Puerta Grande,
segunda consecutiva, para el joven caballero que corta tres orejas en una tarde
redonda; Hermoso malogra una importante faena con los aceros; y Bohórquez se despide de Las Ventas con la
suerte negada.
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Foto: EFE
Venía la tarde cargada de
citas, cifras y nostalgias, entre Fermín que se despedía de Madrid y Pablo que
cumplía los 20 años de su confirmación en Las Ventas. Y entre Bohórquez y Hermoso de Mendoza se coló como
una centella el joven Leonardo Hernández. Como un misil al cielo de Madrid. Un
asalto en toda regla y sin coleta. Una
Puerta Grande de una tacada, con las dos orejas del extraordinario
tercero de San Pelayo, en una faena igualmente extraordinaria. Segunda salida a
hombros consecutiva para Leonardo
después de su elevación a los altares el pasado e histórico sábado, con el
grandioso Ventura y el elegante Galán por la Puerta de Alcalá.
Toro ágil y flexible de San
Pelayo sin alcanzar los 500 kilos en unas hechuras formidables. Leonardo templó
la vibrante embestida de salida de 'Navajito', que así se llamaba el toro de Capea. Arriba los rejones. Un par.
Como a toda la corrida. Y con 'Amatista' llegó el lío, un caballo tordo a dos
pistas bordó el hilo de la bravura con soberbios recortes por los adentros. De frente y al cuarteo
las banderillas muy en corto. La inteligencia a flor de piel como la emoción de
los tendidos en pie: en un momento de leve
duda del toro al pasar toriles el jinete decidió cambiarlo de terrenos y
sacárselo a los medios. 'Olé' de punta a punta de la plaza, con 'Navajito'
colocado en la contraquerencia del '7'
-ole también por la cabeza lidiadora-, atacó el cénit de la faena: Leonardo, a
galope tendido por la cuerda floja del diámetro entero del ruedo, paraba y quebraba
en un palmo de terreno justo al alcanzar
la jurisdicción del toro. Cada encuentro, una explosión. Sobre 'Xarope' puso
las guindas definitivas con las cortas al violín, las más reunidas de todas. Cintura de junco la de Leonardo,
que con la gloria en la mano hundió el acero en todo lo alto. Un mar de
pañuelos al asalto del cielo de Madrid. Las orejas y la llave de una sola vez.
Leonardo redondeó con el
último, del hierro de Capea, uno de los tres o quizá cuatro de la casa, una
tarde de fábula. A últimas, cuando los focos se encendían ante la inminente noche, el albino 'Sol' brilló con
luz propia. Y puede que 'Olé' contase también lo suyo para que Hernández
completase una actuación que supone, o debe suponer, un salto cualitativo y cuantitativo en su
carrera. La tercera oreja cayó con justicia. Y pudieron ser cuatro. Pero el
presidente con buen juicio no quiso agraviar su anterior faena...
Pablo Hermoso de Mendoza
salió espoleado en el quinto con la raza de figura que lo ha consagrado en el
Olimpo del arte del toreo. Toro fuerte y encastado que tiraba con todo a las monturas. Fue un órdago a la
grande de Pablo I de Navarra el atrevimiento sobre 'Disparate', la hermosina en
circunstancias adversas. La emoción del riesgo. La gente loca. Por uno y otro costado, el cambio
rítmico, se la jugaba Hermoso en cada giro. A lomos de 'Ícaro', ese caballo que
mira a los ojos de los toros, y de paso y si
puede les tira bocaditos groseramente, rindió definitivamente la plaza.
Pero el rejón de muerte y los arreones de raza del toro le complicaron la vida
hasta los cinco pinchazos que malograban
una importante obra.
Hermoso de Mendoza, en esta
temporada del cuarto de siglo de su alternativa y sus 4.200 toros
"estoqueados", brindó su primer toro a la Infanta Elena, que asistía
a la barrera de Preferente con Victoria
Federica y Felipe, Froilán en la prensa. Salió el toro de Capea desentendido y
manseando una enormidad. Y pese a que con 'Dalí' alcanzó los momentos culminantes en cortos
apoyos traseros otra vez el acero de muerte le traicionó malamente.
A la cita nostálgica en Las
Ventas con el vértigo de la historia a cuestas se sumaba Fermín Bohórquez, que
se despedía de Madrid 25 años después de su confirmación. Y la fidelidad por bandera a la escuela más clásica
del rejoneo durante todo este tiempo. El toro de San Pelayo no se lo puso nada
fácil con sus hechuras ensilladas y su
complicado comportamiento. Necesitó de dos rejones caídos que aplacaron
en cierto modo la violencia inicial y esa manera de adelantar y ponerse por
delante del caballo. Pero quedó un
comportamiento incierto, falsamente parado a la espera del arreón traicionero.
Bohórquez resolvió la papeleta con la veteranía curtida y a dos manos en encuentros consecutivos. Sin el brillo
esperado, el personal, que exclusivamente acude en masa para ver los caballos y
no para analizar el toro, no entendió las
complicaciones. Y para colmo el rejón de muerte se hundió en los
blandos.
Cargado el lote de
Bohórquez con un cuarto de 600 y pico kilos de tonelaje. Muy cargado y
probablemente mal enlotado en la desigual corrida de San Pelayo. Y preñado
de una mansedumbre imposible. Si hubiera
podido, ese saltó al callejón... El adiós a Madrid hubiera merecido otra cosa.
La vida es así. Y mientras el veterano caballero jerezano se marchaba a pie, Leonardo se iba a
hombros por la Puerta Grande.
FICHA DEL FESTEJO
Monumental de las Ventas. Sábado, 23 de mayo de 2014. Decimosexta de
feria. Lleno.
Toros de rejones de San Pelayo
y uno de El Capea (6º),
reglamentariamente despuntados, muy
desiguales; extraordinario el ligero y bravo 3º; encastado y fuerte un 5º que
tiraba sus cornadas; manso de libro el inmenso 4º; ensillado y complicado el
1º; desentendido y con escaso celo el
voluminoso 2º; parado el lavado 6º.
Fermín Bohórquez, pinchazo y rejón
bajo, trasero y atravesado (silencio). En el cuarto, pinchazo hondo y medio
rejón (silencio).
Hermoso de Mendoza, pinchazo, medio
rejón atravesado y rejón en los blandos (silencio). En el quinto, cinco pinchazos
y rejonazo (saludos).
Leonardo Hernández, rejón en todo lo
altos (dos orejas). En el sexto, rejonazo trasero (oreja y fuerte petición).
Salió a hombros por la Puerta Grande.
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