Desde hace unos años residía en el Perú
RUBÉN DARÍO
VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
Foto: Marcial Lopez Aramacuto
No salimos de nuestro asombro. Dicen que la única
manera segura de morirse es estar vivo. Y cuando esta llega, nos sorprende a
todos. Es lo que ha sucedido este lunes cuando nos enteramos a través de las RRSS
el trágico final del conocido mozo de espadas caraqueño Martin Ramos en suelo
peruano.
Persona jovial, de una singular manera de andar en
el lio del toro desde muy joven, Martin fue en sus duros comienzos novillero
con amplias aspiraciones a mediados de la década de los ´70 que buscarían ese
anhelado sueño en la ciudad capital, cuando esta era el epicentro del toreo en
Venezuela y en especial el Nuevo Circo de Caracas.
Pero su afición pudo más… a pesar de no alcanzar
las mieles de la gloria taurina se hizo un grandioso mozo de espadas, a las órdenes
de toreros de tanta o igual personalidad como Leonardo Benítez, y una larga
lista de espadas nacionales e internacionales quienes disfrutaron de sus servicios
profesionales y atenciones. Y en especial la amistad, e ilusión de ver a sus
sobrinos en la cúspide de esta dura profesión como lo están desarrollando los matadores
Antonio José y Ángel Ramos, al igual que todos los toreros de la saga de los
Vanegas, comenzando por César, Manolo o Anyinson, y últimamente Jesús Enrique
Colombo, coletas a quienes sirvió espadas recientemente no hace unos días atrás.
Miembro de la saga taurina de los Ramos, Martin
junto a su hermano Antonio, se labraron
cartel en las recordadas novilladas con ganado criollo, sacando también partido
a su otro gran oficio como lo fue el de carpintero en donde destacaría su destreza.
Infausta noticia el que este lunes nos enteremos
que un ACV, según comentan, cuando se trasladaba en taxi tras arribar de un largo
viaje en el cumplimiento de sus funciones taurinas. No hubo manera de
recuperarle, por lo que sería traslado a un centro sanitario limeño para
certificar su muerte y con ello, iniciar su velatorio, al lado de sus
familiares y amigos más cercanos que residen en suelo peruano, como él, con la ilusión
de mantenerse en el lio del toro, oficio el cual dedicó gran parte de su vida.
Descanse en paz Martin… ya no volveremos a verte
en los callejones tu efusiva personalidad, tus multicoloreadas camisas anudadas
con pañuelo al cuello, el cual te crearon y convirtieron ser un personaje difícil
de igualar.
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