El viento hace estragos y no
permite elegir terrenos ni distancias. Una seria y diversa corrida de Parladé
con un cuarto sobresaliente. Cumple con honradez y entrega Abellán.
BARQUERITO
Foto: Andrew Moore
Foto: Andrew Moore
SI NO HAY OTRO
que lo mejore, el cuarto de Parladé será el toro de la feria Ocho corridas del
abono cumplidas, vistos más de cincuenta toros –no todos murieron en la arena-
y este Fanfarrio, cinqueño, negro listón, 605 kilos, puso el listón por las
nubes. Las hechuras: el cuajo, la seriedad, la hondura. El fondo y no solo el
escaparate: prontitud, viveza, alegría, entrega, fijeza, embestidas humilladas
y repetidas –más largas y ganosas por la mano derecha-, nobleza de bravo y no
pajuna. Y el ritmo, que en el toro de sangre Parladé no lo es todo pero casi.
Solo que sobre ese toro, sobre Abellán que le hizo frente
sin volver la cara pero con una muleta diminuta y de más apresto que vuelo, y
sobre la corrida toda pesó como bíblico castigo un viento muy enredado y
revoltoso. Viento que llegó a ser en el caso de ese gran cuarto más enemigo que
el toro, porque Abellán estuvo más pendiente de sujetar el engaño –montado en
exceso- para que no se le fuera de la mano, y de parapetarse con la muleta, que
de templarse a placer con embestidas regulares y encadenadas, fiables,
armónicas. El viento contra el son, que fue, por la parte del toro, creciente o
rampante, a más y más, detalle que retrata la bravura.
Abellán capeó con entrega el temporal, no se escondió -ni un regate al toro-, pero en la que era ya
cuarta tanda en redondo, al abrigo de las rayas y tablas del sol del 5 y el 6
–donde conviene en Madrid en tardes ventosas-, se vio de pronto desbordado y no
quedó otra que recurrir al muletazo cambiado circular, recurso impropio en
bravura. La apuesta por la mano izquierda se quedó en el aire o muy corta, y en
ese momento, la faena, tan meritoria, pasó a ser faena discutida y castigada.
Un pinchazo, una buena estocada en la suerte contraria. Silencio. Aplaudieron
al toro en el arrastre. No demasiado.
En el sorteo y reparto de toros salió beneficiado Abellán
–el primero se empleó, fue de buen aire- y perjudicado Perera –el quinto,
acaballado, ni descolgó ni repitió ni regaló dos viajes seguidos medio en
serio. A manos de Fandiño vinieron un tercero de fragoroso arranque pero parado
a la hora de la verdad y un sexto muy relevante, que fue, después del gran
cuarto, el toro de la corrida. Cinqueño como todos, remangado y casi vuelto de
pitones, romaneó en el caballo, mantuvo el gesto de bravo de principio a fin
–igual que el cuarto- y galopó y metió la cara sin desmayo.
También el viento se interpuso entonces, pues el afán de
Fandiño por torear reunido hubo de conciliarse con los toques por fuera y los
muletazos cortos, al remate de los cuales no quedó más remedio que perder
pasos. Todo eso entrecortó el ritmo del toro, que, sin viento, en el tercio o
en los medios, se habría visto mejor. Fandiño se adornó por bernadinas ceñidas
antes de salir volteado en la reunión de una estocada a morir que no fue tal,
sino una voltereta que dejó al torero de Orduña grogui y tumbado de costado. No
se sabe cómo recuperó consciencia y ganas de seguir. Sonaron dos avisos.
El toreo de más puro encaje y calidad, toreo de poso y
reposo, se lo hizo Perera con la mano diestra al segundo de corrida, que había
escarbado y dado muestras de flaqueza, pero acabó convencido en sedosos
muletazos. Por la izquierda el toro no hizo más que protestar y hasta pegar
taponazos. Insistió Perera más de lo debido. Se sentiría obligado. En tarde sin
viento, tal vez se habría podido obrar el milagro. Abellán le hizo al buen
primero una faena muy de sol, de gran descaro, de concesiones a la galería,
pero con la sabiduría del torero de vuelta de muchas batallas. Toreros que
saben medirse y medir.
FICHA DE LA CORRIDA
Madrid, 15 may. 8ª de San Isidro. Soleado, fresco, muy ventoso. Lleno.
Dos horas y veinte minutos de función.
Seis toros de Toros de Parladé
(Juan Pedro Domecq).
Miguel Abellán, oreja tras un aviso y silencio. Miguel Ángel Perera, ovación tras un
aviso y silencio. Iván Fandiño,
silencio y ovación tras dos avisos.
Excelente brega de Domingo Siro con el cuarto.
Excelente brega de Domingo Siro con el cuarto.
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