CARLOS RUIZ
VILLAZUSO
MUNDOTORO
Dijo Woody Allen que le interesaba el futuro
porque «es el sitio en donde pretendo pasar el resto de mi vida». Una frase
ecologista de un ecologista no considerado como tal. Una paradoja que se
extiende por el mundo oficial que, como no puede ser de otra forma, tiene un
ecologismo oficial. Este tiene ya sus cumbres a través de La Convención Marco
de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 1992, firmada por 164
países y que celebra en Madrid su “cumbre” número XXV. Un paseo por IFEMA me da
pie a pensar porqué en estas cumbres solo hay gente de ciudad. Urbanitas de
grandes ciudades. Se concluye que el ecologismo es una ¿ciencia? de ciudad. El
mundo rural de cada país, no aparece si no es a través de representaciones más
o menos folklóricas.
Negar el desgaste de la sostenibilidad del planeta
es absurdo y peligroso. La Tierra es vieja y la única forma de hacerla
productiva y sostenible en su uso humano, es inyectarle juventud. Pero el
desgaste de la Tierra, planeta, viene dada por la suma de los desgastes de las
tierras, entendidas éstas como los hábitats individuales de cada zona, de cada
país. Un asunto en el que no cree el ecologismo oficial, dado a globalizar el
desastre y a localizarlo en los polos o los glaciares, lugares lejanos y casi
inalcanzables a la mente de un ser humano medio. La idea de desertización
global que nos indica el ecologismo oficial parte de lo lejano y “global”, Polo
Norte o Sur, para decir que es causa de la falta de agua de nuestro río local.
El ecologismo oficial, tratando de mejorar la Tierra para el
ser humano, olvida y ningunea al ser humano de las tierras de la Tierra. Una
irresponsabilidad adrede, no al azar. Entre otras cosas, por esta razón: el
ecologismo oficial va de la mano del animalismo oficial.
Existe, sin embargo, silencioso pero contundente
en la historia, un ecologismo no oficial que lleva años trabajando en
actividades olvidadas en las Cumbres del Clima, cuyo mensaje invierte el
mensaje oficial: el glaciar tal o cual del polo tal o cual desaparece porque en
cada charca, río, lago, campo, llanura, bosque, pueblo rural, hay un abandono
humano que lo deja morir a su suerte. Es justo al revés. Ese lejano glaciar que
se deshiele de golpe es consecuencia de todo aquello que no está presente en
las Cumbres del Clima. El ecologismo oficial, tratando de mejorar la Tierra
para el ser humano, olvida y ningunea al ser humano de las tierras de la
Tierra. Una irresponsabilidad adrede, no al azar. Entre otras cosas, por esta
razón: el ecologismo oficial va de la mano del animalismo oficial. Y todo
ecologista que se precie, sabe, que, sin ninguna duda, animalismo oficial y
sostenibilidad de la Tierra, son antagónicos.
¿Qué es el ecologismo no oficial? Unamuno lo
llamaría la intrahistoria del ecologismo. El día a día de la conciencia por
cada riachuelo, por cada hierba o espiga de trigo, por cada perro, caza pieza
de animal, cada arado, sembrado, cada cuidado de cada árbol de cada bosque. Ese
día a día a día llamado agricultura del agricultor no industrial, del ganadero
que no pertenece a la transnacional de la carne, del ganadero de bravo en su
dehesa, del cazador con sus perros, de los pescadores en sus ríos. Los obreros
a pie de obra que, sin embargo, son exégetas de cada Cumbre porque se ha decidido
que la Tierra no son la suma de sus tierras y sus hombres y mujeres, sino un
algo catatónico que se localiza allá lejos en los glaciares.
Cada vez que un pueblo cierra y se van sus gentes, se
deshiela un glaciar. Cada vez que el animalismo avanza en sus cotas de
prohibición sobre el quehacer humano en las tierras de la Tierra, (caza, perca,
sembradío, tauromaquia…) se desertiza el Planeta.
La oficialidad no dice qué es la macro ciudad y
sus necesidades, las megalópolis, las Ciudades Estado a las que nos dirigimos
en una involución social, la que hace agua al glaciar. Cada vez que un pueblo
cierra y se van sus gentes, se deshiela un glaciar. Cada vez que el animalismo
avanza en sus cotas de prohibición sobre el quehacer humano en las tierras de
la Tierra, (caza, perca, sembradío, tauromaquia…) se desertiza el Planeta. Pero
el ecologismo oficial maneja el problema, adrede, desde una mirada apocalíptica
casi extramuros de nosotros, allá a lo lejos. Una idea ideal para ser contenido
y continente de las redes sociales, recibida en sus terminales por los
adolescentes y creando en ellos una leyenda ecológica con su movimiento virtual
urbano. Un movimiento liderado por una adolescente llamada Greta. Y un problema
que se solucionaría con el buen acuerdo entre los 194 países firmantes de la
Cumbre. Es decir, que, de paso, esta leyenda virtual apocalíptica y global
pretende que Mozambique y sus necesidades básicas, se alinee con Estados Unidos
y sus no necesidades básicas. Pretenden que la mitad del planeta, con gobiernos
que aún no cumplen un mínimo sobre los derechos humanos, se pongan de acuerdo
con la realidad/leyenda del ecologismo adolescente de las redes sociales.
¿Se reflexiona en estas cumbres el daño irreparable a la
sostenibilidad de las tierras de la Tierra la prohibición de actividades
ecológicas como la caza o la tauromaquia?
Esta irresponsabilidad sobre la mirada inteligente
y humana del futuro, en la que nos ha llevado a una realidad de pánico sobre el
planeta: nos lo estamos comiendo. Pero ¿quién se lo está comiendo? ¿El hombre?
¿Y, de ellos, qué hombres? ¿Los animales? Y de ellos, ¿qué animales? Un pedo de
una vaca mansa emite un dañino CO2. ¿Y la bolsa de plástico polietileno donde
se recogen tres y cuatro veces al día las heces de las mascotas, qué emite?.
Eso por una parte, y por otra: ¿Se reflexiona en estas cumbres el daño
irreparable a la sostenibilidad de las tierras de la Tierra la prohibición de
actividades ecológicas como la caza o la tauromaquia? En Twitter, los supuestos
animalistas/ecologistas/mascotistas, se han convertido en los avalistas del
terror ecológico con sus peticiones bienestaristas. Los presupuestos de
bioequilibrio, de equilibrio natural sostenido, de riqueza biológica, la
capacidad de nuestra Tierra (y la tierra de nuestro país forma parte de ella)
se acaba, de tal manera que ni siquiera Woody Allen podrá vivir en ella «el
resto de su vida».
España llegó a tener una huella ecológica de 5,42 hectáreas
por habitante, cuando sólo tiene una biocapacidad, de 1,61 hectáreas. Es
decir, que para sostener nuestra huella ecológica necesitaríamos de un país con
la superficie de tres Españas.
El 10 mayo, a las 16 horas y 50 minutos, España
entraba en déficit ecológico. Europa entró el 28 de mayo y el Planeta Tierra el
2 de agosto. A partir de cualquiera de estas fechas, los habitantes de España y
los de la Tierra, han vivido del crédito
ecológico de los siguientes años. Son datos oficiales de las organizaciones
internacionales como la WWF (World
Wildlife Fund) y la GFN (Global Footprint
Network), avalados por el Ministerio de Medio Ambiente español , que se vio
obligado a realizar y publicar un estudio sobre nuestra huella ecológica.
España llegó a tener una huella ecológica de 5,42 hectáreas
por habitante, cuando sólo tiene una biocapacidad, de 1,61 hectáreas. Es
decir, que para sostener nuestra huella ecológica necesitaríamos de un país con
la superficie de tres Españas.
La terminología ecológica científica parece léxico
futurista, pero en realidad acoge conceptos muy sencillos. Lo que ocurre es
que, porque a nadie le interesa que sean conocidos, parecen cuestiones de
abracadabra, pero son tan naturales como muerte, vida, nacer, respirar, beber.
La ciencia llama presupuesto ecológico al equilibrio perfecto entre la riqueza
ecológica del país que vamos consumiendo día a día, y la capacidad del sistema
de regenerar y recuperar esa riqueza. Se mide en hectáreas globales por
habitante. Suponiendo que tenemos un valor 100 de riqueza ecológica como presupuesto anual y
gastamos 170, resulta que habremos de pedir un valor 70 de los recursos
ecológicos del siguiente año, lo que se lama, vivir del crédito ecológico. La
huella ecológica se expresa como el total de la superficie ecológica necesaria
que ha de tener que tiene un país para producir recursos que se sus habitantes
consumen y absorber los residuos que genera ese consumo.
La capacidad de España por producir lo que consume
es de 1,61 hectáreas globales por habitante, pese a ello, en lo que va del año
se ha consumido en este país 5,42 hectáreas globales por habitante, lo cual
deja un rastro muy negativo para el planeta, que se conoce como «huella
ecológica global«. Esto indica que España tiene un déficit ecológico global de
3,81 hectáreas por habitante. Este número indica recursos ecológicos que se
consumen sin que se los pueda regenerar. Pero lo que produce pánico es el
avance negativo de nuestra riqueza ecológica. En 1961 el país entró en déficit
ecológico el 2 de octubre; a los diez años, en 1971, la fecha se había
adelantado al 21 de julio y ahora entramos en mayo.
¿Qué está pasando? ¿Está España súperpoblada?
¿Tenemos hábitos de consumo y generación de residuos alarmantes? ¿Somos un país
sin cultura ecológica? Puede que la respuesta a las dos últimas preguntas
tengan responsabilidad en nuestro déficit ecológico alarmante. Pero hay causas
que el Misterio de Medio Ambiente no se atrevió a observar en 2007 y que,
científicamente, han ayudado de forma exponencial en las últimas tres décadas a
este desastre sobre el futuro ecológico. Y el futuro ecológico es el futuro de
vida social que hoy entendemos como tal. Una, la migración interna del campo a
la ciudad. Es decir, la desertización rural hacia una población urbanita tamaño
Ciudad Estado con lo que conlleva de actividad contaminante.
Por otro lado, este vacío de lo rural, deja a la
tierra a su suerte, abandonada. Sin el
animal humano, la tierra se seca, el río se muere, el fuego gana en
destrucción, el árbol queda al descuido. Y, con la súper población de las mega
ciudades, a pesar de su índice de natalidad ya negativo, llega el agente animal
de consumo llamado mascota. En números de progresivo crecimiento jamás
imaginado.
Para 2045 Medio Ambiente cifra en sólo un 8% el numero de
españoles en «lo rural». Hoy somos el 19,5%. La tendencia es aplastante y el
razonamiento de la causa, evidente
Desde 1961, el 75% de los habitantes del mundo
rural migraron hacia las ciudades en España, logrando un modelo poblacional, no
de mega ciudad, sino de ciudades de población media, con hábitos de mega
ciudad. La suma de población en espacios reducidos produce, de un lado, el
híper consumo y la híper generación de residuos, y , otro, el abandono productivo ecológico.
Para 2045 Medio Ambiente cifra en sólo un 8% el numero de españoles en «lo rural».
Hoy somos el 19,5%. La tendencia es aplastante y el razonamiento de la causa,
evidente. No es por azar que las comunidades de España con mayor riqueza y
presupuesto ecológico sean, por este orden: Extremadura y Castilla León… ¿
Puede ser porque es allí donde se ubican
los espacios productivos ecológicos o sumideros llamados «dehesa» en la
crianza del toro bravo, caza, pesca, pequeña agricultura y ganadería?
El ecologismo oficial deduce, de forma lógica, que
el aumento de la tasa de población sería otra causa de este desastre ecológico.
Pero, resulta que la tasa de natalidad actual en España ronda el 1,1% mientras
que hace décadas estaba en el 2,4%. Es más, España tiene ya un índice
vegetativo negativo (otra alerta roja) pues nacen menos españoles de los que
mueren cada año. Puede que dos estudios científicos que apenas ahora se les
esta atendiendo, tengan la respuesta. Uno de ellos se hizo en Australia, otro
en la Universidad de California, y los dos, realizados en tiempo y espacio
distintos, coinciden. El manejo y alimentación de sus mascotas producen una
huella ecológica negativa alarmante, y, muchos casos, superior a la de una ser
humano. Concluimos, blanco y en botella, que el incremento de mascotas en las
ciudades es ya un problema de manejo ecológico superior al del ser humano.
Gregory Okin, de la Universidad de California en
Los Ángeles (UCLA), decidió hacerse esa pregunta y lo que encontró fue
preocupante. Se dio cuenta de que los 163 millones de perros y gatos censados
en EEUU (hace seis años), son los
responsables del 25% del impacto ambiental del consumo de carne en su
país. Equivalen a 64 millones de dióxido de carbono al año liberados al
ambiente, la misma cantidad de gases que liberan 13.6 millones de automóviles
en el mismo período de tiempo. Concluyendo que
si los perros y gatos ‘gringos’ fueran una nación independiente
ocuparían el quinto lugar entre los países más contaminantes, solamente debajo
de Rusia, Brasil, Estados Unidos y China, el país más contaminante de la
tierra.
Extrapolando estos datos a Europa, se necesitaría
un país de la superficie de España para absorber el impacto ambiental negativo
solo de los perros censados en el continente. Según el Informe de Análisis de
los animales de compañía del Ministerio
de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, en 2012 había en España
3.588.016 hogares con al menos un perro, que en 2015 habían subido hasta
3.929.755. El estudio estimaba que el año pasado había unos 5.147.980 perros y
2.265.980 gatos en los domicilios del país, datos de 2017. Respecto a 2012,
eran un 10,37% más de perros (sólo los perros mascotas con chip, porque la
población es muy superior) Es decir, el
caso de las mascotas en España, necesitaríamos
una provincia con una superficie
superior a la de Andalucía para sostener su huella ecológica negativa. Por
mucho que los mascotistas (animalistas) traten de ocultarlo, sus pretensiones
bienestaristas son puro terrorismo ecológico. Del que no parece preocuparse el
ecologismo oficial.
Los profesores socio ecológicos australianos Robert y Brenda Vale, de la Universidad de Victoria (en Wellington,
capital de Nueva Zelanda), calcularon que para alimentar a un perro mediano tal
y como lo hacen hoy los propietarios urbanos de animales de compañía hacen
falta unas 0,84 hectáreas de terreno.
El mantenimiento de un perro mediano puede dejar
una huella ecológica superior a la de un gran vehículo 4×4, y la de un gato, a
la de un turismo; los animales domésticos están acabando con especies
autóctonas en la mayor parte del globo y hasta la recogida de las heces de los
canes en las calles –cuando se recogen– supone el gasto de millones de bolsas
de plástico diarias que no se podrán reciclar. A modo de comparación, para
compensar las emisiones de un Toyota Land Cruiser que recorriera 10.000
kilómetros al año bastarían 0,41 hectáreas. De acuerdo con sus estimaciones, un
gato casero de los que languidecen en tantos apartamentos tiene el mismo
impacto en el medio ambiente que un Volkswagen Golf: ambos consumen los
recursos de 0,15 hectáreas.
Un perro doméstico necesita de entre 0,84
hectáreas para su sostenimiento hasta 1,35, dependiendo de su peso. Un etíope
vive con 0,67, un vietnamita con un 0,71 y un pobre de una cuidad como Madrid,
Barcelona o Sevilla, con 0,70. Hay que tener en cuenta que, en pocas décadas,
el término animal será absorbido por el término Mascota, si atendemos a los
datos publicados por estos dos estudios: el 90% de todos los grandes animales
de la Tierra (los que tienen una masa superior a unos pocos kilogramos) son
seres humanos y animales domesticados. Toda la biomasa de animales grandes
podría dividirse en 300 millones de toneladas de humanos, 700 millones de
toneladas de animales domesticados y únicamente 100 millones de toneladas de
animales salvajes.
¿Por qué no alzar la voz con argumentos
científicos para denunciar que los procesos de satanización de lo rural,
incluyendo sus prácticas ancestrales de pequeños ganaderos, caza, pesca,
tauromaquia, … forman parte de un todo llamado Mercado Mundial de la Mascota?. ¿Por
qué no desnudar las mentiras ecologistas de los llamados animalistas y sus
lacayos políticos?
Por tanto, ¿por qué hablamos de bienestar animal
cuando la biomasa mundial de las mascotas es ya superior incluso a los de los
seres humanos? ¿Por qué no alzar la voz con argumentos científicos para
denunciar que los procesos de satanización de lo rural, incluyendo sus
prácticas ancestrales de pequeños ganaderos, caza, pesca, tauromaquia… forman
parte de un todo llamado Mercado Mundial de la Mascota? ¿Por qué no desnudar
las mentiras ecologistas de los llamados animalistas y sus lacayos políticos?
¿Porqué no entra en el todo de los más damnificados por este mercado, como con
las grandes asociaciones ecologistas, las ONG humanistas que se quedan sin recursos
para los propios seres humanos? ¿Nos parece humano y ético y ecológico pedirle
a Zimbawue o a Yemen o a Etiopía lo que en ecología se le pide a Suiza?
En el estudio de los Vale de Universidad de
Victoria, se calculó científica y estadísticamente que la ración diaria de un
perro medio es de 300g de pienso seco, que incluye unos 90g de carne y 156g de
cereales. Eso equivale a 450g de carne fresca y aproximadamente 260g de
cereales sin deshidratar. Calculado al año son 164kg de carne y 95kg de
cereales para un único perro de tamaño medio.
El doble de lo que llega a consumir un 67% de la población mundial en estado precario. ¿De verdad alguien puede creer que una
sociedad bienestarista en la mascota es una sociedad mas justa para el ser
humano y por tanto, más ecológica?
El profesor californiano Gregory Okin, dio en la
clave al señalar a las grandes transnacionales de la alimentación de las
mascotas (450.000.0000 millones de dólares facturados en 2.016) al tener en cuenta variables como los
ingredientes presentes en las comidas más vendidas de Estados Unidos. De esta
manera se dio cuenta de que las mejores marcas de comida canina y felina tiene
una gran cantidad de carne en ellas y que, esa carne, en muchas ocasiones,
sería apta para el consumo humano.
«Un perro no necesita comerse un filete de calidad
para humanos», afirma en sus conclusiones. «Un perro puede comer partes de
otros animales que un humano honestamente no puede. Qué pasaría entonces si esa
carne para nuestras mascotas, pudiéramos
usarla para el consumo humano?», pregunta
Okin, respondiendo que la cifra de carne consumida por las mascotas en
EE UU podría alimentar a 26 millones de personas. La de España a toda la
población de Andalucía.
Pero resulta que hacer mas humano a la mascota,
con legislaciones sobre sus derechos, no contempla en que se puedan hacer más
humanos siendo alimentados con los restos de las comidas de los humanos. El
negocio está en hacer comida y objetos y sujetos solo para mascotas. El Mercado
de Las Mascotas alimentó la idea del
dueño que su perro ha de comer comida «balanceada» en hidratos y proteínas.
Cierto. Y los humanos también. Hemos llegado a este caso extremo que el ser
humano come peor desde el punto de vista sanitario en equilibrio
protegida/hidrato/azúcares, que una mascota. Un dueño se preocupa más de la sana alimentación de su perro
casero que de la suya en la paradoja más básicamente inhumana de la historia.
Así las cosas, las mascotas eran más
saludables en varias décadas.
Toda esta reflexión sobre las propuestas reales
del mascotismo/animalismo, ha sido asimiladas de forma dramática del ecologismo
oficial. Una cuestión extraña pues animalismo y ecologismo son agua y aceite.
Pudiera ser que existiera una razón para dos cuestiones obvias. Primero, que el
ecologismo oficial abanderado por la ONU y con líderes, adeptos y manifestantes
urbanitas, que deja fuera el ecologismo real, tuviera en su contenido los
postulados animalistas. De otra forma, pudiera ser que el ecologismo oficial
fuera un movimiento animalista.
Este “pudiera” sería una mera alienación sobre una
teoría de la Conspiración sino fuera que hay realidades que la avalan.
Mundotoro denunció hace años las empresas transnacionales que estaban
financiando a los grupos animalistas que pretenden prohibir las actividades del
ecologismo del día a día: pesca, caza, tauromaquia…Como era de esperar, nadie
se lo creyó. Resulta que The Times, hace una semana, publicó un reportaje en el
que revelaba que empresas estaban detrás de este ecologismo oficial de la ONU.
Y resulta que coinciden: petroleras transnacionales desde el grupo Rockefeller,
transnacionales del negocio mascotista, empresas mayoritarias en los medios de
comunicación mas relevantes, empresas de posicionamiento de redes sociales que,
por ejemplo, trabajaron en campaña de Donald Trump…
¿Estamos a la espera de un Julio Verne, un H G
Wells un Gorge Orwell o un Aldous Huxley tengan la valentía de escribir la
verdad sobre nuestro futuro, tal y como lo hicieron ellos en vida, cuando fuera
tachados de locos?. Mientras tanto, nos toca a nosotros, a los de la
Tauromaquia perseguida, a los de la
caza, a los que pescan, siembran su trigo, cuidan los campos con sus ovejas y
sus vacas, dar la mano a todos los hombres y mujeres ruralistas, a todos los
hombres y mujeres de las ONG pro derechos humanos, a todos los ecologistas de
bien que están sufriendo el mismo problema. Un problema global de mercado, de
negocio, bajo la llamada imagen falsaria y cainita del ecologismo oficial, en suya trastienda
está un gran negocio.
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