves, que detentó un papel mucho más
vanguardista del que le confería hasta no hace tanto la historia oficial. Los
amores prohibidos con Guadalupe de Pablo Romero; la indisimulada campaña de
acoso y derribo orquestada desde cierto diario -con el interesado Gregorio
Corrochano al frente- o el fallecimiento de su madre amargaron sus últimos
años... Ha pasado un siglo desde que ‘Bailaor’, el toro de la Viuda de Ortega,
inmortalizara al rey de los toreros. Ya no hay heridas. La ciudad entera se
dispone a honrar a uno de sus hijos más preclaros siguiendo esa bandera que ha
enarbolado la hermandad de la Macarena. Este mismo miércoles arranca el año
Gallito. Gloria al rey de los toreros.
Aún no tenemos pregonero
Pero ya que andamos hablando de la valiosa acción
cultural de la Real Maestranza de Caballería, hay que andar pendientes del nombramiento
del pregonero taurino de la temporada que vendrá. Ya no debe tardar mucho. La
nómina de esos autores es paralela a la de los pintores y obedece también a un
criterio de excelencia académica, social o literaria que ha llevado hasta el
atril del Lope de Vega a nombres de prestigio y resonancia internacionales. Los
riesgos también han sido similares. Nada que no sepan: la colección de pregones
incluye textos de indudable calidad –también algún tostón olvidable- que no
siempre funcionaron sobre las tablas. El del pregón es un género con claves
propias dentro de la idiosincrasia hispalense que difícilmente pueden tocar
autores ajenos a esa sensibilidad. Para qué vamos a negarlo: Alberto García
Reyes acabó con el cuadro el pasado Domingo de Resurrección aportando calidad
literaria sin dejar de pulsar esas teclas sevillanas y haciendo gala de un gran
dominio escénico. La papeleta es gorda para la junta de gobierno de la
Maestranza...
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