El torero francés se
muestra exultante a EFE tras abrir la Puerta Grande de Las Ventas al desorejar
al gran alcurrucén lidiado en tercer lugar. "Ya tengo ganas de que llegue
el día 4 de junio para volver a hacer el paseíllo", dijo tras matar al
sexto.
El gran triunfador de la
tarde de hoy, y de lo que va de San Isidro, el francés Sebastián Castella,
utilizó un refrán muy castizo para resumir a EFE su felicidad por haber
conseguido abrir la Puerta Grande de la Las Ventas: "De Madrid al cielo, y
toreando".
"Estoy tremendamente
feliz, no sólo por el triunfo logrado sino también por mi apoderado y el
ganadero, que ha echado un toro de esos que no te cansarías nunca de torear. No
puedo casi explicar lo que siento, tengo la adrenalina a tope, qué ganas tengo
de que llegue ya el día 4 (de junio) para volver hacer el paseíllo otra
vez", dijo Castella.
A pesar de lo bien que
estuvo, el francés se mostró también autocrítico: "Siempre se puede estar
mejor, aunque cuando se tiene buena materia prima delante, todo es más fácil.
Pero tendría que haber matado mejor a este toro, pues no ha sido la mejor
rúbrica a una faena tan rotunda. Tampoco he podido hacer nada con el sexto",
dijo.
"Pero bueno, lo
importante es haber logrado emocionar y emocionarme con un toro de bandera,
gracias al ganadero y gracias a Madrid", dijo antes de ser llevado a
hombros.
Protagonista también de la
tarde fue la ganadería de Alcurrucén, que, a pesar de no lidiar una corrida
completa, ni mucho menos, lidió a 'Jabatillo', el gran toro lidiado en tercer
lugar y premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre.
Uno de los representantes
de esta divisa extremeña, Eduardo Lozano, consideró que: "Toros como
'Jabatillo' salen pocos, un animal que pedía tandas de siete y ocho muletazos,
y aún así no tenía fin, moviéndose con mucha transmisión, pienso que digno
merecedor de la vuelta al ruedo que le han dado al final".
"El torero también ha
estado cumbre con él, pues esto es cosa de dos, y Castella ha estado de
categoría", añadió el ganadero para decir finalmente que, salvo este toro,
"la corrida no me ha gustado, fue mejor la que echamos el día 19, más
completa".
Morante de la Puebla
manifestó que en su único compromiso contratado para San Isidro no tuvo
"la más mínima opción".
"Toros corretones, sin
celo, cayéndose en los momentos cruciales. A pesar de dejarlos crudos en el
caballo han acabado frenándose y con muy poca raza. En fin, sin opciones",
declaró brevemente el sevillano.
El Juli también se lamentó
de la falta de toros para "trascender mínimamente" al tendido.
"El primero creo que
se ha visto que ha sido imposible hacer nada con él, el otro ha tenido algo más
de clase y de movilidad, pero la falta de fuerzas, sobre todo en los cuartos
traseros, condicionó todo. Yo he estado muy dispuesto toda la tarde. Ya espero
con ganas que llegue el día 3", concluyó. / Diario
ELMUNDO.ES
Morante de la Puebla brindando el toro que abrio plaza al Rey Emerito |
LA FRAGANCIA DE CASTELLA
ResponderEliminar“Una faena en la cumbre, quiera Dios se haga costumbre.”
Vigésima la corrida,
que San Isidro decida,
en histórico festejo,
gran cartel, del sol reflejo.
Sebastián, ¡viva la Francia!,
dio muestra de su fragancia,
en Las Ventas, fue Castella,
torero de digna estrella.
Vestido, tabaco y oro,
santiguado fue su imploro,
muy formal, fiel paseíllo,
soñando en el propio brillo.
Astado serio, sincero,
de la tarde fue el tercero,
cuernos altos, colorado,
bella estampa, asaz armado.
“Jabatillo”, se llamaba,
raza fuerte, estirpe brava,
los genes al cien por cien,
divisa de Alcurrucén.
Capote pulcro, educado,
con tersura dibujado,
“chicuelina” pinturera,
suave media a la cadera.
Varilargas son las jaras,
polémico tercio, varas,
verónicas en el quite,
arte joven se transmite.
Que decir de la muleta,
tela roja cual veleta,
faena por naturales,
suertes espectaculares.
Público puesto de pie,
de tal magia me apropié,
con ambas manos, maestro,
¡que zurda, del galo diestro!
Un fino lance cambiado,
molinete destacado,
trincherillas, el desprecio,
pases que no tienen precio.
Con ritmo, profundidad,
la templanza sin piedad,
largueza de cabo a rabo,
en mi memoria lo grabo.
El deseo del ganadero,
dualidad, toro, torero,
hermanados en la lidia,
entregados, sin perfidia.
Toro que humille, que embista,
que nunca pierda la pista,
que tenga un tranco de más,
que muestre siempre esa faz.
Y, un hombre, torero, esteta,
tauromaquia de etiqueta,
que conduzca acometida,
de manera muy sentida.
Cóncavo, feliz, convexo,
final, genial, genuflexo,
matador tozudo, exalto,
estoconazo, en lo alto.
Toda tienta así germina,
ser humano, adrenalina,
vuelo de pañuelos blancos,
tendidos, aplausos francos.
Presidente justiciero,
par de orejas, premio entero,
“Jabatillo”, vuelta al ruedo,
arrastre despacio, quedo.
Finca del “Egido Grande”,
pasto verde que se expande,
Pablo Lozano Martín,
este triunfo buen festín.
Por el peto, por la espada,
dos “peros” que no son nada,
como la nube que empaña
el astro de la mañana.
Puerta grande bien lograda,
española tan deseada,
un francés que sale a hombros,
que no cesen los asombros.
En Madrid se toca el cielo,
toreando con mucho celo,
surtió efectos la oración,
Castella, en su mejor versión.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
México, D. F., a 27 de mayo del 2015
Reg. SEP Indautor No. (en trámite)
LA FRAGANCIA DE CASTELLA
ResponderEliminar“Una faena en la cumbre, quiera Dios se haga costumbre.”
Vigésima la corrida,
que San Isidro decida,
en histórico festejo,
gran cartel, del sol reflejo.
Sebastián, ¡viva la Francia!,
dio muestra de su fragancia,
en Las Ventas, fue Castella,
torero de digna estrella.
Vestido, tabaco y oro,
santiguado fue su imploro,
muy formal, fiel paseíllo,
soñando en el propio brillo.
Astado serio, sincero,
de la tarde fue el tercero,
cuernos altos, colorado,
bella estampa, asaz armado.
“Jabatillo”, se llamaba,
raza fuerte, estirpe brava,
los genes al cien por cien,
divisa de Alcurrucén.
Capote pulcro, educado,
con tersura dibujado,
“chicuelina” pinturera,
suave media a la cadera.
Varilargas son las jaras,
polémico tercio, varas,
verónicas en el quite,
arte joven se transmite.
Que decir de la muleta,
tela roja cual veleta,
faena por naturales,
suertes espectaculares.
Público puesto de pie,
de tal magia me apropié,
con ambas manos, maestro,
¡que zurda, del galo diestro!
Un fino lance cambiado,
molinete destacado,
trincherillas, el desprecio,
pases que no tienen precio.
Con ritmo, profundidad,
la templanza sin piedad,
largueza de cabo a rabo,
en mi memoria lo grabo.
El deseo del ganadero,
dualidad, toro, torero,
hermanados en la lidia,
entregados, sin perfidia.
Toro que humille, que embista,
que nunca pierda la pista,
que tenga un tranco de más,
que muestre siempre esa faz.
Y, un hombre, torero, esteta,
tauromaquia de etiqueta,
que conduzca acometida,
de manera muy sentida.
Cóncavo, feliz, convexo,
final, genial, genuflexo,
matador tozudo, exalto,
estoconazo, en lo alto.
Toda tienta así germina,
ser humano, adrenalina,
vuelo de pañuelos blancos,
tendidos, aplausos francos.
Presidente justiciero,
par de orejas, premio entero,
“Jabatillo”, vuelta al ruedo,
arrastre despacio, quedo.
Finca del “Egido Grande”,
pasto verde que se expande,
Pablo Lozano Martín,
este triunfo buen festín.
Por el peto, por la espada,
dos “peros” que no son nada,
como la nube que empaña
el astro de la mañana.
Puerta grande bien lograda,
española tan deseada,
un francés que sale a hombros,
que no cesen los asombros.
En Madrid se toca el cielo,
toreando con mucho celo,
surtió efectos la oración,
Castella, en su mejor versión.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
México, D. F., a 27 de mayo del 2015
Reg. SEP Indautor No. (en trámite)