Don Paul Ricard fue suegro de la que fue primera figura del torero venezolano César Giron, pues su hija, Danièle Ricard, se casó con el diestro caraqueño a inicios de la década de los ´60. |
LUIS MIGUEL
PASCUAL
Durante 70 años, la tauromaquia francesa ha ido
ligada al "pastís" Ricard, esa bebida anisada tan propia del sur del
país cuyo creador, Paul Ricard (1909-1997), era un incondicional de los
tendidos y creó un patrocinio que aglutinó a los clubes taurinos del país y que
ahora sus sucesores se disponen a terminar.
Fuentes de la empresa Pernod-Ricard, propietaria
de algunos de los licores más famosos del mundo, entre ellos el popular
"pastís", indicaron a Efe que la empresa dejará de aportar a la tauromaquia, una
contribución que no faltaba desde 1955.
En los últimos años, el cheque que provenía de Ricard rondaba los
150.000 euros y se distribuía a través de la Unión de Clubes Taurinos Paul
Ricard (UCTPR), que aglutina medio millar de asociaciones que
organizan manifestaciones taurinas.
Ricard ayudaba sobre todo a los pequeños pueblos,
les imprimía los carteles, subvencionaba actos y colocaba su nombre en las
vallas publicitarias, un sustento que en muchos casos era imprescindible.
Los representantes de esos clubes, que cuentan con
16.000 socios y organizan unas 1.200 manifestaciones relacionadas con los
toros, desde los tradicionales encierros de la Camarga a corridas en varias
plazas del sur del país, se reúnen el sábado para mirar con esperanza al
futuro.
"No creo que suponga el fin de la tauromaquia
en Francia, pero vamos a tener que adaptarnos. Tenemos esperanza", explica
a Efe Dalia Navarro, que preside la asociación "Andalouses" de Arlés.
Es el final de una historia que nació de la mano
de un emprendedor, Paul Ricard, un visionario que sacó la cabeza por encima de
los centenares de licores anisados que afloraron en el sur de Francia cuando
las autoridades prohibieron la absenta por sus nefastas consecuencias para la
salud. Más suave, el "pastís" ganó en popularidad y el de Ricard se
convirtió en el más conocido, un trampolín que le permitió crear un imperio
internacional que hoy tiene en su cartera algunos de los licores más populares
del mundo.
Enamorado de la cultura del sur de Francia, el empresario dio
su respaldo a una de sus grandes pasiones, la tauromaquia, que también
contribuyó a difundir la imagen de su marca. Ricard era amigo de las
grandes figuras del toreo de mediados del siglo pasado y un habitual en plazas
como las Ventas de Madrid o Maestranza de Sevilla, ciudad cerca de la cual
compró la hacienda El Vizir, donde algunos toreros dieron sus primeros
capotazos.
"Si
viviera, estaría avergonzado por esta decisión. Como deben estarlo sus
herederos", explica a Efe el presidente del Observatorio de Culturas
Taurinas, André Viard.
Para este estudioso de la tauromaquia, Pernod-Ricard ha
sentido la presión de los grupos animalistas, sobre todo en Estados Unidos,
país de procedencia del fondo de pensiones Elliot, que entró en su capital a
finales de 2018.
Durante años, grupos de defensa de los animales vienen
pidiendo el boicot a los licores de Pernod-Ricard, un llamamiento que el
sureste de Francia apenas se nota, pero que tiene mayor eco en Estados Unidos. Fuentes
de la multinacional, sin embargo, niegan que su salida de la tauromaquia
responda a una presión animalista y lo relacionan con las dificultades que Pernod-Ricard
atraviesa en Francia. Sus ventas en ese país se estancan y el grupo, que puede
anunciar en breve un plan de reducción de plantilla, quiere centrar sus
patrocinios y recortar gastos.
Una estrategia que puede costarle caro a su marca
de bandera, porque en el ambiente taurino ya son muchos los que están
dispuestos a pedir un boicot al Ricard.
Es el caso de la feria de Le Ceret, que presume de
ser la más antigua de la Cataluña francesa y cuyos responsables han dicho que
no se servirá una gota del "pastís" de Ricard en ninguno de sus
actos. / EFE
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