El empresario de Las
Ventas agradece a aficionados, toreros y ganaderos su implicación en la feria más grande del mundo.
MANUEL
MARTÍNEZ ERICE
Adentrados ya en el mayor acontecimiento taurino anual del mundo hay un
manojo de reflexiones que me gustaría
compartir con los lectores de ABC. Estamos ante el mayor reto de organización que ninguna empresa taurina haya abordado
jamás porque estamos ante la feria más extensa en duración de cuantas se han programado, y eso
en tiempos de quebranto económico generalizado
y de actitudes antis sin cuento, furibundas y catetas muchas de ellas.
Por segundo año consecutivo, San Isidro celebra 31 días seguidos de
toros que concitarán en los tendidos de
Madrid alrededor de 700.000 espectadores, aficionados en mayor o menor medida
a la Tauromaquia. Este es el verdadero
catalizador de la pervivencia del arte de torear en el resto de plazas de todos los países en los que se
organizan espectáculos con reses de lidia.
Ya el año pasado decidimos plasmar en programación taurina algo que la
sociedad valora cada vez más, como
consecuencia de la extraordinaria variedad de oferta cultural y de ocio:
potenciar una marca reconocible y
reconocida. Por eso nació este nuevo San Isidro taurino, este mes de Madrid que, en su programación, quiere ser
consonante con la ciudad que nos acoge: abierto, exigente y plural. Matadores de seis
nacionalidades y de múltiples estilos artísticos, reses de todas las regiones ganaderas españolas y de diez
diferentes encastes, más de cuarenta propuestas
culturales entre exposiciones, conferencias o presentaciones de libros y
audiovisuales.
Manifestación única
Parece una contradicción invertir en tiempos de crisis pero creemos que
Madrid, la Plaza de Las Ventas, debe
liberarse de dudas y apostar fuerte por exhibir la pujanza y la pervivencia de
una manifestación cultural y artística
única, también como forma de estimular el emprendimiento del resto del sector taurino en el ámbito
internacional.
En torno a esta Feria se mueven miles de personas, de profesionales de
todos los sectores, desde el diseño a la
medicina especializada, desde la creación artística a la restauración, desde la investigación veterinaria al turismo o
desde la seguridad a la comunicación. Todos ellos, todos nosotros, vivimos como un éxito cada ovación,
cada triunfo de un torero o de un ganadero, cada sonrisa de un aficionado.
Por eso cuando, allá por el mes de octubre, comenzamos a pergeñar esta
feria, a pensar en corridas y en
matadores, activamos un rompecabezas de responsabilidades que comienzan por
el respeto al emblema de San Isidro,
continúa con las ganas de agradar a la mayoría de aficionados y sigue con la gratitud a los que han sabido
demostrar compromiso con Madrid. Estas premisas
deben plasmarse en carteles que, a priori, ofrezcan alicientes
suficientes para mantener esa vieja
máxima: ¡A los toros!
Siempre, es lógico, se nos critica la ausencia de algún matador o de
alguna ganadería, se nos acusa de ceder
a presiones o de no haber presionado suficiente, se nos echa en cara primar
los aspectos económicos sobre los
artísticos. Hemos aprendido que es imposible programar un San Isidro que complazca los gustos personales de
cada aficionado, sean estos objetivamente lógicos o no. También sabemos que el éxito o el
fracaso tienen ingredientes incontrolables en su composición, sobre todo porque este
espectáculo se basa en ese «melón sin calar» que se llama toro.
1.300 espectáculos
Hará ahora 69 años que Livinio Stuyck parió una idea genial: la Feria de
San Isidro. En aquella primera edición
de 1947 se programaron cinco corridas, cuatro de toros y una de novillos, y no
se cortaron orejas. Desde entonces el
capotillo de San Isidro ha protegido a los matadores, con mejor o peor fortuna, en más de 1.300 espectáculos
en los que se ha cimentado gran parte de la
grandeza de la Tauromaquia moderna, con sus grandes virtudes y con sus
defectos respecto a épocas y actitudes
anteriores.
Pero la Fiesta ha evolucionado y somos plenamente conscientes de que es
una evolución sin vuelta atrás, tanto
desde el punto de vista de organización como en la expresión artística de los toreros y en los criterios de selección de
los ganaderos. Nuestra responsabilidad es mantener a capa y espada los valores sustanciales en que
se basa esta manifestación artística, la emoción del toro y el compromiso del torero. En tratar de
que esto sea así ponemos todo nuestro empeño.
Queremos agradecer a los matadores y ganaderos, a los abonados y
aficionados de la Plaza de Las Ventas su
magnífica implicación en esta Feria 2015 y, estamos seguros, su compromiso y responsabilidad
con esta auténtica experiencia por vivir que significa la mayor, y esperamos
que mejor, feria taurina del año.
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