El
encierro de la ganadería trujillana de San Antonio, con toros más decentemente
presentados que en la jornada anterior, poco se prestaron al lucimiento de la
terna, pues sus descastadas, mansurronas y endebles embestidas condicionaron
las cualidades artísticas de los espadas actuantes. *** Finito pasó nuevamente
sin mucho que decir, al igual que Orellana. *** Colombo cortaría tres orejas,
por la fulminante espada que le arropó faenas más de tesón y ambición de
triunfo que eco artístico.
Nuevamente en volandas tras el corte de tres orejas Jesús Enrique Colombo, en el cierre de la Feria de Tovar 2019. |
RUBÉN DARÍO
VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
Fotos: RDV-
Federico Montes
Tovar (Enviado
Especial).- El cierre de la edición de
este año albergaba un cartel de mucho interés, pero que al igual que las
jornadas anteriores, solo los más dispuesto y con la capacidad en el bolsillo
se darían cita en los tendidos del Coliseo. Bello adorno de la imagen de la
Virgen de Regla, en su día central, en el ruedo, aun cuando motivó a más de un resbalón
de parte del peonaje durante la lidia.
Los
toros de San Antonio, una ganadería derivada de sementales y vacas de los hierros
del Lic. Hugo Domingo Molina, dejaron mucho que desear en sus embestidas. Vaya
racha que tiene esta joven divisa, que se esperaba mucho más a tenor de siempre
recordarnos de ese apoteósico debut en Mérida en febrero del 2017. Pero de esa
fecha a la presente, el bache es largo señor Edgar Varela. Vaya pensando una
selección y poda a tiempo de tanto descastamiento como lo manifiesta unos toros
de bella estampa, pero ayunos de bravura. Como lo fue el encierro de este
festejo de cierre. Salimos de la plaza con la miel en los labios.
Vaya
feria la que le vimos a “Finito de Córdoba”. No creo que quede mucho en el
recuerdo su actuación de este domingo, pues los toros se encargaron de
condicionarle su vena artística. Qué pena de verdad. Su primera labor sería un
rosario de pases insulsos ante los envites desangelados del astado. Por ambos
pitones no se complicaría el veterano espada, al cual se le agradece su
sinceridad en no alargar trasteos donde se sabe que no hay donde sacar partido.
Le mandó a las mulillas de estocada trasera y tendida.
Su
segunda faena hacía augurar que íbamos a verle la mejor versión. La esperada
por todos. Pero fue una mala ilusión, a tenor de la alegre salida del endeble
burel, el cual ya en capote mostraba signos de su endeblez. Igual lo fue, y
acrecentando asperezas en la muleta, la misma que tuvo Juan Serrano que
utilizarle para “machetearle” de pitón a pitón tras acularse en tablas el
astado. Tres cuartos de ración toricida, traseros y contrarios, para ser
silenciado.
Lo de
Rafael Orellana es también mala suerte. Venir del Perú, específicamente para
esta corrida y toparse con semejante lote de bureles es para sentarse a llorar,
literalmente hablando. El segundo de la función fue un mansurrón, avanto y
aquerenciado que dejó por momentos intentar lucirse al espigado torero de El
Llano. Pero poco más, porque ni un muletazo de postura relajada se permitió
Orellana, el cual lo intentó por uno u otro lado, pero poco más había de
bravura en el morlaco. El espadazo entero, contrario y perpendicular para ser
silenciado, como lo fue con el que hizo quinto, otro muestrario de ayuna
entrega con los engaños para lo cual Orellana sereno y sin desesperarse le despenó
de tres viajes con el acero, nuevamente siendo silenciado. De las actuaciones
más triste y lúgubre de este torero en esta plaza que se recuerde.
Los momentos
de más entrega en el tendido vinieron a cargo del atlético Jesús Enrique
Colombo, quien pasó ante el tercero como un vendaval de ganas y ambición de
triunfo. No sería el toro más ejemplar para ello, colocando Jesús Enrique el
complemento que requería las cortas embestidas de «Comilón», bello ejemplar al
que fue poco a poco metiendo en la poderosa muleta del espada de Táriba. Faena
de intermitencias, que ya en las postrimerías de esta fue acompañado por el
pasodoble torero que nuevamente a destiempo autorizó el palco presidencial. La firmeza
con la que se fue tras la espada, de estocada entera, ligeramente desprendida,
sin puntilla, para premiársele justamente con la oreja.
Y en el
que cerraba feria, nuevamente Colombo hizo gala de sus recursos para hacerse con
una faena donde la ambición de abrir la Puerta Grande no desmayó nunca. El saludo
con la larga cambiada cerrado a tablas fue su primer motivo de intenciones,
para luego en banderillas hacerse de un tercio de insultante facilidad frente
al novillote que tenía enfrente. Y con la muleta, tras brindis de labor a Johan
Santana, a media alturita le ayudaria, sacándole al máximo las limitadas bondades
de nobleza y recorrido del único astado que por lo menos metió la cabeza en la
muleta con más claridad. El toreo efectista y a la galería primó sobre lo
ortodoxo, para luego de este superficial recital muletero, disponerse sin
muleta a citarle para dejar en todo lo alto el soberbio volapié que dejó sin
puntilla nuevamente al toro y con ello desatarse la euforia en la plaza. Las dos
orejas –la segunda excesiva para nuestro criterio- le avalaron la apoteósica
salida en hombros, y el virtual triunfador de la edición de este año, tras
sumarse las dos orejas de su paseíllo anterior.
Culminaba
así la feria. El próximo año es el VIII Reencuentro de Tovareños. Esperemos que
el elemento toro, el cual numerosas veces insistimos es fundamental, sea lo
principal. De él depende en su mayoría el éxito artístico de una feria, y más
con el esfuerzo que implica estos tiempos.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de Toros
Coliseo El Llano de Tovar. III corrida de
Feria.
Domingo 8 de
septiembre de 2019.
Con poco menos
de un cuarto de plaza (aproximadamente 1400 personas) en tarde soleada y con ligeras
ráfagas de viento en los primeros tres toros, se lidiaron reses de SAN ANTONIO
(Edgar Varela), en su conjunto correctamente presentados, a excepción del
anovillado ejemplar que cerró festejo, variopintos de pelaje. En general
descastados, con limitadas fuerzas en sus remos, a menos en la muleta, rajándose
y marcando querencia en tablas.
Pesos: 485,
430, 500, 445, 483 y 440 kilos.
“FINITO DE CÓRDOBA”
(Catafalco y azabache): Silencio en ambas.
RAFAEL
ORELLANA (Luto y azabache): Leves palmas y silencio.
JESÚS ENRIQUE
COLOMBO (Azul añil y oro con remates en blanco): Oreja y dos orejas, con salida
en hombros.
INCIDENCIAS: Destacaron
en la brega Eduardo Graterol y Gerson Guerrero, y en las banderillas, de forma
magistral Francisco "Chico" Paredes y Ramón Contreras. En la vara
buen puyazo de Alfredo Guimerá. *** Dos horas y 25 minutos duración de festejo.
Así lucia la plaza antes del comienzo del festejo, con
la imagen alegórica a la Virgen de Regla, en su día, impreso en el ruedo.
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