martes, 2 de julio de 2019

FERIA DE SAN PEDRO EN BURGOS - Caras exquisiteces de Pablo Aguado

El sevillano dibuja dos faenas de personalidad y buen gusto perdiendo los trofeos por marrar con la espada frente a un lote de dulce son de Bañuelos.
ÍÑIGO CRESPO
@Crespo_Inigo 
Diario EL MUNDO de Burgos

Pablo Aguado, que sustituía a Roca Rey, tuvo una distinguida presentación en Burgos. Sin trofeos pero brillante. En ambas salidas a escena dibujó el sevillano ese toreo aterciopelado que atesora. De registros cortos pero acompañando con donosura a sus oponentes. Toreo de guapeza y empaque. De dibujo. De sugestión. De media altura. Pero sabroso y elegante por la puesta en escena. Frente a dos oponentes de Bañuelos con esa dulzura y ese son que permite interpretar sin sufrir.

Se lució a la verónica Pablo Aguado en su primero: ritmo, compás, cadencia y suavidad en el lance y la expresión. El toro tuvo clase y recorrido, un derroche de nobleza y buen estilo que fue correspondido por el diestro sevillano que toreó con gusto y despaciosidad. Un toreo bonito, de limpio trazo y media altura que embelesó por la naturalidad. Hubo algunos muletazos de gran categoría, sobre todo los de la mano izquierda. Exquisiteces y chispazos varios. La espada se fue a los bajos y se esfumó el premio. Dio la vuelta al ruedo tras fuerte petición. Se saboreó la sugestión de su interpretación. Volvío a lucirse frente al sexto, gustándose en muletazos al ralentí. Primor y gusto. La espada no ayudó. Y fue ovacionado.

Antonio Bañuelos presentó en San Pedro una corrida bien hecha. Elegante, por tanto. Seis toros proporcionados, musculados, con su trapío y su porte. El toro como bella pintura. Sensación general de corrida elegida con mimo y cuidado para el cartel estrella del ciclo. La corrida tuvo el denominador común de la fijeza, la noble condición y el modo de querer seguir las telas con codicia. Le faltó fondo al conjunto pero hubo ejemplares como el tercero que pusieron en valor la clase suprema como condición indispensable del toro bravo.

Miguel Ángel Perera anduvo sólido y firme con el manejable primero. Se metía por dentro el animal y Perera tuvo que sacar los brazos para trazar con largura el muletazo. A más el toro y a más la faena de Perera frente a un ejemplar de buena conducta. Tablas para empezar tras marrar con los aceros y perder una oreja bien ganada.

Frente al cuarto, Miguel Ángel Perera pisó el albero con autoridad y firmeza. Esa tenacidad propia que dan la seguridad y los conocimientos. Le faltó fondo al de Bañuelos para que rompiera hacia adelante la tesonera faena de un Perera convencido.

Volvía a Burgos tras su triunfo del año pasado el extremeño Emilio de Justo. Hace un año entró cogido con alfileres por ser el torero de la empresa y un perfecto desconocido. Asombró por su aplomo entonces. Por su ambición. Por no arrugarse y por su descaro. Salió triunfador del ciclo y se ganó partidarios en esta tierra. Este lunes, en otra posición en el toreo, Emilio de Justo fue la sombra del de hace un año. Sin fortuna con un lote vacío de Bañuelos, el extremeño se quedó en la zona tibia toda la tarde. Un sí pero no. Un quiero y no puedo. Muy loable actitud porque hoy por hoy es uno de esos toreros que interesan, los toros le han pegado fuerte y tiene por delante una temporada importante. Tampoco la espada le ayudó a maquillar una actuación sombría. Dos faenas que no pasaron la línea de lo correcto frente a dos toros que no tuvieron depósito de bravura.

ANTONIO BAÑUELOS - Miguel Ángel Perera, Emilio de Justo y Pablo Aguado

Coliseum de Burgos. Lunes, 1 de julio de 2019. Tercera de feria. Lleno de «no hay billetes».

Toros de Antonio Bañuelos, de buena presencia, parejos, bien hechos. Corrida entipada. Nobles, con fijeza y clase aunque carentes de fondo. Excelente por calidad, ritmo y son, el 3º; manejable el 1º.

Miguel Ángel Perera, de grana y oro. Dos pinchazos, media estocada y un descabello (ovación). En el cuarto, estocada trasera y un descabello (silencio).

Emilio de Justo, de grana y oro. Dos pinchazos y estocada entera (silencio). En el quinto, un pinchazo y estocada desprendida (silencio),

Pablo Aguado, de marfil y oro. Estocada caída (vuelta al ruedo tras fuerte petición). En el sexto, estocada defectuosa (ovación).

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