El
veterano periodista habla con EL MUNDO desde Cali (Colombia) y dice que no va a
parar: "Tengo preparados un par de libros".
ZABALA DE
LA SERNA
@zabaldelaserna
Diario EL
MUNDO DE Madrid
Manolo Molés está dispuesto a seguir dando la
batalla 24 horas después de que emitir en la Ser el último programa de Los Toros.
«Estoy tranquilo. Hay un tema claro: el programa era rentable en audiencia pero
no se traducía en publicidad», explicaba el veterano e infatigable presentador
a EL MUNDO vía telefónica desde la ciudad caleña. Pero tampoco había publicidad
hace 15 años y todas las cadenas contaban con programa taurino. «Es verdad», me
dice. «Quizá hayamos perdido el tren de la modernidad», contesta cuando le
señaló que los toros es el único espectáculo que vive o supervive sólo con los
ingresos por taquilla. Sin esponsores ni subvenciones (para los más avezados).
Entero de voz y ánimo, en la frontera de los 80
años (Castellón, 1940), Molés no piensa parar: «Escribiré, tengo preparados ya
un par de libros, y haré cosas sueltas. De todas formas, han sido 49 años.
Jamás esperé que durase tanto. No tengo más que palabras de agradecimiento
hacia la Ser».
Molés ha sido, y es, un comunicador de primera
línea, un trabajador incansable, un reportero fraguado en la vieja escuela del
diario Pueblo -aquel vivero de periodistas que lanzó una pléyade de firmas bajo
la batuta de Emilio Romero- que dio sus primeros pasos en la revista Fiesta
Española.
La sintonía radiofónica de Los toros se convirtió
en la banda sonora de los viajes por carretera en las largas noches de la
temporada taurina en los coches de cuadrillas. Como la voz del maestro Antoñete
desde su módulo de Navalagamella, a veces casi una sicofonía modulada por el
tabaquismo, la negra ronquera del torero del mechón blanco. Chenel, noctámbulo
por naturaleza, aguantaba fresco las trasnochadas incluso en las jornadas
maratonianas en las que Molés casi ligaba la retransmisión de Canal Plus -Canal
Toros ahora en Movistar- con el directo de la radio, coloquios y programas
locales. Esto fue a partir de los 90, cuando nació la tele codificada de
Polanco con los toros como uno de sus buques insignia. Manolo fue el padre de
aquello. Hace sólo tres años dejó atrás las cámaras de Movistar. Que decidió
refrescar su imagen.
Pero en la radio, que es a lo que estamos, la
afición hacía guardia en la madrugada, que guiaba los domingos a los lunes, a
la espera del pegadizo pasodoble verbenero de Serranito que daba entrada al
editorial de apertura de Manolo Molés: «Desde el ruedo de la Ser, lo que usted
quiera saber sobre el mundo de los toroooos...». Y seguía letra rimada
y acompasada del chundachunda de sintetizador.
Más allá de las nostalgias, el espacio de Los
Toros alcanzó audiencias cercanas al millón de oyentes en los EGM de los
tiempos gloriosos, siempre a rebufo de El Larguero de José Ramón de la Morena.
Por sus micrófonos pasaron todas las figuras del toreo durante cuatro décadas
consecutivas.
Hasta que, de un tiempo a esta parte, la Ser
empezó a orillar la información taurina de Manolo Molés. No sólo en horario -ya
se emitía a la 01:30 de la madrugada-, sino también desplazándolo a la segunda
cadena de la Ser, conocida como la Ser Más. A una hora decente podía escucharse
en Radiolé. Pero esto ya sonaba como marginación folclórica. El podcast de Los
Toros, sin embargo, funcionaba de maravilla durante la semana en la red y en
las redes.
La desaparición del programa Los toros es una
pésima noticia para la acorralada fiesta de los toros, sin presencia ya en las
parrillas de las radios más allá de la residual supervivencia del programa
Clarín en RNE. Sin embargo, la Cope recuperó en su programación digital otro
mítico espacio laminado de las ondas como era El albero. De la mano de Sixto
Naranjo ha reflotado la actualidad taurina. Onda Cero también ha apostado en
internet por contar con los toros con Rubén Amón al frente de Onda Ruedo. Lo
que evita la angustiosa sensación de que el gueto de la información se expande
como un desierto sobre un espectáculo al que todavían acuden anualmente más de
cinco millones de personas.
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