lunes, 11 de mayo de 2015

San Isidro, una experiencia para vivirla


El empresario de Las Ventas agradece a aficionados, toreros y ganaderos su implicación en la  feria más grande del mundo.

MANUEL MARTÍNEZ ERICE

Adentrados ya en el mayor acontecimiento taurino anual del mundo hay un manojo de reflexiones  que me gustaría compartir con los lectores de ABC. Estamos ante el mayor reto de organización  que ninguna empresa taurina haya abordado jamás porque estamos ante la feria más extensa en  duración de cuantas se han programado, y eso en tiempos de quebranto económico generalizado  y de actitudes antis sin cuento, furibundas y catetas muchas de ellas.

Por segundo año consecutivo, San Isidro celebra 31 días seguidos de toros que concitarán en los  tendidos de Madrid alrededor de 700.000 espectadores, aficionados en mayor o menor medida a  la Tauromaquia. Este es el verdadero catalizador de la pervivencia del arte de torear en el resto de  plazas de todos los países en los que se organizan espectáculos con reses de lidia.

Ya el año pasado decidimos plasmar en programación taurina algo que la sociedad valora cada  vez más, como consecuencia de la extraordinaria variedad de oferta cultural y de ocio: potenciar  una marca reconocible y reconocida. Por eso nació este nuevo San Isidro taurino, este mes de  Madrid que, en su programación, quiere ser consonante con la ciudad que nos acoge: abierto,  exigente y plural. Matadores de seis nacionalidades y de múltiples estilos artísticos, reses de todas  las regiones ganaderas españolas y de diez diferentes encastes, más de cuarenta propuestas  culturales entre exposiciones, conferencias o presentaciones de libros y audiovisuales.

Manifestación única

Parece una contradicción invertir en tiempos de crisis pero creemos que Madrid, la Plaza de Las  Ventas, debe liberarse de dudas y apostar fuerte por exhibir la pujanza y la pervivencia de una  manifestación cultural y artística única, también como forma de estimular el emprendimiento del  resto del sector taurino en el ámbito internacional.

En torno a esta Feria se mueven miles de personas, de profesionales de todos los sectores,  desde el diseño a la medicina especializada, desde la creación artística a la restauración, desde  la investigación veterinaria al turismo o desde la seguridad a la comunicación. Todos ellos, todos  nosotros, vivimos como un éxito cada ovación, cada triunfo de un torero o de un ganadero, cada  sonrisa de un aficionado.

Por eso cuando, allá por el mes de octubre, comenzamos a pergeñar esta feria, a pensar en  corridas y en matadores, activamos un rompecabezas de responsabilidades que comienzan por el  respeto al emblema de San Isidro, continúa con las ganas de agradar a la mayoría de aficionados  y sigue con la gratitud a los que han sabido demostrar compromiso con Madrid. Estas premisas  deben plasmarse en carteles que, a priori, ofrezcan alicientes suficientes para mantener esa vieja  máxima: ¡A los toros!

Siempre, es lógico, se nos critica la ausencia de algún matador o de alguna ganadería, se nos  acusa de ceder a presiones o de no haber presionado suficiente, se nos echa en cara primar los  aspectos económicos sobre los artísticos. Hemos aprendido que es imposible programar un San  Isidro que complazca los gustos personales de cada aficionado, sean estos objetivamente lógicos  o no. También sabemos que el éxito o el fracaso tienen ingredientes incontrolables en su  composición, sobre todo porque este espectáculo se basa en ese «melón sin calar» que se llama  toro.

1.300 espectáculos

Hará ahora 69 años que Livinio Stuyck parió una idea genial: la Feria de San Isidro. En aquella  primera edición de 1947 se programaron cinco corridas, cuatro de toros y una de novillos, y no se  cortaron orejas. Desde entonces el capotillo de San Isidro ha protegido a los matadores, con mejor  o peor fortuna, en más de 1.300 espectáculos en los que se ha cimentado gran parte de la  grandeza de la Tauromaquia moderna, con sus grandes virtudes y con sus defectos respecto a  épocas y actitudes anteriores.

Pero la Fiesta ha evolucionado y somos plenamente conscientes de que es una evolución sin  vuelta atrás, tanto desde el punto de vista de organización como en la expresión artística de los  toreros y en los criterios de selección de los ganaderos. Nuestra responsabilidad es mantener a  capa y espada los valores sustanciales en que se basa esta manifestación artística, la emoción del  toro y el compromiso del torero. En tratar de que esto sea así ponemos todo nuestro empeño.

Queremos agradecer a los matadores y ganaderos, a los abonados y aficionados de la Plaza de  Las Ventas su magnífica implicación en esta Feria 2015 y, estamos seguros, su compromiso y responsabilidad con esta auténtica experiencia por vivir que significa la mayor, y esperamos que  mejor, feria taurina del año.

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