A falta de poco más de cinco meses no se
sabe nada de na’.
RUBÉN DARÍO
VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
Ha concluido el pasado domingo la parte central de
la feria taurina de Tovar, la que se lleva a cabo en honor a la patrona
de los tovareños como es la Virgen morena de Regla, cuyo origen se remonta a
Chipiona, tierra de artistas y genios. Como otro genio es el que se requiere
para enderezar la difícil situación que nos lleva por la calle en medio,
hablamos económicamente al país, visto de manifiesta en la Sultana del
Mocotíes, donde muchas fueron las ganas por estar en toros y conciertos
nocturnos feriales, pero el bolsillo nada que daba para tales menesteres. Si acaso
alcanza para “medio comer”, menos lo es para esos lujos, que antes eran
posibles. Cuando éramos felices y no lo sabíamos.
Lo cierto del caso es que de estos cuatro días de
epicentro taurino tovareño, se han suscitado varios hechos. El primero, que a
nivel de la cabaña brava nacional estamos muy complicados, “jodidos” en términos
castizos, a tenor de lo presentado por las divisas de Campolargo, Rancho Grande
/ El Prado / La Consolación y San Antonio, donde han quedado en él debe el
elemento trapío y en especial raza y bravura. En pocas palabras, que desde hace
años no sabemos por nuestras ganaderías lo que es refresco de sangre, a poco de
uno u otro toro indultado importante de las ganaderías colombianas que se
lidiaba años atrás, o los españoles que se lidiaron en la pasada Feria de San Sebastián
de los años anteriores, de los cuales se les ha perdido el “rastro”.
El elemento toro, un factor más, o siquiera, el
más importante de una feria taurina no es novedad en los últimos años. Pero ha
sido esta agudísima crisis que venimos sorteando a nivel taurino, en un año
donde hemos sido testigos de una sola cita ferial (sin mencionar la curiosa edición
ferial de enero en San Cristóbal), la que ha destapado las alarmas. No tenemos
toros aptos para nuestras citas feriales sobrevivientes.
La cuestión es complicada cuando en la pasada edición
ferial tovareña muchos aficionados se acercaron a las taquillas de la plaza, y
vieron impávidos y estupefactos como se les cobraba en su equivalente en dólares
cada una de las boletas a disposición. Con precios a la par de todo el planeta
taurino, como si estuviéramos en Madrid, Cali, La México o Pamplona, por
mencionar plazas de toros especificas del planeta taurino.
Esto en parte es una reflexiva lección, que en
parte sanea y sincera el orden económico de un espectáculo que estaba convirtiéndose
en deficitario. Otra cosa es lo que se dio cita en los tendidos del Coliseo,
donde muchos hicieron el esfuerzo pero al ver lo que salía de toriles, pegaban
el grito al cielo, como me imagino que también lo harían los empresarios, los
hermanos Santana, a quienes literalmente les han hecho pagar la novatada, la
misma que pasa cuando se trata con la buena fe. Vaya que es difícil esto, pues
estamos hablando de intereses muy puntuales. El que organiza y espera triunfar económica
y artísticamente (y en especial los toreros) y quien provee la materia prima de
lucimiento en esto donde el elemento central, vuelvo y lo repito, es el toro. El
único quien pone y quita.
De lo visto se habrá tomado lección. Diversas serían
las opciones a tomar en cuenta si los Santana para el 2020 asuman de nuevo las
riendas empresariales tovareñas. Y más a lo que sería la edición del VIII
Reencuentro. Exigir así como le han exigido pagar por adelantado los toros
antes de embarcarse, el que sean eso, toros de mínimo 425 kilos, cuatro años y
la presencia acorde a una plaza de solera; o tomar el doloroso camino en estos
momentos de hacerse con una camada de toros de ganaderías de renombre en
Colombia, con tiempo prepararlos, y hacerse con ellos, asegurando al menos el éxito
en este apartado. El tiempo lo dirá y ya quedara tiempo para que Johan,
Franklin y Luis Miguel Valencia hagan un mea culpa y entiendan, que en este
momento no se puede “pifiar” en cosas así, pues solo eso nos falta para
terminar de darle la puntilla final a un espectáculo que tal y como se vio en
los tendidos, se encuentra en fase crítica. Ojala y no lo lamentemos después.
MÉRIDA, SIN EMPRESARIOS, VIENDO LAS
BARBAS EN REMOJO DE LAS DEMÁS
Por su parte en San Cristóbal ya anuncian la
posibilidad que para la edición del 2020 de la Feria de San Sebastián, por lo
menos dos corridas de toros se estén llevando a cabo en su ruedo, ese mismo que
este año por enero tuvimos la ocasión de ver de manera horrible bajo los dientes
de mucho cemento sin vender, y los colmillos de la indiferencia de una afición que
era en época orgullo y envidia de muchas.
Para tal efecto la C.A. Plaza de Toros de San Cristóbal
está trabajando con el conocido aficionado local, Miguel Murillo para lo que
sería desde ya armar la feria sancristobalence, en momentos duros para la
capital del estado Táchira como en el resto del país, pero en especial San
Cristobal y Merida. No es fácil la tarea, y en especial necesitara mucha
audacia y astucia para devolver al público, aficionado y taurino (cada uno muy
definido en sus gustos y criterios) a los escaños de la Plaza de Toros de
Pueblo Nuevo que no hace poco se jactaba de los mejores carteles de la América
Taurina. Buscar la fórmula, sin pasar por lo visto en Tovar es la cuestión, el
riesgo, el acierto o atrevimiento de cara a la gran cita que abre el año
taurino en los andes venezolanos. Dios quiera las decisiones que tomen les
encamine por el éxito que veríamos en el ruedo y en la masiva presencia ocupada
en sus escaños. No lo visto este año, donde daba pena, lastima y en especial
dolor por todo lo que ha implicado su historia y trascendencia.
Lo de Mérida es preocupante más aun. Que en la
capital emeritense no se hable, ni se sepa, ni se diga (a so pena de ser
excomulgado de los círculos elitescos taurinos) sobre la Feria del Sol 2020,
que tendría lugar del 21 al 25 de febrero próximo, es decir, a día de hoy poco
más o poco menos 162 días es alarmante. No se sabe nada de na’ dirían por allí,
solo rumores de un Gobernador de Estado intentando “enamorar” quien asuma el
compromiso no cumplido de una empresa taurina que desde hace rato no tiene la
solvencia taurina ni económica para asumir una cita de vital trascendencia para
el merideño y el toreo nacional, como lo fue en su momento la feria taurina de
mayor importancia, solo que los mismos que deberían velar por ella, entiéndase
COREMER y COMISIÓN TAURINA DEL MUNICIPIO LIBERTADOR, en mano a mano, solo ven
pasar el tiempo como si la cosa no fuera con ellos. Vamos, que esto se llama “recular”
responsabilidades, que así se la han pasado todo lo que llevamos de año.
Preocupante el panorama pero no imposible si con
tiempo se trabaja. Es cuestión de remar todos en la misma dirección… y como se
hace, dejando de lado egos y negocios personales, buscando gente seria, honesta
y siempre con la verdad por delante. Como todo en el toreo. Que las mentiras
luego el toro, en el ruedo las descubre. Los hechos están a la vista.
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