El
lujoso festejo rondeño tuvo argumentos dentro y fuera del ruedo de su
Maestranza. El gran triunfador fue Pablo Aguado, al que muchos quieren ver
ocupando el hueco que deja Roca Rey en Sevilla.
ÁLVARO R.
DEL MORAL
@ardelmoral
Diario CORREO
DE ANDALUCÍA de Sevilla
Ya les contamos de pe a pa el desarrollo
estrictamente taurino del festejo en la crónica correspondiente. La Maestranza
de piedra vio salir triunfante a Pablo Aguado a pesar del decepcionante juego
global de una corrida de Juan Pedro Domecq que salió tan achicharrada como el
propio día. El detalle de Morante, que le regaló a su joven ‘partenaire’ el
sobrero de Domingo Hernández, tuvo mucho que ver en el feliz desenlace del
acontecimiento. Tampoco hay que olvidar que el propio diestro de La Puebla
había cuajado una faena de muchos kilates que no fue valorada por completo por
cierto sector del público. Hablamos de esa ‘cla’ de nómina creciente que se ha
echado a la carretera en pos de Aguado. Y hay que celebrarlo. Los tiempos y las
circunstancias son distintas pero desde los tiempos de Ojeda o Finito no se
recordaba una corte itinerante similar. Ojo: lo cortés no quita lo valiente.
Pablo no necesita –ni de lejos- ningún animador vociferante. Su toreo natural
–menos es más- se basta por sí solo para rendir cualquier púvlico... Pero la
Goyesca de Ronda dio para más: ya saben que el adelanto de la fecha habitual no
se libró de la inevitable bronca política y hasta de los gatitos que se escapan
de la barriga de algunos a la mínima oportunidad. El cambio de fecha es
matizable; criticable si se quiere. Pero no se le puede negar a Francisco
Rivera Ordóñez su empeño decidido y personal para montar en Ronda el mejor
cartel posible del momento. Se trata de un festejo que ha llevado hasta las
cumbres del Tajo del Guadalevín hasta 6.000 personas –son poquísimos los
rondeños que asisten a la corrida- que querían ver toros, alojarse en
condiciones y comer como Dios manda. La polémica, de alguna manera, quedó
zanjada con el cartel de “no hay billetes”. Se colgó unos cuantos días antes de
la fecha del festejo. Hablamos de dos fines consecutivos de fiesta y de una
lujosa antesala de la feria de la localidad. El beneficio directo para la
ciudad malagueña está ahí; es evidente... ¿Entonces?
Marejadas de trastienda
El mal rollo existente –por desgracia- se hizo
evidente en algunos detalles. El paseo de las majas goyescas se redujo a dos
carruajes y menos señoritas que en otras ocasiones. También quedaron en
excesiva evidencia el rigor y los aspavientos del señor que ocupaba el palco
presidencial. Había demasiadas indicaciones, movimientos y recolocaciones por
el callejón, gestos de incredulidad, también alguna cara larga.... No sabemos si
el asunto se reconducirá de cara al año que viene pero ésa no fue la única
comidilla de la jornada. En algunos corrillos también se hablaba del discreto
distanciamiento entre Francisco y Cayetano Rivera. El menor de los hermanos ya
había lamentado su ausencia del cartel goyesco inicial y había criticado el
cambio de fecha del famoso festejo que creció y se forjo bajo la batuta de su
abuelo, el gran Antonio Ordóñez. Pero había más leña que quemar: la prensa
local publicó después que Cayetano habría presentado a la Real Maestranza de
Ronda una oferta para gestionar su bicentenaria plaza de toros lo que
implicaría una ruptura de consecuencias insospechadas. Y hablando del cuerpo
nobiliario también habría que afearle que hiciera ondear su estandarte sobre el
frontón de la puerta principal completamente descolorido y deshilachado. Esos
detalles también hay que cuidarlos, caballeros... Por ser vos quién sois. Por
lo demás, no fue una de esas Goyescas pródigas en rostros del colorín. Ni falta
que hace. Sorprendió ver por el callejón de la Maestranza rondeña al veterano
periodista Pepe Navarro pero el rostro que concitó más atención fue el de
Santiago Abascal, bien acompañado de su fiel correligionario Iván Espinosa de
los Monteros. El líder de VOX, por cierto, se llevó el brindis de su amigo José
Antonio Morante, que vistió un llamativo terno de chupa tornasol y calzón color
guinda, verdaderamente fiel a la indumentaria dieciochesca que se debería
recrear en la Goyesca
¿Qué pasará en el otoño sevillano?
Pero la excursión a Ronda, aprovechando la
presencia y el triunfo de Aguado, dio para más. En las tertulias previas y
posteriores se seguía apostando por la presencia del emergente diestro
sevillano en la cada vez más cercana feria de San Miguel. Pablo sería el
candidato natural para sustituir a Roca Rey en la tarde del 28 de septiembre.
En el cartel siguen fijos los nombres de El Cid –que se despediría de la plaza
de la Maestranza antes de su adiós definitivo en América- y el de José María
Manzanares, que parece haber despertado de su largo letargo en la recta final
de temporada. Se dice, se cuenta y se rumorea que el equipo de Aguado ya habría
sido interpelado sobre el particular por Ramón Valencia, gerente de la empresa
Pagés. Pero Fran Vázquez, mentor del sevillano, ya habría pedido un dinero
concreto y, especialmente, amarrar los detalles de la próxima Feria de Abril.
Ahí andaría encallado el barco, por ahora.
Estrategias taurinas
A partir de ahí podemos formular algunas preguntas
atendiendo a razones de estricta estrategia taurina: ¿Conviene a Pablo Aguado
comparecer en otoño ante el senado maestrante después de su grandioso triunfo
primaveral? ¿Esa ausencia no le reforzaría de cara a los futuros tiras y
aflojas para la campaña venidera? El joven matador ha logrado una dificilísima
ecuación: llegar y... mantenerse. Su papel cotiza al alza mientras se empieza a
desmoronar en las taquillas cierto cartel ajado –léase Morante, Juli y
Manzanares- que ya acumula demasiados trienios. Las empresas, la afición y el
futuro próximo del toreo tienen delante un dúo explosivo: no es otro que el que
han evitado hasta ahora el propio Pablo y Andrés Roca Rey, gran ausente de una
campaña en la que hay otros triunfadores contantes y sonantes como Paco Ureña,
al que le costará romper el cerco del estrato modesto. No sabemos qué pábulo
dar a esa supuesta cumbre entre Roca y Talavante, que sigue dejándose querer
creyendo que volverá de sus cuarteles como Moisés del monte Sinaí. Pues ya
veremos.
No hay espacio para mucho más: enviamos un
recuerdo especial para los heridos –Galdós y David de Miranda han cobrado
fuerte- y esperamos noticias de las casas de la hermandad del Baratillo y la
Esperanza de Triana. De ellas –y de un conocido y mediático abogado- depende el
buen fin del festival benéfico que se debería estar cocinando para la tarde del
12 de octubre. La Macarena dejó el listón muy alto y el tiempo apremia. En
siete días, más...
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