RUBÉN DARÍO
VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
Enviado
Especial
TOVAR,
Mérida.- Cierra la edición de este año un cartel de gran fuste. Es el
compromiso que coloca la guinda a la terna de carteles que han adornado con
lujo la feria tovareña, y que mejor, con la actuación del torero más importante
de la tierra como lo es Rafael Orellana, quien desde hace varias temporadas se
ha abierto camino por ruedos peruanos, haciendo campaña casi todo el año, con
consecuente éxito, a tal punto que mantiene agenda con fechas puntuales de la geografía
inca. Una pena que no lo sean en citas claves de la campaña. Pero se mantiene
en profesional el ya veterano espada, el cual tomaría en este mismo ruedo
alternativa hace 14 años. Como pasa el tiempo…
Orellana va a contar como compañeros de cartel a
Juan Serrano conocido como el “Finito de Córdoba”, un torero de exótico
mensaje. Cuidado que le embista un toro, pues con él rompe moldes de torería el
veterano espada de Sabadell. Ya le vimos ayer en el ruedo tovareño y apreciamos
lo que es capaz.
Así como Finito ya ha pasado por la feria, lo hace
también en su segunda actuación Jesús Enrique Colombo, el cual así mismo el
pasado viernes ya cumplió con el cometido de haber salido en hombros tras una
actuación con desparpajo, rotundidad y solvencia, ante un toro de El Prado, al
que desorejó. No se complicó con otro de La Consolación, pero lo importante y
destacado ya estaba hecho. No escatimó en recursos tanto en capote, banderillas
y muletas el joven espada, quien mira de como el “Día D” su regreso a Madrid
dentro poco más de un mes.
Los toros son de la ganadería de San Antonio, que
pastan en los páramos trujillanos de Carache. Es una joven divisa, que se ha
formado con vacas y sementales de Rancho Grande y El Prado, colocándole
personalidad propia. Son toros de bella estampa, que ojalá salgan a la plaza
con el picante, para hacerles faenas de alta filigrana, como aquellas que
tuvimos ocasión de verles en su estreno en la Feria del Sol 2017, donde acaparó
todos los premios. Ha sido su corrida más completa, pues los últimos encierros
han adolecido del fuelle que se esperaba. Por lo tanto su propietario el joven
ganadero Edgar Varela, que se anunciaba de novillero a mediados de los ´90 como
“Edgar Bravo”, haga honor a su nombre artístico: que salgan bravos.
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