El
torero de Arnedo brilla con su impronta personal por encima de Ginés Marín y
Pablo Aguado y corta una oreja en su debut en La Glorieta; dos buenos toros de
Montalvo.
VÍCTOR
SORIA
Salamanca
Diario EL
MUNDO de Madrid
Algo muy importante tiene que ocurrir después de
un verano tan seco para maldecir unas gotas de agua (lo mejor de la lluvia
inesperada es la pasarela Cibeles que provoca entre los que anteponen salvar el
modelito a los toros). La tercera de abono rompió con un magnífico ejemplar de
Montalvo al que Diego Urdiales le planteó una faena maciza que llamó a las
puertas de la eternidad. Brindó a El Viti, su espejo: un intercambio de versos
de torero a torero. Y aunque también esta vez el viento se había colado sin
entrada, el de Arnedo atornilló los pies en la arena para interpretar una obra
de arte por naturales. También con la diestra, encajado siempre, donde de
verdad se pudo disfrutar de las embestidas planeadoras de Liricón. El bajonazo
no le quitó la oreja, pero le privó del premio mayor.
Dejó crédito Ginés a Candelito, otro gran
ejemplar, al que recibió con verónicas aplomadas. El quite garboso por Chicuelo
pareció un desafío a Aguado. El montalvo lo hizo todo con bravura y por abajo
en el capote del jerezano pero no de la misma manera en la muleta. Faena
intermitente de Marín al que le faltó romper en el momento oportuno.
Pablo Aguado dibujó el toreo a la verónica. Y el
quite para volverse loco y seguir al sevillano toda la temporada de norte a
sur. La falta de fuerza de Fardón no fue excusa para hacer realidad el toreo
como otros lo sueñan. Enganchadas adelante, suave, dulce y rematando donde sólo
los artistas llegan. El toro era como un fórmula uno con noventa caballos. Le
sobraba calidad pero sin motor. Tan sólo pinceladas de una obra incompleta.
Sonora ovación.
Buen tranco tuvo Zapatilla que nos privó de un
quite por una violenta voltereta tras clavar los pitones en la arena. Lástima.
Han tenido que pasar veinte años para que este pedazo de torero haga su debut
en La Glorieta, indicativo de que algo anda mal en los despachos. Inteligente
anduvo Diego de Arnedo en el inicio de faena atemperando el viaje del colorado
cuarto. El hombre venció la batalla pero sin el éxito esperado. Que no pasen
otros veinte para volver a degustar el sabor añejo de un torero sensacional.
El quinto, por definición, es el toro perfecto
para una plaza ganadera como ésta: estrecho de sienes, manos bajas, hondura y
trapío. Un dije. Anduvo fino y templado con la capa Ginés aunque no terminó de
redondear su tarde. Un toro de medios al que no terminó de encontrarle la
distancia y la altura correctas. Lo que, con el valor, vienen a ser las claves
del toreo. Cuando se le encendió la bombilla ya era demasiado tarde para
triunfos. Fuertes pitos para el diestro.
Del sexto, dos soberbios pares de Iván García y
otro de Pascual Mellinas. Poco pudo hacer el esperado Aguado con un parado
ejemplar de Montalvo. Por suerte, no se dio coba y el público se lo agradeció
encarecidamente. En la mesa en la que juegan los artistas, Urdiales se había
llevado la partida aunque la culpa de la buena entrada siga siendo la excelente
temporada de un torero que ha cogido el testigo del peruano Roca Rey en las
taquillas. Aguado sigue despertando el interés aunque no siempre le embistan
los toros. Más bien, todo lo contrario. Suerte para la próxima vez.
MONTALVO - Diego Urdiales, Ginés Marín y
Pablo Aguado
Plaza de La Glorieta. Viernes, 13 de
septiembre de 2019. Tercera de feria. Tres cuartos de entrada.
Toros de Montalvo, de excelente presentación y juego desigual. Destacaron el
1º y el 5º.
Diego
Urdiales, de verde botella y oro.
Estocada baja (oreja). En el cuarto, estocada (ovación tras petición).
Ginés
Marín, de azul pavo y oro. Tres
pinchazos, media estocada (silencio) . En el quinto, pinchazo, estocada y dos
descabellos. Aviso (pitos).
Pablo
Aguado, de corinto y oro.
Pinchazo, estocada (ovación). En el sexto, media estocada, cuatro descabellos
(silencio).
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