BORJA ILIÁN
Foto: Mario Guzmán - EFE / www.la-plazamexico.com
La decimotercera corrida de la Temporada Grande,
un mano a mano entre los rejoneadores Diego Ventura, de Portugal, y Emiliano
Gamero, mexicano, finalizó con el paseo de un apéndice para cada uno de los
jinetes. Se lidiaron cinco reses de Los Encinos, de desigual presentación y
escasa fuerza pero de noble comportamiento, y uno de Julio Delgado, parado. La
lluvia cayó antes de la corrida en la Ciudad de México por lo que el festejo
estuvo en el aire hasta el último minuto. Los tendidos acogieron un cuarto de
entrada.
Los rejoneadores Diego Ventura y Emiliano Gamero
probaron con sus monturas el albero de la Plaza México para comprobar la
idoneidad de celebrar la corrida con la arena mojada por la lluvia. Finalmente,
el torero de mayor experiencia y responsable de tomar la decisión final, Diego
Ventura, hizo el gesto de aprobación.
El anunciado duelo entre rejoneadores tenía sin la
menor duda un ganador de salida, el portugués Ventura, probablemente el mejor
torero a caballo de todos los tiempos. Aunque en el resultado final de premios
se podría dar por vencedor a Gamero, una oreja al igual que Ventura pero una
vuelta al ruedo más que el portugués, sobre la arena quedó patente el mayor
dominio de sus monturas y mejor tauromaquia de Ventura.
Con sus tres toros, a pesar del condicionante de
la lluvia, el íbero demostró por qué es el matador con mayor número de puertas
grandes en la historia de la plaza de Las Ventas de Madrid, entre otros logros.
En su primer toro, el de la oreja, un noble de embestida dócil, templó con
mucha profundidad. Las banderillas al violín aplicadas tras quiebro también
fueron de gran mérito.
En esta suerte brilló Ventura en su último toro,
ejecutándolas con un doble quiebro recibiendo dos veces seguidas. Al toro de la
oreja lo mató con una estocada muy trasera, lo que retrasó, con argumentos, la
decisión del juez que cedió tras una fuerte demanda de los tendidos.
Lo mejor que realizó a su segundo toro fue
llevarlo ceñido al extremo al vientre, pero Diego Ventura interpretó
erróneamente dos suertes en un exceso de confianza e interpretación. Sacó una
muleta para hacer una especie, sin suerte ni sentido, de toreo a caballo con
engaño de tela. No gustó a los tendidos como tampoco su intento de hacer pasar
un bajonazo como una gran estocada bajándose del caballo con mucha pompa.
Al quinto, además del doble quiebro ya mencionado,
le puso unas banderillas a dos manos sin brida muy espectaculares. El toro se
rajó pronto y la reacción de los tendidos se enfrió a pesar de la demostración
de doma sin torear de Diego Ventura. Mató tras un pinchazo y se despidió en
silencio.
Era una tarde complicada para Emiliano Gamero por
la entidad del rival en el anunciado mano a mano. A pesar de cometer varios errores,
principalmente dejar que las astas de los toros tocasen a sus monturas en
diversas ocasiones, y abusar de lo gestual y demostraciones de domas
insustanciales, en su segundo toro se pudo ver al mejor Gamero.
Con ese toro, el más encastado de la tarde, logró
un toreó profundo y riguroso, dejando llegar al astado hasta los límites del
caballo, sin que siquiera lo rozara, y arrancándose con temple sosteniendo al
de Los Encinos con mando. También ejecutó bien las banderillas tras quiebro
recibiendo y solo la suerte al violín resultó deslucida. Mató con el descabello
tras varios fallos.
Gamero obtuvo al fin el premio con el que cerraba
plaza, pero no hizo méritos para ello. Por arriesgar, y debido a su falta de
recursos, se quedó a merced del toro que tocó claramente sus caballos. Su
actitud triunfadora caló en los aficionados que obviaron los errores y tras la
estocada pidieron la oreja que el juez concedió.
Concluyó el mano a mano con una pobre entrada
tratándose de Diego Ventura. La apuesta por el rejoneo para empezar la segunda
parte de la Temporada Grande fue fallida. / EFE
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