Afronta desde esta tarde una Feria de San Isidro
transcendental para su carrera. Viene avalado por los elogios de Curro y El Viti como referente del
clasicismo. Los toros de Cuvillo tendrán la última palabra entre dos figuras: Castella y Talavante.
ZABALA
DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Borró en otoño toda una feria como la de Madrid con la
izquierda. Un túnel del tiempo, una falla abisal que conectaba con otras épocas del toreo, se
abrió a los pies de Diego Urdiales como un terremoto. Urdiales resucitó, de repente y tan despacio,
el clasicismo perdido. La pureza de sus huesudas manos que un día cambió la brocha gorda por la
humilde suavidad de los pinceles de su muleta.
Diego, ¿qué es
la pureza?
Yo creo que es no concederte ninguna ventaja con el
toro ni a la hora de presentar el cuerpo y los
trastos. Debe haber una entrega absoluta y... hacer las cosas mucho con
el pecho, con las muñecas... intentar la
máxima naturalidad.
¿Se puede
separar la pureza de la naturalidad?
No se pueden separar. Para mí la pureza más
cristalina, casi líquida, va unida a esa naturalidad que hace que el cuerpo fluya con armonía y
sutileza.
Curro Romero
dice que el toreo es de cadera a cadera.
Estoy totalmente de acuerdo. En todo lo que sea forzar
más allá de ese momento se muere el toreo.
¿Qué se siente
cuando dos maestros como Curro y El Viti le señalan como referente y fuente
donde beber?
No lo digieres. Que fenómenos como ellos digan eso y
hablen de mi toreo así, me llena de satisfacción. Ellos han sido espejos. Como toreros
antiguos, son guardianes de la pureza y la naturalidad. Ese concepto del embroque, de adquirir la
profundidad extrema precisamente ahí.
¿Por qué se ha
perdido ese clasicismo que nunca muere pero que por etapas desaparece?
El toreo es el toreo. No surge por casualidad. Uno lo
tiene que buscar, macerar, sondearlo dentro de las circunstancias personales de cada cual, que a
veces conlleva una dificultad mayor y otras no tanto. Depende de las embestidas con clase que te encuentres
para perseguir ese toreo. Como saben, mi
camino no ha transcurrido por esos cauces, pero siempre he confiado en
mi concepto del toreo.
Mucha
paciencia y más fe con ese tipo de ganaderías de pedernal.
Es muy duro. Te salvas porque uno adquiere oficio y
conocimientos de la lidia. Pero caminar por esa
cuerda entraña mucha dificultad para hacer el toreo.
¿Sigue
teniendo vigencia la frase de que el toro pone a cada uno en su sitio?
Muchas veces no es real. Estoy convencido de que ha
habido toreros que se han perdido. Hay que tener una tremenda capacidad de aguantar. Cuando el
sistema se cierra de tal modo...
Al menos, tres
tardes le esperan en Madrid, que no es poco: Adolfo, Cuvillo y Victoriano del
Río.
Estoy muy ilusionado. Espero que embistan para
responder y dar lo que espera Madrid de mí.
¿Hace cuánto
dejó el mono y los cubos de Titanlux?
Yo estaba encima de una escalera cuando me llamaron
para debutar en Madrid, que fue para una
sustitución en la corrida de Carmen Segovia en 2008. Había indultado ya
el toro de Victorino en Logroño el año
anterior pero no se me abrían las puertas para poder dejar la pintura. Tenía
una familia que alimentar y un
orgullo... A partir de Madrid pude vivir de pleno mi profesión.
Qué crudos
inviernos sentado al lado del teléfono mudo.
Hubo un verano que cuando me anunciaron en Las Ventas
llevaba dos años parado. Hay que tener una
afición desmedida. Los sinsabores pesan, pero sentir los trastos es lo
que me ha mantenido vivo.
En todos estos
años, Bilbao le ha dado un sitio aunque siempre con el premio de Victorino...
Siete temporadas consecutivas triunfando en Bilbao no
es fácil. La gente me quiere y me respeta allí.
Esperemos que este año Dios ayude.
A la suerte le
cuesta sonreír.
Yo siento que todavía no me han visto torear de
verdad.
¿Da temple el
vino de La Rioja?
(Se ríe) Todo el que lo ha probado lo sabe.
En su Arnedo
natal ha creado un Aula Taurina para los críos.
Transmitir a los niños los valores del toreo me
provoca felicidad.
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