Esta
atalaya semanal del toreo felicita la Navidad a todos sus lectores. Es tiempo
de estrategias, de echar la vista adelante y también atrás. En la calle ya se
habla de la temporada que vendrá.
ÁLVARO R. DEL MORAL
@ardelmoral
@ardelmoral
Diario CORREO DE ANDALUCÍA
Las recientes e interesantes declaraciones –en
exclusiva para este medio- del empresario Ramón Valencia han servido para
marcar certezas: el modelo de temporada en Sevilla ha llegado a un punto de
estabilidad en festejos y concepto. A ese esquema hay que unir cierta
resignación por el cambio de clientela. Aunque se siga apostando por un abono
potente, la evidencia es clara. El espectador de hoy escoge las tardes de relumbrón
en las que se cuelga o se roza el ansiado cartelito de ‘no hay billetes’.
Suelen ser tardes de altísimo presupuesto en las que –tal y como apreció el
propio gerente de la empresa Pagés- se tambalea una máxima empresarial: hay que
cobrar lo que se genera. Ahí empiezan las verdaderas cuitas de la patronal de
hoy sin que nadie se atreva a amenazar un ápice el ‘statu quo’ de la yema de la
torería. Y en esas estamos mientras el aficionado se hace sus propias
componendas. El cartel que se cacarea en la calle para la lujosa tarde del
Domingo de Resurrección sería el primer fielato del empresario.
Andrés
y Pablo en el punto de mira del aficionado
El personal –quién puede negarlo- quiere volver a
ver juntos a los dos toreros que más y mejor hicieron crujir la plaza de la
Maestranza en la pasada Feria. Hablamos, cómo no, de Andrés Roca Rey y Pablo
Aguado. Al primero le pidieron un rabo que quedó laminado por la faena
revolucionaria –de puro clásica- del segundo. El resto es historia sabida. No
han vuelto a coincidir en una plaza de toros. Después de Sevilla sólo se había
logrado juntar sus nombres en una feria menor: la de Colmenar Viejo. La grave
lesión del peruano impidió el nuevo duelo. ¿Qué pasará en 2020? Valencia ya ha
declarado que el ‘vis a vis0 se producirá en cualquier momento de la temporada
“donde le interese a Andrés y le interese a Pablo”. Otra cosa será Sevilla. El
gestor del coso maestrante tendrá que colocarlos algún día en el mismo cartel.
Pero será una cosa puntual. Los planes de la empresa –que también tienen su
lógica- pasan por abrir su indudable tirón en otros carteles que sirvan de
enganche al abono. Don Ramón no quiere repetir el argumento de los últimos
lustros: el veterano senado de la torería –es la primera fila más longeva de la
historia del toreo- usa y abusa de anunciarse en carteles cerrados para
garantizar el lleno. Son carteles difíciles de defender en la calculadora y
que, además, empiezan a enseñar algunas vías de agua. La mejor prueba está, sin
salir de Sevilla, en algunas tardes de presunto relumbrón del pasado año. Las
calvas de los tendidos enseñaron un camino sin retorno que se hizo evidente en
día de la alternativa del ecijano Ángel Jiménez, con Morante y El Juli en el
cartel. Es evidente que algo está cambiando, certificado también en el
indisimulado clima hostil que acompañó a Morante esa tarde y hasta en el
festival organizado a beneficio de las cofradías de la Esperanza de Triana y El
Baratillo. Quién lo diría..
Otras
estrategias
Mientras tanto, los toreros rumian su particular
invierno con la vista puesta en la temporada que vendrá. El camero Esaú
Fernández –que ya acumula tres trienios de matador- quiere dar un espaldarazo a
su carrera encerrándose en solitario en su pueblo con un fin solidario. En el
empeño no se oculta la pretensión de contar en los carteles de la propia Feria
de Abril, que comenzará su encaje a poco que se pierdan los Reyes Magos en el
horizonte. La última vez que Esaú pisó el dorado albero maestrante fue en el
ciclo de 2017. Sufrió un fuerte golpe que le dejó fuera de combate cuando
recibía a portagayola al primero de sus ‘miuras’ y cuajó un interesante inicio
de faena al segundo antes de que echara el freno. Se le desea suerte en el
empeño, fijado para el 29 de febrero en la placita portátil que se instalará
para la ocasión. Pero en estos días también hay que hablar de otros asuntos
espinosos, como el farragoso enfado de José Miguel Arroyo, el Joselito de
nuestros días, después de abandonar las instalaciones del Batán, histórica sede
de la Escuela de Tauromaquia de Madrid. Los vaivenes de la política municipal,
en la práctica, habían condenado ese centro que renació en la plaza de Las
Ventas con el apoyo de la Comunidad y el dinero de la empresa. Nos faltan datos
para hablar en profundidad del asunto. Ya habrá tiempo para hacerlo. Vamos con
un asunto mucho más agradable: es la concesión de la Medalla de Oro al mérito
en las Bellas Artes a la artesana y creadora Natividad García Frutos, la
popular maestra Nati, bordadora y sastra de toreros. Los responsables del
ministerio de Cultura han dado en el clavo premiando su larguísima trayectoria
artesanal y reivindicando, de paso, la importancia de ese hermoso oficio –único
en el mundo- que es el de vestir a los toreros con patrones y galas que anclan
su génesis en el siglo XVIII. Es la mejor manera de poner punto y seguido a
este Observatorio, que aún le queda un pase antes de que acabe el año. Les
deseamos una muy, pero que muy feliz Navidad.
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