Diego
San Román cercena con la espada el que pudo ser un triunfo rotundo tras dos
emotivas faenas a toros distintos. Gitanillo cortó una oreja y Sebastián
Hernández silenciado. Variado encierro de Venus Zarzur.
JORGE ARTURO DÍAZ REYES
@jadir45
Fotos: EFE – Promotoreando
Los utreros de Alhama, trajeron lámina, casta en
diversa intensidad, pero no la suficiente fuerza. Por eso no rompieron del
todo, sin embargo, cuatro arrastres fueron aplaudidos. Los dos primeros con
mayor razón por su mucha clase. 433 kilos de promedio, astas finas y veletas,
cinco negros, dos de ellos salpicados y un castaño fueron las señas de su
identidad Domecq.
Los dos momentos cumbres de la tarde fueron las
dos faenas del queretano Diego San Román. Sembrado, florido y muy mexicano con
el capote, tanto en los saludos como en los quites. Tapatías, orticinas y
brionesa en el uno y tres altaneras, revolera y brionesa en el otro, con pata
firme y en jurisdicción pusieron la plaza en modo rumba. Luego, con la muleta
estuvo torero, por encima de las antagónicas condiciones de los novillos. Al
primero lo paró, templo, mandó y le cargó la suerte administrándole con acierto
el escaso vigor que atenuaba las acometidas y acortaba las tandas. Mas con el
mérito de apostar siempre a su favor, tanto, que de la cuarta saliò con la
taleguilla cortada. El público era suyo y el triunfo también cuando dio en
hueso dos veces, antes de la estocada total ineficaz y los dos golpes de
cruceta que se llevaron las orejas y la Puerta Señor de los Cristales. La
ovación en los medios le dijo cuanto habían disfrutado su toreo.
El quinto, zancudo, incierto, áspero y al final
parado le obligó al arrimón y al hacer la estatua éntre las púas, largamente,
desafiantemente, pero siempre dueño de la situación. Todo lo puso él novillero
levantando un furor de música y voces, cuando de nuevo pinchó antes del
espadazo que le permitió recibir la oreja y una petición no atendida de otra.
La clamorosa vuelta y al final la docena de niños tras él pidiendo autógrafos
quedan como testimonios de su calado en el corazón de Cañaveralejo.
Gitanillo de América II, abrió quizá con el de más
calidad en la tarde, aunque como todos nublado por la debilidad. Pero el
talante impetuoso y populista lo lleva más por los efectos que por las
honduras. Raudo y entusiasta acompañó los generosos viajes en tandas ligadas de
a cuatro, bien medidas y con el justo uso de la media altura logrando prolongar
la faena más allá de lo que el motor del animal presupuestaba. El volapié y la
estocada delantera pero letal, ganaron el trofeo. Con el otro, bronco y
bravucón no se halló y su estéril y distante porfía chocó a un sector exigente.
Pinchó dos veces y mató entre protestas.
Sebastián Hernández no tuvo el mejor lote, pero
este tampoco tuvo al mejor Sebastián. Perdido en dos faenas deslavazadas; en la
del mansobronco sexto, desconcentrado, perdiéndo la cara y siendo cogido por su
culpa en dos ocasiones que hubiesen podido ser muy graves. Terminó asestando
pases contra la barrera poniendo la piel como aval. Pegó un estocadón de oreja.
Se la pidieron y no se la dieron. Eran las paces tras los pitos que le tocaron
en el tercero
Tarde de sol y poco público. Un cuarto justo de
plaza. Pero tarde rica en incidencias. Con trofeos, contento, volteretas y un
descubrimiento para Cali.
FICHA
DEL FESTEJO
Cali.
Diciembre 26 2019. Plaza de Cañaveralejo. 1ª de feria. Sol. Un cuarto del
aforo. Utreros de Alhama, bien presentados, flojos y de juego repartido.
Gitanillo
de América, oreja y pitos.
Diego
San Román, saludos y oreja con petición de otra.
Juan
Sebastián Hernández, silencio y silencio tras petición de oreja.
Incidencias:
Saludó Ricardo Santana tras parear el 2º.
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