Los criterios objetivos y científicos
El Dr. Gil-Cabrera, investigador en Ciencias
Veterinarias en la Universidad Complutense y especialista en la fisiología y comportamiento del toro
durante su lidia, explica detalladamente en este artículo la adaptación fisiológica del toro durante la
lidia. Y sobre la base de criterios objetivos y científicos, concluye que "se puede afirmar que
efectivamente el toro elabora una respuesta de adaptación al estrés que le permite desarrollar las
modificaciones fisiológicas necesarias para afrontar el estrés de la lidia, y esta adaptación tiene un reflejo en
el comportamiento específico de este animal en esta situación concreta. Se trata de un artículo importante
para deshacer malentendidos y, en especial, para dejar en evidencia la endeblez de algunas argumentaciones
animalistas.
FERNANDO GIL-CABRERA
A raíz
de las comparecencias que tuvieron lugar recientemente durante la Comisión de
Cultura en el Congreso de los Diputados,
me gustaría hacer una serie de aclaraciones que, como especialista en la fisiología
y comportamiento del toro durante su lidia, considero que es necesario conocer
para poder valorar con un criterio
objetivo y científico este tema.
La
primera consideración hace referencia al manido titular “El toro no sufre” del
que se viene haciendo uso demagógico repetidamente en este tipo de contextos.
Como el Dr. Illera ha aclarado en multitud de ocasiones y los estudios
científicos de su departamento avalan, la lectura correcta es “que el toro
de lidia, gracias a su selección y
evolución, es capaz de adaptarse fisiológicamente tanto al estrés como al ejercicio físico que supone su lidia” y, en
ningún caso se ha hecho un juicio de valor acerca del sufrimiento del toro de lidia en esta
situación. Por lo tanto, sería aconsejable dejar de utilizar y de hacer referencia a este titular periodístico como a
una conclusión científica derivada de los trabajos de este grupo de investigación.
Alguno
de los comparecientes criticaron el hecho de que los trabajos referentes a la
fisiología del toro de lidia realizados
en el Departamento de Fisiología de la Facultad de Veterinaria de la
Universidad Complutense de Madrid, no
han sido publicados en ninguna revista de ámbito internacional, intentando invalidar por ello las conclusiones derivadas
de los resultados obtenidos. Me gustaría aclarar, que existe una dificultad específica para publicar
trabajos referentes al toro de lidia en este tipo de revistas; no obstante, dichos trabajos cuentan con el
respaldo de varias Tesis Doctorales realizadas en el Departamento y aprobadas por sus respectivas
Comisiones de Doctorado que velan por el rigor científico de los trabajos
aprobados. Asimismo, estos trabajos han sido presentados en diferentes congresos científicos, tanto nacionales como
internacionales.
Curiosamente,
las personas que exigieron que los trabajos científicos deben estar publicados
en revistas de ámbito internacional,
basaron su argumentación en estudios sobre el toro de lidia que no están
publicados en ninguna revista que cumpla este requisito. En este sentido, en el
trabajo referente a las lesiones
producidas durante la lidia, no se aporta la información suficiente ni el
soporte estadístico necesario que nos
permita valorar en toda su extensión esas lesiones. Por ejemplo, no se explicó
si las lesiones de más 30 cm o la rotura
de la pleura o de una apófisis vertebral son casos puntuales o, por el contrario,
se presentan con una frecuencia estadísticamente significativa.
Tras
décadas de trabajo en la respuesta endocrina al estrés de diferentes animales,
y en particular del toro de lidia, los estudios
realizados en el Departamento de Fisiología de la Facultad de Veterinaria
de la Universidad Complutense de Madrid,
corroboran que el toro de lidia es capaz de elaborar una respuesta de adaptación fisiológica al estrés
y al ejercicio a los que se ve sometido durante su lidia. Esto significa que el aumento en las
concentraciones de las hormonas implicadas en la respuesta a estrés (como el cortisol, la ACTH, las
catecolaminas o las endorfinas), y que se ha utilizado como argumento para probar el sufrimiento del toro
durante la lidia, en realidad forma parte de una respuesta básica en todos los animales frente al
estrés, incluyendo al ser humano, y gracias a esta respuesta y a la acción de estas hormonas somos capaces de
adaptarnos a los cambios continuos del ambiente y a las situaciones de lucha-huida en las que se
requiere un aporte extra de energía, que se obtiene mediante los cambios metabólicos iniciados por estas
hormonas y que está ampliamente descrita en la
bibliografía científica.
De la
misma manera, no hay que olvidar que el papel fisiológico que en estas
situaciones estresantes tienen las endorfinas, entre otros, no es otro que el
de bloquear los receptores del dolor para permitir la reacción de lucha o
huida. Por lo tanto, un aumento significativamente estadístico en la
concentración de endorfinas en el toro
durante la lidia no tiene otra función más que la que está descrita en la
multitud de estudios de fisiología del
estrés y del dolor, que es la de paliar el dolor.
No
debemos concluir de estos resultados, por tanto, nada referente al sufrimiento
del animal, tan sólo podemos afirmar que
el animal posee los mecanismos fisiológicos necesarios para adaptarse al estrés y al dolor, conclusión que se ve reforzada
por las acciones comportamentales específicas que el toro manifiesta durante la lidia y que han
evolucionado a la par que su adaptación fisiológica. Podemos hacer referencia, sin pretender hacer una
identificación absoluta, a contextos fisiológicos cercanos a la situación estresante del toro durante su
lidia como pueden ser los accidentados que no sienten dolor durante los momentos posteriores al accidente
para poder huir, o las personas que durante una pelea no sienten el dolor para continuar luchando;
de estas situaciones existen publicados numerosos estudios científicos, así como testimonios de
los afectados. Un ejemplo de esto lo encontramos en la terrible cornada que el torero Juan José Padilla
recibió en la cara en la plaza de Zaragoza. En una entrevista realizada al torero en RNE,
declaró que en el momento de la cornada: “No, no sentía dolor, sentía como un cansancio, como un
agotamiento, era como una sedación”.
Y,
recalcando la importancia del comportamiento del toro durante su lidia, resulta
interesante hacer hincapié en la
evolución que los ganaderos, gracias a su selección, han conseguido a lo largo
de los siglos. De un animal herbívoro,
“programado y diseñado” para huir, se ha obtenido un animal preparado para afrontar el estrés luchando y atacando.
Esta evolución se puede constatar comparando el
comportamiento de los toros del siglo XIX y principios del siglo XX,
cuando los animales no acometían y se
defendían de manera continua y brusca, refugiándose constantemente en las
tablas (recordemos la necesidad de hacer
plazas de toros redondas para evitar que los animales se aquerenciaran en
las esquinas de las plazas existentes
cuadradas) con el comportamiento actual.
Hoy en
día, los toros, con más o menos acometividad, siempre atacan y acuden a los
estímulos de forma repetida (caballo de
picar, banderillas, capote o muleta); es difícil verlos huir de manera
clara (¿cuándo fue la última vez que un
toro se banderilleó con banderillas negras porque no acudió al caballo de picar? Yo el último recuerdo que tengo de
este hecho es con el toro Caraestrecha de Cortijoliva el 2 de mayo de 1996 en Madrid). Y esta
acometividad no se observa únicamente en un espacio confinado como es la plaza donde se lidia, sino que en
los tentaderos a campo abierto, en su hábitat, donde nada limita el movimiento ni la huida del toro y
donde se le pica igualmente, el toro acude al caballo sucesivas veces, desde largas distancias y a contra
querencia.
Esta
evolución en la fisiología y el comportamiento del toro durante su lidia, en
los últimos años se ha visto optimizada
por los ganaderos, que han incluido la preparación física como parte de la vida
diaria del animal. Esto ha supuesto que
el toro de lidia esté más preparado y adaptado fisiológicamente al ejercicio que supone la lidia. En este
sentido, los datos obtenidos en nuestro laboratorio así lo corroboran, pues el toro de lidia es capaz de
adaptarse al esfuerzo físico y esto se observa en el aumento estadísticamente significativo de la
concentración de testosterona en sangre y de la relación testosterona/cortisol tras la lidia. Estos
resultados coinciden con la multitud de estudios realizados en el campo de la preparación física de atletas, donde
dicho coeficiente se utiliza como indicador de la adaptación al esfuerzo y al entrenamiento;
también hay estudios similares muy interesantes en caballos de carreras. Esta adaptación al ejercicio
físico, se pone de manifiesto también en una serie de evidencias comportamentales en el toro, que
en el caso de su evolución en relación a su adaptación al ejercicio físico, son claras: los toros
sufren muchas menos caídas en la actualidad (de hecho esto fue un problema durante los años 80 y 90, actualmente
infrecuente) o por ejemplo, el dato curioso de la reducción del tiempo que tardan los toros en
los encierros de Pamplona en realizar el recorrido desde los corrales hasta la plaza en los últimos
años, todo ello coincidente con el momento en el que comenzaron a entrenarse en el campo.
Con
todo lo anteriormente expuesto, se puede afirmar que efectivamente el toro
elabora una respuesta de adaptación al
estrés que le permite desarrollar las modificaciones fisiológicas necesarias
para afrontar el estrés de la lidia, y
esta adaptación tiene un reflejo en el comportamiento específico de este animal en esta situación concreta. Las
evidencias científicas nos confirman que existe esta adaptación, pero no nos permiten realizar ninguna
afirmación respecto al sufrimiento del animal; de la misma manera que no estamos capacitados para afirmar
si un gato es más o menos feliz si está castrado.
El
autor
Fernando Gil Cabrera: Licenciado en Biología y Doctor
por la Universidad Complutense de Madrid en el
programa de Ciencias Veterinarias, ha desarrollado su carrera
investigadora en el Departamento de
Fisiología Animal de la Facultad de Veterinaria de dicha Universidad,
departamento que durante décadas viene
estudiando la respuesta fisiológica al estrés en diferentes animales,
incluyendo entre ellos, de manera
especial por su peculiar idiosincrasia, al toro de lidia. Realizó su Tesis
Doctoral (“Variables neuroendocrinas y
su relación con el comportamiento durante la lidia en el toro bravo”) en
la línea de investigación de la
respuesta al estrés en el toro de lidia y su comportamiento, dirigida por
el Catedrático D. Juan Carlos Illera y
la Dra. Gema Silván, reconocidos expertos en estos temas.
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