El
sevillano dibuja dos faenas de personalidad y buen gusto perdiendo los trofeos
por marrar con la espada frente a un lote de dulce son de Bañuelos.
ÍÑIGO
CRESPO
@Crespo_Inigo
Diario EL MUNDO de Burgos
Pablo Aguado, que sustituía a Roca Rey, tuvo una
distinguida presentación en Burgos. Sin trofeos pero brillante. En ambas
salidas a escena dibujó el sevillano ese toreo aterciopelado que atesora. De
registros cortos pero acompañando con donosura a sus oponentes. Toreo de
guapeza y empaque. De dibujo. De sugestión. De media altura. Pero sabroso y
elegante por la puesta en escena. Frente a dos oponentes de Bañuelos con esa
dulzura y ese son que permite interpretar sin sufrir.
Se lució a la verónica Pablo Aguado en su primero:
ritmo, compás, cadencia y suavidad en el lance y la expresión. El toro tuvo
clase y recorrido, un derroche de nobleza y buen estilo que fue correspondido
por el diestro sevillano que toreó con gusto y despaciosidad. Un toreo bonito,
de limpio trazo y media altura que embelesó por la naturalidad. Hubo algunos
muletazos de gran categoría, sobre todo los de la mano izquierda. Exquisiteces
y chispazos varios. La espada se fue a los bajos y se esfumó el premio. Dio la
vuelta al ruedo tras fuerte petición. Se saboreó la sugestión de su
interpretación. Volvío a lucirse frente al sexto, gustándose en muletazos al
ralentí. Primor y gusto. La espada no ayudó. Y fue ovacionado.
Antonio Bañuelos presentó en San Pedro una corrida
bien hecha. Elegante, por tanto. Seis toros proporcionados, musculados, con su
trapío y su porte. El toro como bella pintura. Sensación general de corrida
elegida con mimo y cuidado para el cartel estrella del ciclo. La corrida tuvo
el denominador común de la fijeza, la noble condición y el modo de querer
seguir las telas con codicia. Le faltó fondo al conjunto pero hubo ejemplares
como el tercero que pusieron en valor la clase suprema como condición
indispensable del toro bravo.
Miguel Ángel Perera anduvo sólido y firme con el
manejable primero. Se metía por dentro el animal y Perera tuvo que sacar los
brazos para trazar con largura el muletazo. A más el toro y a más la faena de
Perera frente a un ejemplar de buena conducta. Tablas para empezar tras marrar
con los aceros y perder una oreja bien ganada.
Frente al cuarto, Miguel Ángel Perera pisó el
albero con autoridad y firmeza. Esa tenacidad propia que dan la seguridad y los
conocimientos. Le faltó fondo al de Bañuelos para que rompiera hacia adelante
la tesonera faena de un Perera convencido.
Volvía a Burgos tras su triunfo del año pasado el
extremeño Emilio de Justo. Hace un año entró cogido con alfileres por ser el torero
de la empresa y un perfecto desconocido. Asombró por su aplomo entonces. Por su
ambición. Por no arrugarse y por su descaro. Salió triunfador del ciclo y se
ganó partidarios en esta tierra. Este lunes, en otra posición en el toreo,
Emilio de Justo fue la sombra del de hace un año. Sin fortuna con un lote vacío
de Bañuelos, el extremeño se quedó en la zona tibia toda la tarde. Un sí pero
no. Un quiero y no puedo. Muy loable actitud porque hoy por hoy es uno de esos
toreros que interesan, los toros le han pegado fuerte y tiene por delante una
temporada importante. Tampoco la espada le ayudó a maquillar una actuación
sombría. Dos faenas que no pasaron la línea de lo correcto frente a dos toros
que no tuvieron depósito de bravura.
ANTONIO BAÑUELOS - Miguel Ángel Perera,
Emilio de Justo y Pablo Aguado
Coliseum de Burgos. Lunes, 1 de julio de
2019. Tercera de feria. Lleno de «no hay billetes».
Toros de Antonio Bañuelos, de buena presencia, parejos, bien hechos. Corrida
entipada. Nobles, con fijeza y clase aunque carentes de fondo. Excelente por
calidad, ritmo y son, el 3º; manejable el 1º.
Miguel
Ángel Perera, de grana y oro. Dos
pinchazos, media estocada y un descabello (ovación). En el cuarto, estocada
trasera y un descabello (silencio).
Emilio
de Justo, de grana y oro. Dos
pinchazos y estocada entera (silencio). En el quinto, un pinchazo y estocada
desprendida (silencio),
Pablo
Aguado, de marfil y oro. Estocada
caída (vuelta al ruedo tras fuerte petición). En el sexto, estocada defectuosa
(ovación).
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