Juan de Castilla |
Foto:
Santiago Osorio - EFE
Un manso encierro de la ganadería colombiana
Paispamba echó por tierra las ilusiones de la segunda tarde de abono de la 65ª
Feria de Manizales, en el centro de Colombia. La voluntad de los alternantes
Luis Miguel Castrillón, Joaquín Galdos y Juan de Castilla fue lo único
rescatable de la tarde, asimismo como la notable asistencia de publico: más de
tres cuartos de entrada.
Por doquier, la terna dejó huellas de voluntad en
los seis turnos de la segunda de abono de la Feria de Manizales. Pero no fue
suficiente porque el encierro de Paispamba naufragó en su propia mansedumbre
hasta convertir el festejo en una sesión larga y pesada.
La tarde trajo como apertura un capítulo de
dificultades encarnadas en ese castaño serio por delante, al que, aparte de ser
escaso de fuerza, le faltó clase para humillar y repetir. Luis Miguel
Castrillón estuvo siempre por encima de él y no pudo más que aplicar dosis de
suavidad con las que obtuvo mínimas respuestas del de Paispamba. Palmas al
torero y pitos al toro.
Y tampoco hubo de dónde hacer una línea del
segundo, primero para el peruano Joaquín Galdos, porque la extrema violencia de
la res impidió cualquier tipo de gesta. Aparte de encelarse en el caballo, la
memoria de su paso por la arena gris de la Monumental se redujo a mal estilo y
anonimato total. Galdos hizo cuanto pudo y de ahí las palmas agradecidas.
Igual, el tercero no logró sacar la cara por su
divisa. Eso sí, su déficit tuvo nombre propio, la tendencia a huir. Muy puesto,
y dispuesto, Juan de Castilla le cerró la puerta con la muleta, la técnica y la
Inteligencia hechas una sola. Dos series lograron despertar al león dormido de
los tendidos. Lástima que tantos méritos y esfuerzos se marcharan inéditos por
culpa del mal uso de la espada. Palmas tras aviso.
La moneda siguió cayendo del mismo lado en el
cuarto, desabrido y ajeno a cualquier otra cosa que no fuese escapar a las
permanentes invitaciones de Luis Miguel Castrillón para que fuera tras la tela
roja. Acobardado, el de Paispamba terminó en las tablas en procura de refugio.
Palmas tras aviso.
Joaquín Galdos no logró salir del promedio a la
altura del quinto de la tarde. Por supuesto que lo quiso y lo intentó, pero a
la suma de defectos de la corrida se agregó la intrascendencia absoluta de este
ejemplar, que apenas aportó como constancia de su paso por el ruedo la pelea en
el caballo, nada más que un paréntesis en medio de tanta mansedumbre. Palmas al
torero.
La excepción sobrevino en el sexto, que apuró con
codicia desbordada para obligar a Juan de Castilla a exigirse para sacar
muletazos sueltos porque la capacidad de reponer del animal impedía dar ritmo y
continuidad hasta alcanzar series. Al final, y como para no variar, el toro
buscó su querencia natural. Palmas al torero colombiano y algún leve reconocimiento
al ejemplar. / EFE
FICHA DE LA CORRIDA
Seis toros de Paispamba, desiguales de presentación y mansos en general.
Luis
Miguel Castrillón, marfil y oro.
Dos pinchazos y tres intentos de descabello. Palmas tras aviso. Pinchazo,
entera y dos intentos de descabello. Palmas tras aviso.
Joaquín
Galdos, marino y oro. Dos pinchazos
y espada caída. Palmas tras aviso. Pinchazo y entera. Palmas.
Juan
de Castilla, blanco y oro. Tres
pinchazos, entera y cuatro intentos de descabello. Palmas tras aviso. Tres
pinchazos y un intento de descabello. Palmas tras aviso.
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