jueves, 21 de mayo de 2015

ENTREVISTA - Diego Urdiales, el torero de la pureza líquida

Afronta desde esta tarde una Feria de San Isidro transcendental para su carrera. Viene avalado por los  elogios de Curro y El Viti como referente del clasicismo. Los toros de Cuvillo tendrán la última palabra  entre dos figuras: Castella y Talavante.

ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna

Borró en otoño toda una feria como la de Madrid con la izquierda. Un túnel del tiempo, una falla abisal  que conectaba con otras épocas del toreo, se abrió a los pies de Diego Urdiales como un terremoto.  Urdiales resucitó, de repente y tan despacio, el clasicismo perdido. La pureza de sus huesudas manos  que un día cambió la brocha gorda por la humilde suavidad de los pinceles de su muleta.

Diego, ¿qué es la pureza?
Yo creo que es no concederte ninguna ventaja con el toro ni a la hora de presentar el cuerpo y los  trastos. Debe haber una entrega absoluta y... hacer las cosas mucho con el pecho, con las muñecas...  intentar la máxima naturalidad.

¿Se puede separar la pureza de la naturalidad?
No se pueden separar. Para mí la pureza más cristalina, casi líquida, va unida a esa naturalidad que  hace que el cuerpo fluya con armonía y sutileza.

Curro Romero dice que el toreo es de cadera a cadera.
Estoy totalmente de acuerdo. En todo lo que sea forzar más allá de ese momento se muere el toreo.

¿Qué se siente cuando dos maestros como Curro y El Viti le señalan como referente y fuente donde  beber?
No lo digieres. Que fenómenos como ellos digan eso y hablen de mi toreo así, me llena de satisfacción.  Ellos han sido espejos. Como toreros antiguos, son guardianes de la pureza y la naturalidad. Ese  concepto del embroque, de adquirir la profundidad extrema precisamente ahí.

¿Por qué se ha perdido ese clasicismo que nunca muere pero que por etapas desaparece?
El toreo es el toreo. No surge por casualidad. Uno lo tiene que buscar, macerar, sondearlo dentro de las  circunstancias personales de cada cual, que a veces conlleva una dificultad mayor y otras no tanto.  Depende de las embestidas con clase que te encuentres para perseguir ese toreo. Como saben, mi  camino no ha transcurrido por esos cauces, pero siempre he confiado en mi concepto del toreo.

Mucha paciencia y más fe con ese tipo de ganaderías de pedernal.
Es muy duro. Te salvas porque uno adquiere oficio y conocimientos de la lidia. Pero caminar por esa  cuerda entraña mucha dificultad para hacer el toreo.

¿Sigue teniendo vigencia la frase de que el toro pone a cada uno en su sitio?
Muchas veces no es real. Estoy convencido de que ha habido toreros que se han perdido. Hay que tener  una tremenda capacidad de aguantar. Cuando el sistema se cierra de tal modo...

Al menos, tres tardes le esperan en Madrid, que no es poco: Adolfo, Cuvillo y Victoriano del Río.
Estoy muy ilusionado. Espero que embistan para responder y dar lo que espera Madrid de mí.

¿Hace cuánto dejó el mono y los cubos de Titanlux?
Yo estaba encima de una escalera cuando me llamaron para debutar en Madrid, que fue para una  sustitución en la corrida de Carmen Segovia en 2008. Había indultado ya el toro de Victorino en  Logroño el año anterior pero no se me abrían las puertas para poder dejar la pintura. Tenía una familia  que alimentar y un orgullo... A partir de Madrid pude vivir de pleno mi profesión.

Qué crudos inviernos sentado al lado del teléfono mudo.
Hubo un verano que cuando me anunciaron en Las Ventas llevaba dos años parado. Hay que tener una  afición desmedida. Los sinsabores pesan, pero sentir los trastos es lo que me ha mantenido vivo.

En todos estos años, Bilbao le ha dado un sitio aunque siempre con el premio de Victorino...
Siete temporadas consecutivas triunfando en Bilbao no es fácil. La gente me quiere y me respeta allí.  Esperemos que este año Dios ayude.

A la suerte le cuesta sonreír.
Yo siento que todavía no me han visto torear de verdad.

¿Da temple el vino de La Rioja?
(Se ríe) Todo el que lo ha probado lo sabe.

En su Arnedo natal ha creado un Aula Taurina para los críos.
Transmitir a los niños los valores del toreo me provoca felicidad.

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