Puerta Grande para la
figura de Francia, cumbre con un toro de Alcurrucén premiado con la vuelta al
ruedo en el arrastre; corrida mansita y pobre de casta que dejó a Morante de la Puebla y El Juli sin opciones.
@zabaladelaserna
Fotos: EFE
Fotos: EFE
La calle de Alcalá esperaba
a Sebastián Castella como su muleta a 'Jabatillo'. Qué manera de embestir, qué
forma de torear. La Puerta Grande debida, la vuelta en el arrastre cantada. Toreando y embistiendo así,
¿cómo se puede discutir? La polémica de toda la vida salvo que el toro fuese
gris y el gallo de Francia un tieso. El peto, la espada que baja de la cruz... Quédense con la
polémica, yo me agarro a la cumbre vivida.
El toro de Alcurrucén,
desde que olió el capote, humilló con una calidad superlativa. El ritmo
sostenido y la hondura. Castella templó la verónica con fuego de fragua.
Una llama lenta en cada lance. Y una
chicuelina engarzada como un rubí. La media se durmió en la cadera. Un
alboroto. Acudió al caballo con más intención que celo en el peto; del segundo encuentro se soltó. El lunar para
el pañuelo azul...
No cesó de crecer desde
entonces. Ni en el quite de 'Le Coq' tan majado y despacioso de nuevo a la
verónica. Tan extraordinario, que la réplica de Morante racaneó. SC ofrendó a 'Jabatillo' a Madrid. Y a dúo
montaron un lío formidable desde el prólogo de pases cambiados, que se
desmelenó con una izquierda superior, a golpe de muñeca el enredo enroscado, el molinete, las
trincherillas, los del desprecio. Ardían los tendidos en pie. Quiso Castella
reducir tanto en la tanda de naturales de estreno que perdió la muleta. No volvería a ocurrir. Y la serie de
naturales que parió enloquecieron por su lentitud y profundidad. Ninguna tanda
bajaría de los cuatro o cinco y el de pecho. Como la siguiente: un repóquer de derechazos
inacabables. Y el de pecho. Otra vez la zocata y otra vez cinco. Todo ligado.
Inmaculado. 'Jabatillo' ganaba enteros como respuesta a tan exquisito trato. Por el pitón izquierdo
surcaba la arena hasta donde el elegante galo lo soltaba. De nuevo en redondo.
Como estrategia de intercambiar las manos. Cinco más y las dobladas con porte de
monumentalidad. Genuflexo, flexible, juncal y fino. Faltaba la muerte. Y la
muerte fue de una estocada defectuosa. Baja, sí.
La pañolada adquirió
fuerza. Pasó la criba de la primera oreja. Y siguió. El presidente asomó el
pañuelo azul de la vuelta al ruedo para el toro. Y luego el de la segunda
oreja. En verdad os digo que os quedéis
vosotros los menos con la polémica, que me interesa poco. Que una faena de tal
calibre es para conservar en la memoria. Y además hay una ley divina de la compensación, y Castella
cobró las dos orejas que a lo mejor quedaron por otorgarle en la faena a
'Lenguadito' (de El Torero). Sólo que a 'Lenguadito' ya no le pueden devolver la vuelta al ruedo en
el arrastre que birlaron a su bravura. A Sebastián le van los diminutivos: de
'Lenguadito' a 'Jabatillo'. Grande 'Le Coq', la perfección sin el cuasi.
"Quedénse los menos
con la polémica que ni el calibre de la obra ni el toro merecen"
Antes de la procesión,
Castella se chupó un cinqueño melocotón que no humillaba. Manso y de mal
estilo. No pudo redondear ¿más?
De nuevo en los toros el
viejo Rey. Se agradece. Juli le envió su capote de paseo aterciopelado a la
barrera de Preferente, y Morante de la Puebla le ofreció la muerte de 'Alcotán', una belleza de toro. La capa
burraca pura de Núñez. ¿Burraca? Ensabanada decía la ficha. No creo. Una
lámina. Cebadita o torrestrella en el recuerdo. Chata la cara y sueltas las carnes. Esa cara de dibujo
viajaba siempre alta. Desde el saludo a la verónica, esbozos de majestad cuando
no enganchó el toro.
El de La Puebla le dijo al
Rey un brindis muy 'british': "Dios le dé larga vida". A su altura la
torería. A la altura de la embestida al principio. Después hubo de afinar para
evitar el toque altivo del toro. Un par
de pases de la firma, una trinchera, el sabor de acompañar simplemente la falta
de empuje y riñones. Lo mató bien Morante, como al deslucido y cinqueño cuarto. Otra estocada. Otro
silencio. Así desde 2009.
Juli no tuvo opción con un
toro bobo con cara de niño. Brindó al Rey emérito: "Siempre será nuestro
Rey". El brindis fue lo más destacable. El quinto traía aire de embestir
en sus cinco años cumplidos. Suelto como
característica del encaste. Juli se empeñó en torearlo con el capote y a fe que
lo consiguió cuando ya se había presentado el caballo en el ruedo. Gran media verónica achenelada.
La hierba en la boca para intervenir tras la segunda vara. Presentía el quite
de Castella y ahí la raza y el colmillo de las figuras. Se echó el capote a la espalda con un medio
farol. Y por Gaona se fajó. Sebastián por saltilleras en su turno. El toro que
apuntaba cosas notables se vino abajo pronto, y a mí que Julián también. Como la corrida de
Alcurrucén, tan aguada.
Ante la mirada Real,
Castella voló en el sueño de 'Jabatillo'.
FICHA DEL FESTEJO
Monumental de las Ventas. Miércoles, 27 de mayo de 2015. Vigésima de
feria. Lleno de "no hay billetes".
Toros de Alcurrucén, de
bonitas y bajas hechuras; tres cinqueños:
un 4º muy deslucido, un 5º que apuntó buen aire pero se vino abajo y un
6º de manso y feo estilo; muy lavado el noblón 2º; suelto de carnes y sin
humillación ni empuje el 1º; superlativo
de profundidad, calidad y ritmo un 3º premiado con la vuelta al ruedo en el
arrastre.
Morante de la Puebla, de azul añil y oro.
Estocada (silencio). En el cuarto, estocada (silencio).
El Juli, de azul marino y
oro. Pinchazo hondo y estocada trasera (silencio). En el quinto, estocada
trasera (silencio).
Sebastián Castella, de tabaco y oro.
Estocada baja y defectuosa (dos orejas). En el quinto, estocada defectuosa
(silencio). Salió a hombros por la Puerta Grande.
Morante de la Puebla |
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