Actuación
compacta de Silveti y arrolladora de Colombo con los toros más potables del envío.
*** Curro Ramírez se las vio comprometidas ante la arremetida de sus compañeros
de cartel, intentando lo que bien ofrecía sus argumentos artísticos.
RUBÉN DARÍO
VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
Fotos: RDV-
Federico Montes
Tovar (Enviado
Especial).- La actuación contundente de
los diestros Diego Silveti y Jesús Enrique Colombo, ambos con el corte de dos
orejas, tras faenas de gran contenido artístico, fueron a la postre el elemento
central de la corrida que ayer aperturó el apartado de festejos mayores de la
feria tovareña este año. Por su parte el espada local Curro Ramírez se fue de
vacío de la plaza, tras una actuación de contrastes, donde pudo haber “tocado pelo” de no haber fallado con el
acero en la que fue su actuación más acorde ante el segundo de su lote, tras
abrir festejo con más dudas que certezas. Los toros de los hierros de la
familia Molina Colmenares, permitieron a pesar de su descastado comportamiento
en los engaños, ocasión para triunfar sí se les ofrecía lo que carecieron sus
embestidas. Poco público en los tendidos del Coliseo El Llano, luciendo mucho “cemento”
los tendidos nuevamente.
La corrida
para Curro Ramírez representaba un compromiso de suma importancia. Y tal vez
ello pesó para verse ante su primero del lote un poco atenazado a ello, por
momentos deshibido de la lidia, además que el astado poco ayudaba a ello, tras
salir avanto de las telas presentadas por el menudo torero de Sabaneta. Hizo el
esfuerzo de lucirle en reiteradas series ayunas de alma de cara al tendido, haciendo
de este un trasteo denso con muchos espacios muertos. La estocada entera caída,
apresurado, y tres descabellos le animó por sus propios medios a saludar desde
el tercio tras un recado presidencial.
Más reposado
y los nervios calmados saludó de capa con garbo al cuarto, larga cambiada en el
tercio, para luego las suaves verónicas que interpretó dejaran el ambiente más
a su favor de cara al público. Se le midió al toro en el caballo así como le luciría
en ajustadas navarras. Ya con la muleta, intentó el Curro hacerse con la
embestidas ásperas del animal, siempre con un molesto calamocheo al final del
muletazo, tanto por la diestra como por la zocata, lado este por donde mayor
lucimiento se vio. Faena de mucho mayor contenido artístico que contaría con
los acordes del pasodoble torero, hasta que dispuesto a despacharlo con el
acero se prodigara en fallar con el descabello en tres ocasiones previo al
espadazo tendido y desprendido que recetó, para permitirse la vuelta al ruedo
tras aviso, ante la división de opiniones de los presentes.
La presentación
del diestro azteca Diego Silveti despertaba morbo. Y no falló a ello el joven
espada de Irapuato, el cual luciría toda la tarde con una serenidad, seguridad,
desparpajo y variedad de repertorio como pocas veces habíamos visto a torero
mexicano en esta plaza. Una actuación a tomar en cuenta, por lo modélica que
fue ante el segundo de la función, el cual de primeras no hacía prever opciones
de lucimiento. Pero fue la paciencia, el saber esperarle y dosificarle en las
embestidas lo que hizo que Silveti hiciera romper a seguir las telas a
«Soñador», haciéndole por la mano diestra una faena preñada de torería, gusto,
y en especial con conocimiento a las necesidades del burel, a tal punto de
hacerle ver mejor de lo que muchos pensábamos. Actuación que solo requería de
la contundencia y rubrica de un espadazo, como lo fue el que interpretó,
recibiendo, para tras fulminarlo sin puntilla, el palco presidencial concediera
sin vacilaciones las dos orejas, de mucho peso y sobre todo merito, bajo el
clamor de los presentes.
Una
pena que su otro antagonista no le permitiera mayores florituras. Dejaría
nuevamente ramalazos de una tauromaquia asentada, reposada, donde las prisas
quedan para otros, como lo puso en evidencia por la mano diestra en especial,
que de no haber sido por su reiterado fallo con el estoque hubiese tenido mayor
redito.
El fenómeno
Colombo volvía a Tovar tras recordar muchos aquellos sucesos de hará seis
temporadas atrás. Mucho más maduro en concepto y con la misma sed de triunfo
saludó por suaves verónicas al tercero, «Bombero» el cual lleva dentro de sí tenue
la llama de la bravura, pues Jesús Enrique puso gran parte de mérito en lucirle
en banderillas como acostumbra, con facilidad y contundencia al clavar, al igual
que en la muleta, donde se prodigó de llevarle largo y templado, por ambas
manos, pero en especial por el lado diestro donde desgranó Colombo un recital
de buen toreo que volcaría las palmas de los presentes. No faltó un ápice que
hacerle Colombo al toro por ambas manos, para rematar actuación de sopapo de volapié
que mandaría sin puntilla a las mulillas la res, y con ello desatarse la
pañolada que nuevamente por partida doble asomó Don Roger Barón.
El cierraplaza,
fue un mansurrón que se desinfló tras otro trepidante tercio de banderillas que
se permitió Jesús Enrique, encontrando toro en todos los terrenos del redondel,
en especial un arriesgado par al violín de adentro a las afueras, en todo lo
alto. Poco más pudo hacer pues el animal marcaria querencia a tablas, propiciando
el momento de más tensión en la corrida tras el volteretón que propinó al
matador de toros en funciones de subalterno, Marcos Peña El Pino cuando se cubría
el tercio de rehiletes, levantándolo casi dos metros al aire, afortunadamente
sin mayores complicaciones que el golpazo en el piso que recibiría y poco más; y
sin pensarlo dos veces se fue Colombo tras la espada otra vez al ver que aquello
iba ser de poca lucidez de cara al público.
En volandas
se iban por la Puerta Grande Silveti y Colombo, ambos con sus argumentos
colocaron contenido a una entretenida tarde de toros. Como para haberla visto y
no se la contaran.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de Toros
Coliseo El Llano de Tovar. I corrida de
Feria.
Viernes 6 de
septiembre de 2019.
Con poco más de
un cuarto de plaza (aproximadamente 1200 personas) en tarde soleada y con
molestas ráfagas de viento en los primeros tres toros, se lidiaron reses de RANCHO
GRANDE (1º y 2º), EL PRADO (3º, 4º y 5º) y LA CONSOLACIÓN (6º) (Familia Molina
Colmenares), terciados de presentación, el cual desarrollaron en su conjunto
mansedumbre en distintos grados ante los engaños, a su vez nobleza aprovechada
oportunamente por los espadas, el peor del conjunto el corrido en último lugar,
rajado y aquerenciado.
Pesos: 430,
425, 435, 440, 430 y 439 kilos.
CURRO RAMÍREZ
(Azul noche y oro con remates blancos): Saludos desde el tercio y vuelta al
ruedo tras aviso.
DIEGO SILVETI (Azul
turquesa y oro con cabos blancos): Dos orejas y palmas tras aviso.
JESÚS ENRIQUE
COLOMBO (Azul marino y oro con remates en blanco): Dos orejas y palmas.
INCIDENCIAS:
El festejo comenzó con un retraso de 10 min a la hora pautada, al no
encontrarse en el Patio de Cuadrillas al toque de clarines y timbales el
matador Curro Ramírez. *** Destacaron en la brega Eduardo Graterol, y en las
banderillas Francisco "Chico" Paredes, Genry Belandria
"Piedrita" y Ramón Contreras.
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