domingo, 1 de septiembre de 2019

SAN SEBASTIÁN DE LOS REYES - La cadencia de Aguado triunfa con Ponce y Manzanares

El joven sevillano borda el toreo al natural en una tarde triunfal junto a las figuras ante una buena corrida de Luis Algarra.
GONZALO I. BIENVENIDA
@GonIzdoBienve
San Sebastián de los Reyes

La tarde encapotada, sin viento ni calor, se antojó la ideal para hacer el toreo. Triunfó la maestría de Ponce, la estética de Manzanares y la clásica cadencia de Pablo Aguado. El sevillano llegaba con el runrún del triunfo de Ronda 24 horas atrás. 

El anovillado tercero embistió de ensueño desde el saludo capotero. Se jalearon sus laceas verónicas sin afectación. Una fragilidad extraña que conecta porque va a destiempo. Unas veces pronto otras tarde, pero en pocas ocasiones la embestida venía enganchada por el vuelo. La figura tan compuesta, tan natural, que gira según pasa la cara del toro. También acompañó al de Algarra en el inicio de la faena ganando terreno. Tras los toreros doblones, lo mejor llegó al natural. Uno especialmente resultó colosal por su cadencia, por su naturalidad, por su temple. Palabras mayores. Cuajó al toro de Algarra por los dos pitones, dándole sus tiempos. Los cites enfrontilado, los muletazos justos en cada tanda para ayudar con su suavidad la clase derrochada del toro. Una sonrisa tímida se dibujaba en el rostro de Aguado entre tanda y tanda. Terminó como deben acabar las grandes faenas: por bajo, con remates de muchos quilates. Las trincherillas engarzadas con lentos pases de la firma, el cambio de mano por delante, los pasos cortos hacia el pitón contrario, el desplante con la muleta recogida. Su fe dejó media estocada eficaz que le dio las dos orejas.

José María Manzanares ha vuelto definitivamente por sus fueros tras encontrarse a Ruiseñor en Bilbao. Ayer se le vio disfrutar del segundo al que administró desde el breve y apasionado saludo. La faena tuvo importancia. Abrió los caminos del buen toro de Algarra para después redondear en una faena marcada por el ritmo. La estética recuperada tras regresar a su versión erguida, compuesta. Fina obra rematada con una estocada colosal en la suerte de recibir. Los arreones del quinto no mermaron la actitud del alicantino que porfió con autoridad.

Enrique Ponce se encontró a dos Hermanitas de la Caridad en su lote. Lo ideal para el maestro en este momento. Al primero le faltó humillación, al segundo algo de transmisión. La infinita nobleza permitió al valenciano explayarse en su vuelta a Sanse tras 18 años. Las alturas, siempre tan complejas de descifrar, no suponen ningún handicap para Ponce. A media altura entendió el contado poder del sobrero de Luis Algarra que sustituyó a su hermano por su evidente falta de fuerza. Los pases de pecho resultaron excesivamente despegados en un conjunto bello. La espada cayó en lo alto y desembocó en dos orejas muy de pueblo. Más contenido tuvo la segunda faena a un toro de escasa cara. Tan abrochado y de tan corto pitón que contrastaba con su pesada hechura. Lo toreó con el capote con exquisito temple. Hubo momentos de mucho gusto, sin arrebato posible por el contado poder del oponente. Remató con sus poncinas.

La fiesta no se redondeó en el bastote sexto. Tampoco se vio tan fresco a Aguado. Exigió mayor oficio y poder por su falta de clase aunque tuvo la misma noble base que sus hermanos. Mostró habilidad para andar con él y para quitárselo de encima.

LUIS ALGARRA - Enrique Ponce, José María Manzanares y Pablo Aguado

Plaza de toros de SS de los Reyes. Domingo, 1 de septiembre de 2019. Última de feria. Tres cuartos de entrada.

Toros de Luis Algarra, desiguales de presentación, mal presentados 3º y 4º. Nobles en su conjunto. El 2º fue premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre.

Enrique Ponce, de pizarra y oro. Estocada (dos orejas). En el cuarto, pinchazo y estocada (oreja).

José María Manzanares, de sangre de toro y oro. Estocada en la suerte de recibir (dos orejas con petición de rabo). En el quinto, pinchazo y bajonazo (saludos tras petición).

Pablo Aguado, de verde botella y oro. Media estocada (dos orejas). En el sexto, estocada contraria y un descabello (saludos).

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