Eugenio de Mora y Morenito
de Aranda cortan una oreja por montera. Los maduros toreros 'revelación' siguen puntuando en Madrid y
pidiendo un sitio en las ferias; corrida muy desigual de Valdefresno pero con fondo de nobleza más que
bravura en sus dos líneas de atanasio y lisardo; un buen sobrero de El Risco.
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Una ovación saludó Morenito de Aranda como
reconocimiento y recuerdo a su Puerta Grande del 2 de mayo. Una esperanza pasada no correspondida
por la entrada registrada. No ya sólo por Morenito se esperaba otra cosa, sino por Eugenio de Mora,
el otro veterano en resurrección desde el domingo de ídem y el estío anterior. Y por los chinos de
José Luis Blanco que en las jornadas dominicales visten 2.000 localidades. No se conocía tanto
cemento un domingo de San Isidro desde tiempo inmemorial.
No hacía justicia la entrada a la expectación de
los acontecimientos recientes. De Eugenio recuperé el otro día un artículo que se titulaba 'La
Regeneración del 98', escrito en 1998. Y aquí seguimos, regenerando. Diecisiete años después, el
ahora veterano matador de Mora de Toledo vive una etapa de espléndida madurez. Un nueva juventud con
los conocimientos asolerados de la edad. Su
inteligencia madura entendió a la perfección al bajo, recortado,
aleonado y acarnerado primero de
Valdefresno. Como dos toros en uno. Como si le faltará la mitad. Tan
desarrollado el tren delantero. Y tan
cortas las manos. Pronto marcó las querencias el toro salmantino. Desde que de
corrido tomó el puyazo en el picador que
guarda puerta.
Eugenio de Mora, ya muleta en mano, trató de
quitárselas todas. Puesta, y con unas carreritas, sobre la mano derecha. Para que no se fuese. Pero
sin atacarlo ni terminarlo de atar para no asustarlo. El mansito la quería a su aire, y ahí Eugenio le
esperó con la mano izquierda dejándose querer la tela lacia. Uno natural de nota primero y otro de
categoría tres después. Ya lo había prendido para trazarle una serie zurda superior, magnífica, cenital
una vez ligada al pase de pecho interminable. El toro tenía la desigualdad del querer o no. A capricho. Y
el pulso de Mora se lo trabajó. Hecho lo más difícil apuró una tandita más, de sobra, con un circular
invertido. Se le puso gazapón el noble valdefresno y lo pinchó en la suerte natural. Uno apostaba por
la contraria. Sería en el siguiente envite. Mas el descabello fastidió lo que quedaba de
posibilidad de triunfo.
Llegaría con el cuarto, en las antípodas de
belleza, guapo de atanasio, más que el otro tipo, lisardo el anterior. Por hechuras también. El voluminoso
colorado se prestó a que Eugenio de Mora le dibujase verónicas de manos increíblemente bajas,
rematadas con revoleras airosas. La plaza respondió como una sola voz.
De rodillas, prologó Eugenio de Mora la faena.
Eugenio penitente es como algunos toreros de pie. Y así corrió la mano derecha. Bueno, mejor que
esos mismos toreros de pie. Incorporado, el pase de pecho adquirió tintes de monumentalidad. Y
serían los obligados sellos de la templada obra del toledano, inteligente en los terrenos y cabal
en la colocación. Suave siempre en el trato del buen toro. Una trinchera a modo de despedida de la
coreada faena. Y una estocada trasera y rinconera a la que los más rectos se agarraban para negar la
oreja ganada en buena lid. Pide un sitio en las ferias Eugenio de Mora con reiteración clamorosa,
que para ir por delante adecentaría éticamente los carteles.
Morenito de Aranda se plantó a portagayola como
para decir que no basta con la Puerta Grande, que quiere más. O hacerla valer. El toro se frenó
y el cuerpo a tierra evitó males mayores, con la arrancada enredada en el capote lanzado a la
cara en la huida. De vuelta, Morenito se explayó a la verónica. Mansito el altón ejemplar de Valdefresno
que no terminaba de humillar. Un quite a a favor de obra rematado con media torera. Y la
respuesta de Saldívar por chicuelinas de compás abierto. Los momentos de la derecha entendiendo la altura
duraron poco para lo pronto que se rajó el toro.
Al presidente Polo le debe Morenito un cordero
en Aranda. Porque si el usía no devuelve al quinto, que se lesionó con el tercio de banderillas ya
cambiado, no sale el buen y cornalón sobrero de El Risco, un cinqueño para acompañar. Y Morenito de Aranda
acompaña con sentido de la estética más largo que el muletazo, exacto para la ocasión. Para
alcanzar ese punto, pasaron un par de series ajustarse con el toro. Mas alcanzada la 'entente cordiale'
la estética halló el eco de una plaza volcada. Otro torero en sazón, que diría Suarez-Guanes. La veteranía
es una grado superior, y la torería otro. Un epílogo de taller de joyería, una estocada honda y otro
trofeo a un 'viejo rockero'. Llave para ser llamado. Ya veremos, ya.
(Por cierto: Adalid en el toro devuelto y en el
sobrero clavó en todo lo alto).
El mexicano Arturo Saldívar careció de suerte
con un sobrero de Hermanos Revesado, un mulo de
escasas fuerzas al que no le planteó el inicio más idóneo. Saldívar no
perdonó un quite con una variedad tan
elogiable como la escasa huella dejada. El voluminoso último de la desigual
corrida de Valdefresno embestía boyancón
y con una templanza que no siempre halló. A las 21:40 de la noche, el mexicano seguía sin perder la fe cuando el
toro ya había tirado la toalla. Que templados y nobles saltaron este domingo unos cuantos, con esa
sumisa paz de los bienaventurados mansos.
FICHA DEL FESTEJO
Monumental
de las Ventas. Domingo, 10 de mayo de 2015. Tercera de feria. Menos de tres
cuartos de entrada.
Toros
de Valdefresno, muy desigual de
presentación; noble el grandón 4º; obediente el
mansito, bajo y recortado 1º; altón un 4º que se rajó sin humillar; un
voluminoso 6º de contado poder y
bondadoso; y un sobrero cinqueño de Hermanos
Revesado (3º bis), flojo y sin fuerza; y otro también con los cinco cumplidos de El Risco (5º bis), bueno para
acompañar.
Eugenio de Mora, de coral y oro. Pinchazo
y estocada rinconerilla y tendida y tres descabellos. Aviso (saludos). En el cuarto, estocada
trasera y desprendida (oreja).
Morenito de Aranda, de nazareno y oro. Media
estocada tendida. Aviso (saludos). En el quinto
estocada honda (oreja).
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