lunes, 9 de diciembre de 2019

OBSERVATORIO TAURINO - Tiempo de vísperas

La presentación del cartel pictórico de la Maestranza es el primer capítulo del calendario taurino según Sevilla. En la Macarena también madrugan para desvelar el calendario de actos que conmemorará el centenario de Gallito.
ÁLVARO R. DEL MORAL
@ardelmoral 
Diario CORREO DE ANDALUCÍA

La presentación del cartel pictórico de la Real Maestranza oficia cada año de primer pistoletazo de salida de la campaña que vendrá. La cita es este mismo martes, recuperando las fechas tradicionales después del retraso circunstancial -el pintor escogido inicialmente falleció sin poder cumplir el encargo- que obligó a presentar la obra a mediados del pasado mes de febrero. Se trata, en definitiva, del cuadro que timbra la cartelería, el billetaje y los programas de mano de la temporada taurina sevillana. En el año que ya pide la cuenta, finalmente, la receptora del encargo fue la creadora salmantina María Gómez. Interpretó a su forma la figura de Chicuelo al cumplirse el centenario de su alternativa en el coso sevillano. El resto forma parte del guión establecido: la Casa suma una obra de una firma de referencia para la pinacoteca de arte contemporáneo iniciada bajo la sugestión del recordado caballero maestrante y pintor Juan Maestre de León. El tiempo está dando la razón a los caballeros de Nuestra Señora del Rosario que asumen los riesgos que entraña la apuesta. Pero una cosa es la firma y su trascendencia; otra, el público inmediato que debe ‘consumir’ esa obra. Ahí si llegan las olas que los maestrantes surcan con flema británica. En el catálogo inaugurado en 1994 por Luis Manuel Fernández hay carteles para todos los gustos: algunos levantaron una tremenda polvareda en su momento; otros pasaron inadvertidos pero todos forman ya una valiosa colección dentro del patrimonio del cuerpo nobiliario.

La oportunidad de recordar a Gallito

Este año se ha escogido el nombre de un pintor alemán –un tal Albert Oehlen- que difícilmente habrá oído hablar nunca de José Gómez Ortega. Se anunciaba como Gallito en los carteles y en el inminente 2020 se cumplirá un siglo de su trágica muerte en Talavera de la Reina. Ya saben de sobra –se lo hemos contado con pelos y señales en estas mismas páginas- que la Hermandad de la Macarena se dispone a abanderar ese centenario fundamental. Fernández Cabrero, que se ha liado la capa de merino a la cabeza sin ningún tipo de complejo, ya ha firmado el contrato con el escultor Manuel Martín Nieto. El imaginero de Morón será el encargado de fundir en bronce la figura del Coloso de Gelves. La estatua se levantará delante del atrio macareno, muy cerca de esa Virgen de la Esperanza que Rodríguez Ojeda cubrió de gasas negras tras la tragedia de Talavera. Este mismo miércoles se conocerán las líneas maestras del resto del programa de actos y actividades impulsado por la cofradía de la Madrugada en colaboración con la Cátedra Sánchez Mejías de la Universidad Hispalense, con el profesor Juan Carlos Gil al frente de la tropa. Ya se contó también: las acciones girarán entre una exposición antológica y una serie de actividades complementarias en las que brillarán varias charlas y mesas redondas para conocer mejor todas las aristas del que fue llamado rey de los toreros.

Heridas cerradas

Llegados a este punto es imposible abstraerse de la compleja relación que mantuvo Joselito con la Real Maestranza de Caballería que ya rompió el maleficio, de alguna manera, escogiendo su figura para pregonar gráficamente la temporada 2012 con una obra del pintor valenciano Manuel Valdés. Pero el morbillo, de alguna manera, continúa un siglo después. El sueño de la Monumental de San Bernardo –que no logró sobrevivir a su creador- acabó convertido en pesadilla para muchos. Las fuerzas vivas de la época –con la Maestranza al frente- no perdonaron a José aquel pronunciamiento que ya queda escrito en los márgenes de la historia. No fue la única regla que pretendió romper el torero de Gelves, que detentó un papel mucho más vanguardista del que le confería hasta no hace tanto la historia oficial. Los amores prohibidos con Guadalupe de Pablo Romero; la indisimulada campaña de acoso y derribo orquestada desde cierto diario -con el interesado Gregorio Corrochano al frente- o el fallecimiento de su madre amargaron sus últimos años... Ha pasado un siglo desde que ‘Bailaor’, el toro de la Viuda de Ortega, inmortalizara al rey de los toreros. Ya no hay heridas. La ciudad entera se dispone a honrar a uno de sus hijos más preclaros siguiendo esa bandera que ha enarbolado la hermandad de la Macarena. Este mismo miércoles arranca el año Gallito. Gloria al rey de los toreros.

Aún no tenemos pregonero

Pero ya que andamos hablando de la valiosa acción cultural de la Real Maestranza de Caballería, hay que andar pendientes del nombramiento del pregonero taurino de la temporada que vendrá. Ya no debe tardar mucho. La nómina de esos autores es paralela a la de los pintores y obedece también a un criterio de excelencia académica, social o literaria que ha llevado hasta el atril del Lope de Vega a nombres de prestigio y resonancia internacionales. Los riesgos también han sido similares. Nada que no sepan: la colección de pregones incluye textos de indudable calidad –también algún tostón olvidable- que no siempre funcionaron sobre las tablas. El del pregón es un género con claves propias dentro de la idiosincrasia hispalense que difícilmente pueden tocar autores ajenos a esa sensibilidad. Para qué vamos a negarlo: Alberto García Reyes acabó con el cuadro el pasado Domingo de Resurrección aportando calidad literaria sin dejar de pulsar esas teclas sevillanas y haciendo gala de un gran dominio escénico. La papeleta es gorda para la junta de gobierno de la Maestranza...

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