Paco Ureña |
@VictorDiusabaR
El diestro español Enrique Ponce cortó este
viernes la única oreja de la segunda tarde de abono de la Feria de Cali, en
tanto que el colombiano Juan de Castilla brilló en sus dos turnos y el tercer
alternante, Paco Ureña no tuvo suerte en su lote. El encierro de la ganadería Ernesto Gutiérrez
Arango fue disparejo en comportamiento. Se destacaron tercero y sexto de la
tarde, bravo y encastado este último.
A la tarde le sobraron voluntades, pero no hubo
muchas recompensas para ellas. Primero, porque el piso de la plaza volvió a ser
inconveniente serio. Y segundo, porque los toros de Ernesto Gutiérrez Arango no
ayudaron mucho.
Sólo el sexto alcanzó nota alta, no tanto como
para calificar a indulto, eso que la Presidencia en buena hora no concedió. Ya
antes, en el cuarto, Enrique Ponce había cortado la que sería única oreja de la
corrida.
Precisamente, todo comenzó con un primero para
Ponce en el que el valenciano halló la horma de sus zapatillas cuando apostó a
la lentitud y al temple. El toro de Gutiérrez anduvo corto de fuerzas y le pesó
esa blandura del piso. Luego todo fue a menos.
Paco Ureña porfió y porfió hasta dar con algunas
respuestas del soso y a veces violento segundo de la corrida. Una tanda de
naturales le valió el mayor eco entre los asistentes, mientras lo demás de una
brega larga le fue reconocido como respeto a su empeño. Con el acero anduvo
errático.
La emoción vino en el tercero, invitada por las
manos de Juan de Castilla, cada vez más maduro y torero. Y el de la ganadería
de Manizales no se quedó atrás en términos de bravura y acometida. En capote y
en muleta se vieron suertes limpias y entrega total. La espada no ayudó. Vuelta
al ruedo.
Y lo que parecía condenado al ostracismo con el
apagado cuarto, se hizo visible con las luces de Ponce, dispuesto a no pasar de
largo por Cañaveralejo.
Tras meterlo en la canasta, sobrevinieron series
compuestas, en especial sobre la mano derecha. El premio de una oreja
recompensó la tozudez del torero y tapó las evidentes limitaciones de la res.
Tampoco escapó a la intrascendencia el quinto.
Este dio la espalda y se fue a vivir en el olvido de los aficionados. Ureña
quiso pero no encontró aliado.
Pero valió la pena aguardar para encontrar
recompensa en el bravo y encastado sexto, que halló igual en Juan de Castilla
para brindar emociones grandes en una lidia que mereció trofeos para ambos,
pero que el acero no bendijo. Ovaciones repartidas.
La segunda de abono siguió a la novillada del
jueves, que abrió la Feria, en la que el mexicano Diego San Román se convirtió
en el gran triunfador al cortar una oreja y cosechar ovación en sus dos turnos
en la plaza de Cañaveralejo.
El local Gitanillo de América cortó un apéndice,
mientras su paisano Juan Sebastián Hernández se fue en blanco. Los novillos
toros de Alhama, bien presentados y desiguales de comportamiento. / EFE
FICHA
DEL FESTEJO
Seis
Toros de Ernesto Gutiérrez Arango, bien presentados. Bravo y encastado
el sexto. Los demás se apagaron pronto.
Enrique
Ponce, azul noche: Espadazo y saludo desde el tercio. Pinchazo y
descabello. Oreja.
Paco
Ureña, blanco y azabache: Dos pinchazos y tres intentos de
descabello. Silencio. Estocada, silencio.
Juan
de Castilla, gris plomo: Pinchazo, entera y descabello. Vuelta al
ruedo. Tres pinchazos y ovación.
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