martes, 24 de diciembre de 2019

EL TRIUNFADOR REPASA SU 2019 - Paco Ureña, rumbo a la cumbre

“Ahora la mejora tiene que venir por el aumento del respeto que me he ganado como torero. El respeto engloba dinero, figuras, hierros de garantía… y un mayor número de contratos”, señala el de Lorca en torno a sus intenciones en 2020
Ángel Berlanga
Redacción APLAUSOS

Afrontaba la temporada más difícil de su vida y, caprichos del destino, ha acabado siendo la más rotunda. Sin ser una campaña abultada en cuanto a número de festejos, sí ha resultado ser demoledora, contundente. Triunfador en Madrid, Bilbao, Valencia, Nimes, Santander, Almería, Colmenar, Murcia, Logroño…, su nombre se ha repetido de forma constante a la hora de enumerar los grandes acontecimientos del pasado ejercicio, un año mágico para el murciano, que anhela recibir en los despachos en 2020 el respeto que se ha ganado con su espada y su muleta en el año que ya barbea tablas y está a punto de doblar.

-Si las puertas no se terminan de abrir ahora…, ¿qué más hará falta?
Ufff… -resopla- ¡Yo qué sé!

-¿No tiene esperanza o fe en ese sentido?
Hombre, sé lo que he hecho, lo que he conseguido y cómo he tenido que alcanzarlo, pero también sé cómo es este mundo. De todos modos no tengo prisa. Sé a dónde voy. Aquí lo importante es que cada año esté uno a mejor nivel y se sea mejor torero.

-Sí, pero…
Lo demás es cuestión de que el público, los aficionados, los periodistas… lleguen un día y digan: oiga, ¡ya está bien!, ¿no? Y en esas estamos.

-La afición y muchos compañeros de la crítica sí están pidiendo sin reservas que de una vez le abran paso entre los grandes.
Hombre… creo que es obvio que debe ser así. Es más, hay cosas que no se pueden acallar. La gente está yendo a la plaza a ver a Paco Ureña y lograr eso es muy difícil. Doy gracias a Dios por haberlo logrado.

-¿Había siquiera imaginado un año así, tan redondo?
-Es muy difícil. A la vista está la de toreros que hay en el escalafón y muy pocos consiguen, a pesar de llevar muchos años en activo, una temporada tan rotunda, sobre todo en plazas de importancia, de primera categoría y, además, toreando un número tan bajito de corridas.

“Soy ambicioso e inconformista. Nunca me veo bien. Siempre me encuentro pegas. Sé que mi margen de mejora todavía es muy amplio”

-No habrán sido muchas, pero sí de gran calado. Su año ha estado repleto de faenas que agarran y zarandean el corazón.
Ha habido tardes muy emotivas y especiales, difíciles de superar como, por ejemplo, la de Bilbao. Ser triunfador de tantas ferias, de Bilbao, Madrid, Valencia en Julio, Santander, Almería, Nimes en la Vendimia… es muy complicado. Es realmente difícil tener esa regularidad y, además, alcanzarla siendo fiel a lo que es uno como torero, es decir, dejando que aflore mi verdadera personalidad.

-Lo suyo ha sido resistir hasta vencer. Si no hubiese resistido -tanto cuando no le daba nadie un pitón como tras el percance del pasado año en Albacete- se hubiese perdido un año tan bonito como el que ahora acaba.
Es la magia del toreo, su imprevisibilidad tan maravillosa. Pero también es la vocación, el respeto, la entrega a una profesión en la que, si te vuelcas de verdad y tienes auténticas condiciones, al final, por mucho que te cueste, consigues disfrutarla y vivirla plenamente. El toreo es muy complejo, dependemos de muchos factores, pero llega un día en que, si resistes, tienen que juntarse todos. Afortunadamente yo he tenido esa suerte este año.

-¿Por dónde puede venir ahora la mejora? Digo como artista, ante el toro.
Quiero ser mejor torero, tener aún más regularidad, mostrar todavía más mi personalidad y que todas las personas que quieren verme torear puedan ilusionarse viéndome crecer cada día. Esa es mi obsesión, mejorar. Es lo que me trae de cabeza.

-Mejorar en los despachos también será parte de sus aspiraciones. ¿Por dónde puede llegar ahora esa mejora: por la pasta, los carteles, las ganaderías…?
La mejora tiene que venir por el aumento del respeto. El respeto a lo que me he ganado como torero, a lo que he ido haciendo cada día en la plaza ante el toro. El respeto engloba todo lo que ha dicho: dinero, figuras, hierros de garantía… y, como he dicho antes, un mayor número de contratos. Ya está bien de que el aficionado y el público pida ver a ciertos toreros y se les prive de ello. No hablo solo de mi caso, también es el de otros muchos compañeros.

-¿Cuánto le gustaría torear entonces?
Hombre, no es que sea un torero de ochenta corridas de toros, pero sí es cierto que mi caso de este año habrá sido único en la historia, o, si ha habido alguno, yo al menos no lo conozco. Es surrealista que con la temporada que he hecho y la de percances que ha habido solo haya toreado dos sustituciones y matado veintinueve corridas de toros. Es surrealista, insisto. Creo que no lo puede entender nadie. Me hace mucha gracia -ironiza dolido-, me parece un auténtico despropósito que atenta contra la tauromaquia y la gente que quiere ver nuevos toreros. Me hubiese gustado cerrar el año al menos con cuarenta corridas de toros. Ese hubiera sido un número acorde a los méritos contraídos y a la expectación que había.

-¿Torear de seguido favorece su nivel en la plaza?
En otro momento no lo sé, pero ahora mismo sí necesito torear. Tampoco todos los días, es decir, no hablo de torear por torear, pero sí necesito hacerlo un poco más de continuo por el problema de visión que arrastro. En cuanto dejo de torear un cierto tiempo noto que me cuesta más trabajo coger de nuevo los tiempos, las distancias, las alturas y ese tipo de requisitos técnicos.
"SI MATO SEIS TOROS EN MADRID SERÁ POR UNA CAUSA MUY ESPECIAL"

En más de una ocasión Paco Ureña se ha ofrecido públicamente a lidiar seis toros como único espada en Las Ventas. Sin embargo, sus peticiones se han visto siempre frustradas. Ahora, quién sabe, la situación podría dar un vuelco y pasar Ureña de peticionario a receptor del ofrecimiento. “Siempre ha sido algo que yo he ofrecido, algo que siempre he querido hacer y he tenido en mente. Si no se hizo fue porque no tendría que ser, pero seguro que cuando lo demande el público y lo creamos conveniente lo haremos; y si finalmente lo llevamos a cabo será por algún motivo o causa muy especial. Eso sí que es seguro”.

A la vista de sus palabras, la idea, pues, sigue en pie: “Le debo mucho a Madrid y sería una bonita manera de agradecer su cariño y entrega”, subraya el torero, a quien, en cambio, recordamos que esa misma afición quiso “enterrarle” el año en que lidió al famoso y bravo Agitador de Fuente Ymbro: “He vivido casi de todo en Madrid. He pasado por momentos duros, como aquel de Agitador, pero no vamos a echar culpas a nadie más que a mí, que no me entendí con un buen toro”, responde, y matiza todo seguido: “También es verdad que hubo una corriente demasiado fuerte en mi contra. Al final, como dice el refrán, a perro flaco todo son pulgas, es decir, que todo el mundo ataca al débil, es triste pero es así, y yo en aquel momento era el débil; pero como la vida es grande, y Dios es grande, después conseguimos darle la vuelta a la tortilla”.

De hecho, Ureña lleva cortadas once orejas en las diecinueve tardes que ha toreado en Las Ventas desde su confirmación de alternativa. “No es fácil cortar esas orejas en Madrid, pero aún he de mejorar ese palmarés. En esta profesión el balance hay que hacerlo cuando ya no estás en ella, no es de un año solo, ni de dos ni de tres, es de muchos más, por eso las figuras, para ser tales, han estado ahí cinco, siete, ocho, diez e incluso más años. ¿Torero de Madrid? Sé que he dado mucho, pero todavía me queda mucho por lograr para merecer ese título tan bonito”.

-¿Se reconoce ambicioso?
En el plano artístico sí lo soy. Ambicioso e inconformista. Nunca me veo bien. Es virtud y defecto al mismo tiempo. Siempre me encuentro pegas como torero, pero eso también es bueno porque implica que mi margen de mejora todavía es muy amplio.

-¿En qué porcentaje estamos del Ureña que busca?
Digamos que solo hemos visto un 40% del Ureña que puedo llegar a ser. Aún hay un 60% de margen de mejora.

-¿Se queda con el Ureña del relajo o el de postura más rota y barroca cuando ejecuta el toreo?
No podría elegir uno. Ambos son Ureña. Soy un torero de corazón. Hago lo que siento en cada momento. Según vaya entendiéndome con el animal o según lo que el animal vaya permitiéndome y sacándome como artista, aflora un tipo de toreo u otro. Hay veces que estoy de una manera y otras, de otra, pero siempre soy yo mismo.

-No hay nada premeditado, pues.
En el toreo es difícil premeditar. Hay que ser muy lince o tener una tauromaquia muy a tu favor para poder lograrlo, y ese no es mi caso. En mis circunstancias, indudablemente, cuesta mucho más trabajo poder expresarse, porque de la manera que quieres colocarte, de la manera que quieres hacer las cosas, de la manera que quieres darle las ventajas a los animales, todo es mucho más complicado, lo que pasa es que cuando sale tiene algo especial que engancha más. Ese es Ureña.

-Su sentido de la medida en las faenas ha sido otra de sus virtudes a lo largo del año. No se ha pasado casi nunca y ha cogido la espada en el momento oportuno, con la olla en plena ebullición. Es otro detalle diferenciador en una época, la presente, de faenas tan sumamente largas en muchas ocasiones.
Para mí el toreo no es pegar pases por pegar, ni torear por torear. Todo tiene su medida, su tiempo, y el toreo no es menos en ese sentido. A veces yo también he pecado de alargar las faenas en exceso, de tener muchos altibajos…, pero la madurez que da la experiencia y el saber dónde han estado tus errores van perfeccionándote como torero.

-Si le pregunto por la faena del año, ¿me hablará de cualquiera de las que tenemos todos en mente o elegirá, como sucede en ocasiones, alguna que haya pasado más desapercibida?
Gracias a Dios ha habido muchas, pero en vez de elegir una faena elegiría un día. Y sería el de Valencia por Fallas, el de mi reaparición, por todo lo que suponía. Me quedo con aquella sensación de sentirme de nuevo delante del toro. Ese ha sido el triunfo más importante de mi vida, el poder encontrarme de nuevo en una plaza y poder volver a ser yo. Al final esa es la faena más importante.

-Pasaría una mañana dura, de fantasmas y miedos, imagino.
No, no, al contrario, fue todo muy bonito, muy especial y muy sentido. Fue uno de los días que esperaba con más cariño e ilusión.

-El año también tuvo su dosis de hiel con el percance de Palencia o la lesión de costilla en San Isidro…
Sí, claro, no todo han sido mieles. Soy consciente de que soy un torero al que los toros cogen con frecuencia. No quiero que lo hagan, desde luego, pero esta es mi tauromaquia y soy capaz de seguir adelante. Las cogidas son mi sino, lo acepto con toda la naturalidad del mundo y ojalá que todos los percances que estoy teniendo, que he tenido y que me quedan por tener, me permitan al menos poder seguir toreando.

“Las cogidas son mi sino, lo acepto con toda la naturalidad del mundo. Mi corazón necesita entregarse mucho al animal y eso conlleva unos riesgos fuertes”

-¿Entiende que su tauromaquia tiene un índice de riesgo más elevado que las de otros compañeros?
Yo no debo hablar de los demás. Todos exponen y cada cual lo hace hasta donde llega su valor, pero todos dan el máximo, de eso estoy seguro. Además, habiendo un toro en la plaza nadie está exento de peligro…

-Eso es indiscutible (interrumpimos al torero), tan indiscutible como que unos se los pasan más cerca que otros…
Bueno, son tauromaquias, maneras de ver la vida, de ver el toreo y de sentirlo. En mi caso es obvio que es así. Mi corazón necesita entregarse mucho al animal y eso conlleva unos riesgos fuertes, no hay duda.

-Con la espada también ha sumado este año.
Es algo que he trabajado y he mejorado. He tenido mucha más regularidad que otros años, porque en general he sido siempre un torero irregular con el acero y, de hecho, he pinchado muchos toros importantes. Este año gracias a Dios me he sentido mucho más cómodo en ese aspecto.

-Acaba de torear en Lima y México, y a final de mes irá a Cali. ¿Cómo tiene planteado lo que resta de invierno?
Me gustaría torear otro par de corridas entre enero y febrero. Solo con eso evitaría el parón del que antes hablaba, que no me viene bien como torero. Aunque pueda torear en el campo, la plaza es la plaza...

-Desprende serenidad de espíritu.
Me he dado cuenta de que la vida aquí te cambia muy rápidamente. Para bien y para mal. La profesión es así. Yo he tenido la gran suerte de vivirlo prácticamente todo en el toreo y eso también me ha dado una serenidad y un punto de vista de mi carrera y de mi tauromaquia muy distinto al que tenía antes. Estoy mucho más sereno, mucho más consciente y al final todo eso se traduce en mi propia forma de interpretar el toreo.

-El entrenamiento de la mente habrá sido otro factor clave. En más de un momento habrá ido a mil por hora…
Ya lo creo… -admite- La cabeza a veces es incluso más difícil de domeñar que el toro. Hay tardes en que tu mente dice “hoy no” y es muy difícil convencerla de que debe ser que sí. El cuerpo es sabio y cuando la mente te lleva a pensamientos que no son buenos, te afecta, como es natural. Así que, sí, hay que tenerla fuerte.

-Se nota que la tiene.
NUEVA ETAPA CON GARZÓN

Una de las noticias sorprendentes cuando la temporada daba sus últimos coletazos fue la ruptura entre Paco Ureña y Simón Casas y Juan Diego. “En las relaciones no siempre las dos partes ven las cosas de la misma manera. Para bien o para mal, lo importante en la vida es que uno se equivoque por sí solo y no que te equivoquen. Además, si uno dice que no a algo y se acuerda entre las partes, luego hay que respetarlo y no hacer justo lo contrario por tu espalda”, señala el murciano, que acaba de estrenar en América su nueva relación profesional con José María Garzón. “José María está aportando mucho a la tauromaquia y estoy feliz de que me apodere. Trabaja para mí y yo para él. En esto del toro las cosas pueden ser fáciles o difíciles, y con él me resultan fáciles porque vemos todo por un mismo camino; y cuando es un sí, es un sí, y cuando es un no, es un no”, sostiene esperanzado.

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