jueves, 30 de enero de 2020

OPINIÓN - La modernidad de Gallito, 100 años después

ANDRÉS DE MIGUEL
Presidente de la Peña de 'Los de José y Juan'
Diario EL MUNDO de Madrid

El centenario de la muerte de Joselito en Talavera de la Reina se conmemora en este 2020. Claro que también es el centenario de la muerte de Benito Pérez Galdós, el doscientos cincuenta aniversario del nacimiento de Beethoven, y el centenario del nacimiento o muerte de numerosos e interesantes escritores, músicos y otros renombrados artistas de fama e interés nacional y mundial.

En la Peña Taurina Los de José y Juan, fundada en 1951, conmemoramos desde este sábado el de José Gómez Ortega, Gallito en los carteles y Joselito en la calle, porque fue además de un personaje importante para la prensa y la sociedad de su época, un gran renovador de las corridas de toros a las que dotó de la organización con la que, prácticamente, han vivido hasta estos momentos, bien entrado el siglo XXI.

Joselito promovió la ordenada selección de los toros depurando la bravura para hacerla más acorde a las demandas del espectáculo que estaba cambiando en los inicios del siglo XX. Impulsó la creación de las plazas Monumentales para que los nuevos recintos pudieran abaratar las entradas y, por tanto, ampliar la base social de los espectadores. Estuvo atento a la importancia de los nuevos medios de comunicación de los que el cinematógrafo era el más adecuado para la difusión del toreo, y por ello hay, prácticamente, más minutos grabados suyos en película, que la suma de los filmados a todos los toreros desde el nacimiento del cinematógrafo hasta la guerra civil.

Mejorar el espectáculo, ampliar la base social de los espectadores y potenciar los canales de difusión bastarían para convertirlo en una figura de importancia histórica, pero además lo hizo desde un absoluto respeto al toreo clásico, que en una definición apresurada, implica respetar al toro, respetar el arte y respetar al público, ofreciendo un espectáculo donde la búsqueda de la belleza se hace sin eludir el riesgo, que en su caso se hizo patente en la plaza de Talavera de la Reina.

Las nuevas formas estéticas y organizativas alumbraron la Edad de Oro del toreo en los años 10 del pasado siglo, en los que el toreo de Joselito se viven como la apoteosis de lo apolíneo, la belleza, lo bien hecho, lo divino complementado por lo dionisiaco, por la ruptura, por la alucinación, la estupefacción que representa el toreo de Juan Belmonte. La Peña Taurina Los de José y Juan defiende, desde el ejemplo de estos dos personajes históricos, el necesario respeto al toreo clásico como base de un espectáculo que entendemos radicalmente moderno, pues es el único en el que el artista pone en juego, para su creación, su propia integridad e incluso supervivencia.

Conmemoramos la figura de Joselito en el centenario de su muerte, cuando vivimos momentos de cambio en la sociedad. Nuevas formas de vivir, de entender las relaciones sociales y personales, nuevos desafíos y nuevas diversiones. La tauromaquia se ha reinventado en numerosas ocasiones y no otra es la necesidad actual, y esa renovación debe hacerse desde el respeto por el toreo clásico. Por eso es pertinente el ejemplo de Joselito y su vigencia.

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