VÍCTOR
DIUSABÁ ROJAS
@VictorDiusabaR
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Foto:
Santiago Osorio
El diestro español Julian López, "El
Juli", cortó tres orejas y se marchó a hombros de la monumental plaza de
toros de Manizales. La corrida de la ganadería de Ernesto Gutiérrez Arango fue
noble, mal presentada, flojeó y anduvo escasa de codicia ante una plaza llena.
La puerta grande de la monumental de Manizales
volvió a abrirse de par en par para dejar pasar a un viejo conocido, Julián
López "El Juli", triunfador en la encerrona de cierre de la 65ª Feria
de Manizales. Tres orejas, aunque pudieron ser más de acertar con la espada,
fueron premio tanto a la entrega como a la puesta en práctica de una
tauromaquia que, como la suya, despeja todas las incógnitas de los toros
bravos.
Con la lentitud como bandera arrancó la tarde y
"El Juli" se plantó en la arena gris de la Monumental para dar los
primeros lances, que tuvieron ese denominador común, acompañados por el arte y
el buen gusto. Brindó a la gente. El toro tuvo poca fuerza y buscó el abrigo de
las tablas. Poco y nada por hacer. Rajado. El julipié efectivo y palmas.
Metió la cara el segundo y se repitió en la capa
del madrileño, antes de dar pelea notable en la vara. Las chicuelinas que
vinieron a continuación fueron el mejor hilo de continuidad de una obra en
ascenso. Muy justo de acometida fue el toro al iniciar el trasteo de muleta,
pero López comenzó a administrar de la mejor manera lo que tenía por delante y
la plaza se puso de su lado. El resto corrió por cuenta de la nobleza del
ejemplar y los recursos del torero para conseguir que apurara los viajes.
Pinchazos arriba ensuciaron la plana, antes de la entera con que lo despachó.
Palmas.
De salida, el tercer toro sufrió aparatosa caída y
entonces lo dejaron crudo en el caballo. Sin fuerza, el toro tuvo además
problemas en su extremidad posterior derecha. "El Juli" trató de
mimarlo pero el de Gutiérrez se derrumbó con frecuencia. Sin embargo el torero
mostró su poder para embarcar y terminar los viajes francos del también noble.
Pinchazo.
El defecto que de salida marcó al cuarto fue la
bronquedad y sin humillar, las cosas se fueron haciendo más complicadas hasta
el momento en que "El Juli" lo metió en la canasta con el trapo abajo
y los brazos hasta el punto máximo de extensión para traer los mejores momentos
en lo corrido de la tarde. Los defectos de la res habían quedado atrás, casi
que cortados de raíz. El Juli había convertido el agua en vino y el pasodoble
cayó entonces de los altos de la plaza como máxima bendición a una faena
levantada piedra a piedra hasta hacer un monumento. Pinchazo, entera y descabello.
Oreja y vuelta al ruedo al toro.
En el quinto, el dilema era atacar o esperar y es
que el toro no era claro y tardaba en definirse, aparte de tardo. Los muletazos
por alto resultaron el mejor estímulo para que el pupilo de la ganadería de la
casa dejara salir lo que tenía dentro en series primero sobre la mano derecha y
luego en los naturales. Y más aún en los cambios de mano que pusieron a la
gente a sus pies. Espada entera y dos orejas para asegurar la puerta grande.
Al cierre, banderillas, luego de mucho tiempo sin
verlas puestas de sus manos, esta vez a un toro en el que comenzó a aparecer un
prometedor galope. Pero fue solo un rapto, porque enseguida se mostró huidizo y
ajeno. El Juli se puso una y otra vez para sacar muletazos, como en toda la
tarde, esta de un torero por encima de las condiciones del encierro. Otro
pinchazo confirmó el bache por el que pasa a la hora de la verdad. Entera y
palmas. / EFE
FICHA DE LA CORRIDA
Toros de Ernesto Gutiérrez Arango, justos de presentación y nobles, aunque
flojos y escasos de codicia. Vuelta al ruedo al cuarto de la tarde.
Julián
López, "El Juli": grana
y plata con rasgos picassianos. Espada entera y palmas. Dos pinchazos y entera.
Pinchazo, entera y palmas. Pinchazo, entera y descabello. Oreja. Entera y dos
orejas. Pinchazo y entera.
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