Los
deseables cambios en las primeras líneas del frente del toreo y los primeros
movimientos del año Gallito condensan el argumento del último repaso de 2019.
ÁLVARO R.
DEL MORAL
@ardelmoral
Diario CORREO
DE ANDALUCÍA
Con este Observatorio despedimos el año y, de
alguna manera, damos la primera bienvenida al que vendrá. 2019 no fue un año
más en el toreo: los movimientos en la primera fila del frente han hecho
patente que nada es eterno. Los grandes han aguantado los envites y han defendido
–a veces contra toda lógica empresarial- su altísima cotización, forjada en
aquellos años de vino y rosas en las que los billetes no eran problema. Pero
hay una nueva baraja de matadores, con Roca Rey y Pablo Aguado a la cabeza, que
ya han obligado o terminarán de obligar a la patronal a marcar otras rayas en
ese escaso pastel que es la actual economía del toreo. Ése es el problema de
fondo: la tarta es la que es y cualquier comensal nuevo con verdadera autoridad
obliga a un complejo ejercicio contable que enseña algunas vergüenzas del
negocio. Ahí está el ejemplo del torero que, a la postre, podemos considerar
verdadero triunfador de la temporada.
En una recentísima entrevista concedida al
semanario Aplausos, Paco Ureña mostraba algunos condicionantes de su ruptura
con los anteriores mentores y su nueva etapa en manos de un empresario
emergente como José María Garzón, que también ha asumido el reto de sacar a
flote el Coso de Los Califas de Córdoba. El caso es que Ureña se duele de que,
a pesar de los premios y reconocimientos a su gran temporada, sigue sin entrar
en según qué carteles. El murciano querría haber toreado más de lo que lo ha
hecho y habla de ese “respeto” que invocan los toreros cuando saben que han
pasado una raya invisible. “Es surrealista que con la temporada que he hecho y
la de percances que ha habido solo haya toreado dos sustituciones y matado
veintinueve corridas de toros” insiste el triunfador de la temporada. Llegados
a este punto hay que hablar de apuestas. Urge una modificación del argumento de
ciertos carteles para dar sitio a estos toreros que necesitan asentar su plaza
en las ferias. La baraja es amplia aunque el gusto del aficionado no siempre va
unido al tintineo de las monedas en las taquillas. Ése será el principal reto de
las empresas –si están dispuestas a asumirlo- para el año 2020.
Más cosas del año Gallito
Pero hay otros temas que contar, como la
ebullición que ya rodea a ese año ‘Gallito’ que estamos a punto de estrenar. A
la comisión de actos creada en Sevilla por la Hermandad de la Macarena y la
Cátedra Sánchez Mejías hay que unir la que ya funciona en Madrid, catalizadora
de los actos paralelos que se celebrarán en la capital del Reino. Al hilo de
este renacimiento ‘gallista’ hay que recoger un interesante dato que refrescaba
el periodista valenciano José Luis Benlloch. El boceto del gran monumento que
se está cociendo en los talleres de Manuel Martín Nieto bajo el patrocinio de
la cofradía de San Gil está basado en una conocida fotografía del coloso de
Gelves. Menos conocidas eran las circunstancias en las que se inmortalizó esa
histórica imagen, tomada por Martín Vidal Romero –cabeza de una conocida
dinastía de reporteros gráficos valencianos- la tarde del 26 de octubre de 1913
en la plaza de toros de la capital del Turia. La fotografía retrata a un
Joselito juvenil y sonriente, montera en mano, que encabeza el paseíllo para
estoquear en solitario seis toros de Guadalest. Era el cierre de su temporada,
la primera completa como matador, y el certificado de su ascensión a la cumbre.
De la Edad de Oro a la Edad de Plata
Diez días antes se había producido el doctorado de
Juan Belmonte en Madrid. Algo estaba a punto de cambiar. La simbiosis de ambos
monstruos fue el hilo conductor de la llamada Edad de Oro del toreo,
sentenciada en Talavera de la Reina el 16 de mayo de 1920. Un siglo después nos
disponemos a hacer memoria viva de aquel tiempo apasionante que no se puede
deslindar de la efervescencia cultural y artística que se vivió en España entre
la Gran Guerra europea y la Guerra Civil. El toreo navegó como una vanguardia
más, marcando los caminos por los que iba a transitar el oficio en las décadas
siguientes. La alternativa y la muerte de José marcan simbólicamente el primer
capítulo de ese fecundo periodo que también tuvo sus epígonos en la llamada
Edad de Plata, fulminada en otro hecho de resonancias simbólicas: es otra
muerte trágica, la de Ignacio Sánchez Mejías después de la tremenda cogida de
Manzanares. Es tan curioso como aterrador. Ignacio quiso emular a José en todo
pero sólo le quedaba morir en una plaza. El año 2020 será una buena oportunidad
para profundizar en todo ello reivindicando el hondo significado cultural,
histórico –y por supuesto taurino- de la efeméride. Estamos preparados. Feliz
año 2020.
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