jueves, 2 de julio de 2020

ENTREVISTA - Hablamos con Juan Antonio Ruiz "Espartaco"

El toreo me ha dado todo, los profesionales me han dado todo, mi cuadrilla me ha dado todo y todo lo que tengo es gracias a ellos y a los aficionados porque al ir a los toros, comprando su entrada, me han dado lo que tengo. Si tengo que echar una mano, desinteresadamente por supuesto, estaré.
 
JAIME LÓPEZ
Patrimonio Taurino

Hoy hablamos con uno de los toreros capaces de dejar una huella imborrable en el toreo y dejar un estilo propio. En los años 80 y 90 su nombre encabezó muchos años el escalafón con la fuerza de triunfar cada tarde y con una enorme fuerza en taquilla. Torero de gran poder, figura de época. Hablamos con Espartaco.

- ¿Cómo lleva el confinamiento, maestro?
Con la preocupación normal sobre lo que estamos pasando. Dentro de eso mi vida ha cambiado poco por la suerte de vivir en el campo, el día a día es casi el mismo. He tenido la compañía de mis hijos, estaban fuera y se vinieron antes del comienzo de todo. He buscado llevar todo con el cuidado y responsabilidad que requiere una situación cómo la que estamos viviendo.

- ¿Cómo cree que va a afectar esto al mundo del toro?
Le va a afectar cómo a todo en general. Esta situación es muy complicada, no sólo a nivel de nuestro país sino de todo el mundo, y el toreo se va a ver muy perjudicado por la pandemia. Al toro, con las fechas determinadas de marzo a octubre, nos ha cogido totalmente. En la ganadería mucho más porque hay el factor de que los toros no se pueden lidiar con 6 años, eso genera muchas pérdidas a los ganaderos.

- ¿A usted de qué manera le está afectando en su ganadería?
Yo tengo poquito. Tengo dos corridas de toros porque el año pasado no pudimos lidiar en Arganda y los dejamos. Tengo mucho cariño a esa feria y la preparamos muy bien, esas dos corridas que tengo vienen de lo que no pudimos echar allí. También tengo 2-3 novilladas, el mismo número que suelo lidiar cada año, y tengo la posibilidad de poder esperar. Esto me ha afectado, he tenido pérdidas, pero no tanto cómo las ganaderías que están en el candelero y anunciadas en todas las ferias. Sólo por el número de vacas y machos que tienen su pérdida es mayor.

- ¿Cree que un año en blanco seŕía irrecuperable?
Yo creo que sí, no soy partidario de ello. Todos los factores de la tauromaquia debemos unirnos, pensar de manera única, y pensar sólo en el bien de la Fiesta por encima de nosotros mismos. El toreo nos ha dado tanto, es tan importante para tanta gente, profesionales y aficionados, quiénes son la base y sustento de esto. que nosotros que estamos dentro debemos apostar por colaborar y ayudar a nuestra vida, la tauromaquia.

- ¿Por qué cree que no se están dando festejos cuando ya está permitido?
Creo que es algo pronto y se están pensando mucho las cosas. Hay varios acontecimientos anunciados y creo, que ahora en adelante, se van a anunciar más. La situación es nueva, el aforo permitido va variando, y por lo que me cuentan se están conformando carteles para dar pronto toros. Espero que sea pronto, que no se espere más, y deseo que esta espera sea para ir todos a una en una temporada, que aunque no pueda ser lo deseado, mantenga el hilo de la afición en la gente. Espero que todo vaya más deprisa.

- El Niño de la Capea me dijo que si hiciera falta echar la “pata palante” lo haría, ¿usted también?
Sí, fíjate que tengo una lesión cervical muy fuerte tras una operación importante que tuve hace unos años. Necesitaría un tiempecito para prepararme pero si hubiera que estar para echar una mano, estaría. El toreo me ha dado todo, los profesionales me han dado todo, mi cuadrilla me ha dado todo y todo lo que tengo es gracias a ellos y a los aficionados porque al ir a los toros, comprando su entrada, me han dado lo que tengo. Si tengo que echar una mano, desinteresadamente por supuesto, estaré.

- ¿De dónde nace tanto amor por el toro?
Nos ha dado todo. Cuando digo todo, no es un tema material Jaime. Es un tema de respeto, de admiración, de la cantidad de gente tan importante, no por lo que haya podido ser, te hablo de la persona, de ese sentimiento, de la profundidad, de ese cariño, de ese afecto… La profesión te ha dado tanto que la amas tanto porque sin ella, no serías lo que eres. No te hablo de un tema de dinero, te hablo delo que uno es cómo persona.

- Su generación ama mucho al toro, también son un ejemplo de competencia, algo que parece que hemos ido perdiendo.
Ahí discrepo un poco, yo creo que hay gran competencia pero la sociedad ha cambiado. Para la juventud ha cambiado la situación con respecto a la nuestra. Nosotros veníamos de pasarlo mal, el camino era más duro que el de ahora, siendo complicado ahora también. Los chavales de ahora van de otra manera a los tentaderos, las escuelas aportan muchas oportunidades y están muy preparados.

Creo que en la plaza hay competencia pero fuera la situación ha cambiado, no por querer sino por la forma del pensamiento nuevo de la juventud.

- En toda su generación siempre aparece la figura del maestro Paquirri.
Fue un hombre ejemplar en todo, cómo torero, cómo persona, en su forma de hacer las cosas, en su amor propio, en su preparación física… Fue una persona ejemplar en su forma de afrontar el peso de ser figura del toreo.

Yo soy una persona agradecida al mundo del toro por lo que he conocido. He tenido la satisfacción de torear con todos estos toreros. Llegaba a la puerta de arrastre y no sabía qué hacer, cómo colocarme, si saludarles o no… les tenía un respeto tremendo. Verles hacer, a esas grandes figuras, lo que hacían delante del toro me hacía pensar que era incapaz de hacer lo mismo que ellos y eso me hacía tenerles y tratarles con un tremendo respeto.

- Maestro, me gustaría mucho que nos hablase de la figura de su padre.
Yo no le entendía. La figura de mi padre ha sido importantísima, tuvo exigencias conmigo muy fuertes. Las entiendo ahora que estoy fuera del toro. El cariño que tiene mi padre por mí es muy especial, todavía me llama para ver si he llegado a tal o cual sitio si viajo.

A lo largo de mi trayectoria he ido entendiendo que mi padre lo que quería era cuidarme, que yo estuviera preparado, que estuviera centrado en el toro. Las exigencias fueron muy duras en su momento pero sin ellas Espartaco no hubiera sido lo que ha sido.

Esas exigencias, tuve la suerte de que vinieran acompañadas de una gran educación taurina por la familia Lozano. Esa exigencia vino acompañada de una educación taurina de Don Pablo hacia mi padre para que esas exigencias fueran llevadas a cabo con un entrenamiento, con una mentalidad y una forma que fueron muy positivas. Tuvimos la gran suerte de que la familia Lozano recondujera esas exigencias de mi padre hacia una gran educación taurina para mi padre y para mí.

- A usted se le ha recriminado muchas veces lo que para mí es una virtud, su facilidad para poder a todos los toros.
Un día al salir de La Maestranza tras una tarde difícil, lo voy a contar por primera vez en una entrevista, un aficionado me dijo una guasa “Espartaco, mira a ver si dejas un día el ordenador en casa”. En aquel momento me sentó mal tras el esfuerzo que había hecho por sacar partido a mis dos toros. Aunque me sentó mal, agaché la cabeza y me fui al hotel. Allí pensé que tener algo tan importante en la cabeza cómo es un ordenador no debería ser malo aunque él lo dijera pidiéndome que tuviera la gracia o el arte que él quería que yo tuviera. Le di la vuelta a su idea y cogí ese posible defecto cómo virtud.

Tuve la capacidad de estar bien con un gran número de toros. Esto es muy complicado y muy difícil porque te deja ver mucho más los defectos, Jaime. Mi padre me decía que muchas veces había que tirar por la calle del medio pero yo no tenía ese valor para hacerlo porque siempre quería agradar a la gente. Si hubiera tenido esa capacidad quizás me hubieran dicho cosas más bonitas que la del ordenador al salir de la plaza pero también es verdad es que no hubiera llegado a dónde quería llegar, a los puestos altos.

- ¿No presionaba esa exigencia de la regularidad?
Mucho Jaime, mucho. Seguramente algunos profesionales sí pero la mayoría no sabe lo que pesa el que esperen, sea el día que sea y con el toro que sea, que estés bien siempre. Eso es un peso y una losa tan fuerte y tan grande que cada corrida que toreaba la toreaba dos veces. El esfuerzo era tremendo. Esa facilidad que podían ver algunos profesionales, algunos aficionados y ese factor de la crítica que prefería otra forma de interpretar el toreo, para mí hay muchas formas de interpretar el toreo y no hay que parecerse, te exigía más. Para mí la pureza está dentro del corazón de cada torero en su forma de interpretar el toreo.

Ser capaz de poder a todo tipo de toros, todos los días, ante todos los públicos, es difícilisimo, durísimo y enseñas parte de tu alma que si te taparas más haría que todo lo que tú interpretaras se viera de diferente manera.

- Su carrera tuvo un punto de inflexión, Facultades en Sevilla. ¿Qué cambió en usted?
La credibilidad de la gente. El toro de Sevilla fue importante, no sólo por el triunfo, sin ser la mejor faena de mi vida. Cuando cuajas un toro despacio, ese día toree muy despacio y haciendo las cosas muy bien hechas, no quiere decir que fuera tu mejor faena. Ese día era especial, triunfal porque Tomás Campuzano, Emilio Muñoz y yo triunfamos y había que estar bien en una tarde en la que todo iba rodado. Esa faena me dio credibilidad cómo te he dicho e hizo que mis faenas, que eran las mismas que antes, tuvieran el valor mayor para el aficionado que antes.

- Usted cambió internamente.
Totalmente, para siempre. Siendo la misma persona, siendo el mismo torero, cambié. Me dieron tiempo para que recapacitara, perfeccionara y mejorara. Me dieron ese tiempo que hoy, desgraciadamente, los toreros jóvenes no tienen. Los novilleros no tienen ese tiempo, los toreros cortan orejas en sitios importantes y no se les espera. Yo tuve la suerte de ser esperado y pude sacar lo que llevaba dentro. Hoy en día, por no esperar a los toreros, perdemos a muchos por no dejarles que llegue su momento, es una desgracia.

- Madrid le exigió mucho.
Era exigente conmigo y con todos los toreros. Conmigo tuvo la exigencia, no hablaría de dureza, de querer ver a un Espartaco que tenía esto y aquello que ellos veían y que querían que yo desarrollase en Madrid. Esa exigencia me ayudó a superarme y estoy muy agradecido a Madrid porque sin ella no hubiera sido lo que fui. Madrid me exigió y eso hizo que los triunfos que allí tuve tuvieran más peso. Esa exigencia vino de la mano de un gran respeto que ahora sigo viendo cuando voy de paisano a Las Ventas, se lo agradeceré siempre. ¿Fueron duros? ¿Fueron exigentes? Sí, pero eso hizo que los triunfos tuvieran más peso que si hubieran sido en una plaza en la que todo lo hubiera tenido más fácil.

- Usted no era el prototipo de torero sevillano que podríamos encarnar en Curro Romero. Sin embargo Sevilla fue suya.
Sí porque, cómo te he dicho antes, la afición de Sevilla me dio la confianza en creer en mí, en creer en el torero que yo llevaba dentro y poder sacarlo. Sevilla me convirtió en uno de sus toreros y para mí ha sido lo más importante porque mi educación taurina ha sido allí, mi plaza ha sido La Maestranza, con los toreros que he estado han sido sevillanos… Ha sido la plaza más exigente, se habla de Madrid pero Sevilla me ha exigido mucho. El poder aguantar esas exigencias tirando para adelante en mi camino ha hecho que me tuvieran el respeto y la admiración que me han tenido.

Siempre intenté mejorar sobre la base del sentimiento que llevaba dentro y Sevilla lo vio, vio que siempre di todo lo que tenía y se entregó.

- Ese amor por Sevilla se demostró de nuevo en 2015 con su presencia el Domingo de Resurrección. Ese año las figuras tenían un pulso con la empresa y usted dio un golpe sobre la mesa salvando la fecha. ¿Le costó el enfado de algunos de esos toreros?

Yo sabía que tenía que ser responsable con Sevilla y con Diodoro Canorea, no te digo que los demás no lo fueran porque tendrían sus historias y razones, porque Diodoro me ayudó cuando no tenía fuerza y me puso en los carteles cuando más falta me hacía. Yo tenía una gran responsabilidad hacia la familia de Don Diodoro y hacia Sevilla. Para mí hubiera sido más fácil decir que no evitando esa responsabilidad y tirar todo por tierra que lo pude haber hecho porque aquello fue un milagro. Tuve muchísimo miedo pero tenía más miedo de no cumplir con mi responsabilidad hacia Sevilla y hacia la memoria de Don Diodoro que me había dado mi sitio muchos años.

- Fue una despedida soñada.
No fue mi mejor faena ni mejor día pero fue mi despedida soñada porque ahí contaba con mis hijos en el tendido, con mi familia, me vio gente a la que habían hablado de mí y pude salir por la Puerta del Príncipe acompañado de mi gente, de mis compañeros… eso es lo más grande. Lo más grande en mi vida es el respeto de los aficionados y el respeto de mis compañeros, eso lo busco conseguir cada día y para mí no hay nada más importante.

- ¿Cómo logra tener esa conexión con la gente?
No lo sé, quizás siendo uno mismo, siendo uno cómo es. No tapando tus defectos y enseñando sólo tus virtudes, sino enseñando tus defectos que muchas veces es la mayor de tus virtudes. Siempre me he mostrado cómo soy y a una gente le habré caído peor y a otras mejor, otros pensarán que lo hacía para ganar el triunfo pero no era así porque el toro no entiende de eso. Lo que sí es cierto es que la gente se da cuenta de la profundidad de uno, de lo que soy y lo que todos tuvieron claro es que siempre dí todo lo que pude e incluso más. Eso para mí es lo más importante, eso es lo que me queda en el recuerdo.

- Esa forma de mostrarse parece lejana ahora. ¿Por qué cree que los toreros son ahora más inaccesibles?

La situación ha cambiado, la sociedad es distinta, todo va mucho más deprisa. Los toreros son más vistos en las redes pero antes estaban menos vistos pero menos cercanos. Antes nos podían tocar más, ahora les ven más pero están más lejos. Eso es debido a lo que ha cambiado todo.

- ¿No cree que deberían dejarse tocar más, ir a charlas, rozarse con el aficionado?
Yo creo que sí pero eso va en la forma de ser de cada torero y su personalidad. Yo lo respeto pero la cercanía con el público es importante porque dependemos, ahora más que nunca, del aficionado.

- ¿Por qué ahora salen menos toreros que en su generación?
Porque no se les cuida. Antes, cuando íbamos a Sevilla o Madrid, teníamos una preparación grande, los apoderados nos cuidaban y mimaban. Hasta que no estábamos preparados no nos llevaban a esas plazas. Hoy es al contrario, para preparase debes triunfar en sitios importantes y así es imposible. A los toreros hay que exigirles, eso es bueno, cómo me exigían a mí pero hay que exigir sobre la preparación de cada uno.

Hoy en día se usa una vara de medir demasiado grande y todo depende del triunfo en una plaza importante para poder rodarse. Salen algunos pero muchos con cualidades se quedan en el camino.

- Antes me citó Arganda. En relación con el rodaje ha habido dos propuestas para poder dar más festejos. La Junta elaboró un borrador eliminando miembros de las cuadrillas y el Foro de Novilladas ha propuesto reducir sus honorarios.

Lo de la reducción de las cuadrillas no lo veo nada claro, debemos llevarlos con nosotros. Hay corridas que salen nobles y se ve menos a los hombres pero hay otras que son tan complicadas que te puedo decir que necesitaríamos a más de los que tenemos. No soy partidario de quitar puestos de trabajo y menos en las cuadrillas en una situación cómo la que estamos pasando. Admiro mucho a las cuadrillas, a la mía y a todas, y todos tenemos que estar ahí.

No se puede reducir el número de las cuadrillas. Otra cosa es que en algunas novilladas sin caballos o en las plazas de 3-4 entiendo que se redujeran sus honorarios si ellos estuvieran de acuerdo. Con eso sí estaría de acuerdo porque estarían ayudando a la Fiesta, estarían haciendo un gran favor a los chavales y al futuro. Eso no quiere decir que esté a favor en la reducción porque con eso no estoy nada de acuerdo.

- El peligro es que no se dan novilladas, tampoco en las grandes ferias.
Ése es el tema. Habría que buscar una solución entre todos y que los toreros colaborasen también. Con los que he hablado están todos de acuerdo.

- Esa generosidad que usted dice se veía cuando acudían a una plaza y adaptaban sus cachés a la taquilla. Eso ahora no pasa.
No sé si pasa, supongo que algunas veces sí pero no lo sé porque no estoy en esas contrataciones. Antes estaba estipulado que cuando no había gente o el empresario hacía varias corridas de toros nosotros estábamos ahí para echar una mano. Ante un lleno había dinero, todo el mundo feliz. Si no había dinero, se pagaban los gastos para que esas cuadrillas y todos los que viven del toro pudieran seguir adelante. Si no había nadie se bajaban los honorarios de los toreros o se toreaba por los gastos, eso siempre lo han hecho las grandes figuras del toreo y en mi época también se hacía. Yo lo hice, con todo el gusto del mundo, y me siento un privilegiado de haber podido ayudar cuando hacía falta.

- Maestro, antes hablábamos de su ganadería. ¿Por qué tiene una ganadería tan corta dando tan buenos productos?
Porque me da mucho miedo, porque no soy buen ganadero ya que pienso como torero. Para ser buen ganadero debes pensar en ganadero y yo soy torero. Lo que menos me gusta de la ganadería, y te lo digo de corazón, es lidiar porque me supone un sufrimiento tremendo. No es miedo, porque la gente te pregunta si pasabas más miedo de torero o ahora de ganadero y el miedo se pasaba de torero. Es la responsabilidad porque puedes contribuir al triunfo de un torero o puedes contribuir al fracaso de un chaval y eso me da pavor. Pensar en torero cómo hago es muy complicado para ser buen ganadero.

Tengo la ganadería por romanticismo, por agradecimiento, porque si tengo una finca es gracias al toro y ellos (los toros) tienen el mismo derecho a disfrutar de la finca que yo. La ganadería me cuesta dinero, no sólo ahora con el COVID, de antes pero me da lo mismo. Tengo tal agradecimiento al toro que en vez de veranear un mes, dos meses, o irme a un sitio que realmente me gusta o darme un capricho me doy el capricho de levantarme cada mañana y echar de comer al toro y verle. Estoy enamorado del toro, del campo y de todo lo que he podido conseguir gracias a Dios.

- ¿Una vida feliz en el toro?
Sí. La felicidad completa nunca se tiene, no conozco a nadie que la tenga. Lo que sí es verdad es que la felicidad completa en el toro sí la he alcanzado. He vivido por esta profesión, he dado la vida por esta profesión, he sido un privilegiado por la época que me tocó vivir, he sido un privilegiado por los compañeros con los que compartí cartel y por la gran cantidad de amigos y gente importante que he podido conocer gracias al toro. En este aspecto soy muy feliz.

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