Conviene
echar un vistazo por los ruedos de los pueblos para saber todo lo que se ha
quedado por el camino y todo lo que aún se puede rescatar...
ÁLVARO R.
DEL MORAL
Diario CORRE
DE ANDALUCÍA
La feria de Écija estrena su alumbrado este mismo
martes. Pero su programa festivo, un año más, no tiene sitio para el toro.
Aquella plaza que se publicitaba en los días de vino y rosas como “la de los
carteles de lujo” agoniza entre jaramagos sin que el Ayuntamiento, que se hizo
con la propiedad hace justo un lustro, haya materializado su intención de sacar
el coso a concurso. La imagen que se publica junto a estas líneas –extraída de
Twitter- es elocuente. La plaza es ahora mismo una alberca desvencijada y
cubierta de maleza. A finales de julio se aprobó una moción presentada por el
Grupo Popular en el pleno municipal en la que se acordaba adecentar el
histórico recinto y buscar un empresario que diera una corrida para la feria
que ahora comienza.
Se trataba de que Écija, una vez más, no se quedara sin toros pero el vetusto coso de Pinichi permanecerá con sus puertas cerradas mientras estallan de luz los farolillos. En la web municipal se asegura que el gobierno municipal mantiene contactos con una empresa innominada desde el pasado mes de febrero. Ese mirlo blanco –prosigue la misma web- estaría dispuesto a aflojar 700.000 euros aunque el asunto permanece pendiente de la farragosa política municipal y sus correspondientes pasos. Mientras tanto, la Sartén de Andalucía tiene dos novilleros en sazón. El primero es Ángel Jiménez, que está a punto de tomar la alternativa de manos de Morante de la Puebla en la próxima feria de San Miguel. El otro se llama Jaime González y une a su apellido el nombre de su cuna: Écija. Fue el ganador del ciclo de promoción celebrado el pasado mes de julio la plaza de la Maestranza, que volverá a pisar –ya como novillero con picadores- el próximo 12 de octubre para cerrar el lujoso cartel del festival organizado a beneficio de las obras asistenciales de las hermandades del Baratillo y la Esperanza de Triana. Écija, a pesar de todo, mantiene su condición de cuna de toreros. La pregunta es... ¿Podrán torear en la plaza de su tierra?
Se trataba de que Écija, una vez más, no se quedara sin toros pero el vetusto coso de Pinichi permanecerá con sus puertas cerradas mientras estallan de luz los farolillos. En la web municipal se asegura que el gobierno municipal mantiene contactos con una empresa innominada desde el pasado mes de febrero. Ese mirlo blanco –prosigue la misma web- estaría dispuesto a aflojar 700.000 euros aunque el asunto permanece pendiente de la farragosa política municipal y sus correspondientes pasos. Mientras tanto, la Sartén de Andalucía tiene dos novilleros en sazón. El primero es Ángel Jiménez, que está a punto de tomar la alternativa de manos de Morante de la Puebla en la próxima feria de San Miguel. El otro se llama Jaime González y une a su apellido el nombre de su cuna: Écija. Fue el ganador del ciclo de promoción celebrado el pasado mes de julio la plaza de la Maestranza, que volverá a pisar –ya como novillero con picadores- el próximo 12 de octubre para cerrar el lujoso cartel del festival organizado a beneficio de las obras asistenciales de las hermandades del Baratillo y la Esperanza de Triana. Écija, a pesar de todo, mantiene su condición de cuna de toreros. La pregunta es... ¿Podrán torear en la plaza de su tierra?
De paso por Guillena y Utrera
El coqueto y cuidado coso de Guillena ocupa el patio
de armas de un antiguo –y prácticamente perdido- castillo musulmán. Su
estupendo estado y presencia debe mucho, entre otros, a un personaje
fundamental para entender la pujanza taurina de la localidad. Hablamos de
Rafael Aguilera, que hace algunos años rescató de una posible ruina esta
placita que volvió a abrir sus puertas el pasado sábado. Se trataba de acoger
una novillada picada enmarcada en las tradicionales fiestas de la Virgen de la
Granada. El dato es relevante: era el tercer festejo picado celebrado en la
provincia si dejamos aparte las siete novilladas que organiza la empresa Pagés
en la plaza de la Maestranza. Pero es que el primero tuvo lugar también en
Guillena con un cartel casi idéntico: el que forman José Ruiz Muñoz y Daniel de
la Fuente. Sólo ha habido una novillada picada más en tierras sevillanas, que
ha servido de rodaje para el joven Manolo Vázquez. Fue en Almadén de la Plata
el pasado 16 de agosto... Hablamos de fechas emblemáticas que han pasado sin
pena ni gloria mientras las respectivas plazas languidecen. Ahí está el caso de
Utrera. La tradicional corrida del día de Consolación se trasladó al mes de
junio para intentar rescatar ese público que prefiere los farolillos al
impersonal e inhóspito coso de la Mulata, que no ha logrado recuperar el rico
universo social, humano y taurino que otorgaba su carácter al viejo corralón
del Arrecife. La historia es sabida: los vaivenes del ladrillo y la
especulación se llevaron por delante ese recinto irrepetible que no gozaba de
ninguna protección. Y ya que hablamos de la ciudad del mostachón hay que
lamentar la retirada de un novillero que mereció más y mejores oportunidades.
Se llama Daniel Araujo y no nos resistimos a reproducir algunos renglones de la
crónica que publicó este periódico en marzo de 2014. En ella se narraba el
desarrollo de una novillada montada a beneficio de la hermandad de los Gitanos
en la que también alternaba un chaval de ambiente creciente llamado... Pablo
Aguado. “El chaval torea como el que lo inventó, compone con empaque natural,
se coloca en el sitio preciso y suma calidad e inteligencia. Es obligado seguir
pendientes de su evolución. Ojalá le den toros y no se malogre, que en Utrera
tienen un proyecto de torero caro...”. El párrafo, desgraciadamente, no sirvió
de profecía. Lo mejor viene ahora, Daniel. Siempre serás torero
La pujanza de La Algaba
Pero no todo van a ser lamentaciones. En La Algaba
ya están calentando motores para sus tradicionales fiestas septembrinas en la
que el toro es rey indiscutible. El ciclo de promoción alcanza su XLI edición
en ese peculiar coso ribereño -mitad de carros, mitad de obra- que se convierte
en eje inexcusable de la celebración. Los festejos prestan el hilo argumental
pero el alma de la fiesta, reivindicada como remoto impuso atávico, va mucho
más allá de la lidia reglada y encuentra sus valores más absolutos en las
ancestrales capeas. El grito de ¡vaca¡ enciende los entusiasmos y el ancho
ruedo del coso algabeño se puebla, en milésimas de segundo, de una amalgama de
polos y camisetas de todos los colores que esperan la salida del totem ibérico
por excelencia. Es la llamada ancestral del valor y el miedo, el auténtico
motor que alienta la fiesta taurina -en su estado más puro o primigenio- en las
tierras de la vieja piel de toro; como siempre fue...
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