BORJA ILIÁN
Fotos: EFE –
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El español Antonio Ferrera cortó dos orejas al
cuarto de la tarde, un toro casi inválido para apuntarse como el triunfador de
la decimocuarta corrida de la Temporada Grande en la Plaza México en la que el
mexicano Luis David cortó una oreja y su compatriota Arturo Macías no logró
trofeos. Los toros de Villa Carmela, sin trapío ni casta, salvo el quinto,
resultaron muy parados. Se registró algo menos de cuarto de entrada.
Los toros, mal presentados, muy hondos la mayoría,
pasados de peso, con caras anovilladas y, sobre todo, descastados y de
escasísimas fuerzas, marcaron el transcurso de la corrida. La labor de los
matadores, determinada por animales al límite de la incapacidad, fue de
carácter expresivo y tremendista.
El cenit lo alcanzó Antonio Ferrera en su gestual
faena al cuarto de la tarde. Un toro que, tras una testimonial vara, perdió los
pies por seguir un vuelo de capote. En el tercio de banderillas, dos pares
precisos de Gustavo Campos, por los que el subalterno saludó al tercio, dejaron
ver su invalidez. Quedó estático al recibir el castigo de los palitroques. Así
se mantuvo el animal en la faena de la puerta grande. Ferrera inició las series
de muleta al natural, a media altura, pero el español comprobó pronto la
endeblez del de Villa Carmela que, al menor desplazamiento, iba al suelo. Ante
la posibilidad de irse de vacío, tras dos tardes en esta temporada mexicana en
las que los sorteos le han deparado toros sin opciones de triunfo, Ferrera optó
por intentar obligarlo citándolo encima. Además, acompañó los semipases que
lograba sacar al inválido con una interpretación gestual de andares que
recorrían el espacio que el toro no era capaz de acometer, en los que la muleta
en vez de instrumento de lidia era un atrezo de baile. Las maneras del español
gustaron mucho al público a pesar de contemplar como la estampa del parado
toro, con la lengua fuera y la boca abierta en todo momento, contrastaba con
los desplantes de valor inapropiados para el riesgo que entrañaba la res y los
adornos y gestos solo se concretaban en arrimones simulando pases más que
ejecutándolos. Con el público ya entregado mató caminando desde media distancia
y citando al toro cuando se encontraba a dos pasos, volcándose en el morrillo
con acierto. Obtuvo las dos orejas, que exultante mostro el juez de plaza
Enrique Braun.
Al que abrió plaza nada pudo hacerle, pero estiró
mucho una faena imposible ante el inválido primero.
La otra oreja de la tarde la cortó Luis David a un
toro noblote sin casta ni fuerza, cojo de la pata derecha delantera y que
embestía sin emoción alguna. En una primera buena tanda de Luis David se fue al
suelo en cuanto lo obligó a tomar con recorrido la muleta. Hizo el resto de su
labor en tandas caminadas con ritmo y sitio, faena larga, con adornos, pero con
el mérito de mantener en pie al toro y hacerlo pasar por la tela. El bajonazo
final pasó desapercibido pues le fue solicitada y dada la oreja a Luis David.
El de Aguascalientes toreó muy despegado al único
toro de la corrida con recorrido, el tercero de la función, astado de buen
pitón izquierdo por el que Luis David logró un profundo y flexible pase al
natural que fue lo mejor de la corrida. También estuvo muy desacertado con la
espada Luis David que si en el que cerró plaza finalizó con un bajonazo, en
este tercero dio un mitin de fallos.
Arturo Macías reapareció mostrándose con sitio
aunque mandó castigar muy duro al caballo a sus dos toros, ya de por sí
blandos. Festejo de faenas extensas en las que la única posibilidad eran
ejecutar pases mustios por la falta de bravura y fuerza de los de Villa
Carmela.
La duración de éstas generó toda la tarde
divisiones, entre el conformismo de unos y el hartazgo de otros por la
tendencia 'torerista' que justifica la ausencia de seriedad y que concluyó
haciendo pasar un toro de bronca por una faena triunfal. / EFE
Luis David Adame |
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