La
vuelta de Talavante se retrasaba en exceso, qué hace un torero como ese en el
rincón de pensar, te preguntabas, pues ya está aquí, un alivio y un alegría
grande.
JOSÉ LUIS
BENLLOCH
Redacción APLAUSOS
La semana se remató con dos noticias, una buena y
otra… otra tan buena o mejor: una, la vuelta de Talavante que se retrasaba en
exceso, qué hace un torero como ese en el rincón de pensar, te preguntabas,
pues ya está aquí, una alegría grande; y la otra good news fue la permanencia
de los toros en el Ministerio de Cultura al margen de las fauces de la
amenazante Dirección General de Bienestar Animal -lo regular, en realidad
fatal, que suena eso de la Dirección General y no digamos ya el eufemismo del
manoseado bienestar animal- todo ello encriptado bajo el paraguas de la
vicepresidencia de Pablo Iglesias, que lo empeora todo. Por cierto, otra
contradicción del momento, un Pablo Iglesias desnaturalizando la doctrina del
genuino Pablo Iglesias es una afrenta a la historia y al partido de éste que
contó con tantos y tan relevantes aficionados entre sus militantes. ¡Hay que
jo…, joribiarse! pero quedémonos con el alivio de haber evitado la influencia
directa de este Iglesias aunque nunca estaremos del todo a salvo si tomamos en
consideración las bresquillas –en el argot periodístico, mentiras- del señor
presidente, que un día toca jotas y otro peteneras según quién llega y vota. Ya
lo escribió el poeta:
Por
una mirada, un mundo;
por
una sonrisa, un cielo;
por
una Moncloa… ¡Yo no sé
qué
te diera por una Moncloa!
Un Talavante más un Joselito es como sumar misterio con más
misterio, un torero sobre otro torero y con esos elementos, aunque el toreo no
es ciencia exacta, ya se puede esperar lo mejor
Pues esperemos que lo próximo que dé no sea el
futuro de la tauromaquia que, respiremos, por ahora sigue dependiendo del
Ministerio de Cultura y Deporte según informó el periódico Público citando
fuentes de la vicepresidencia segunda del Gobierno, es decir de Pablo Iglesias,
quien ahora, suponemos, aparcará su ilusión de seguir la ruta del populismo,
Ecuador es el antecedente inmediato, de someter los toros a consulta. Allí ni
fue justa ni clara ni tuvo participación suficiente como para ser tenida en
cuenta, ni resolvió nada, más bien al contrario, lo enmarañó todo, pero la
aplicaron. Ahora ha trascendido un movimiento larvado los últimos años para que
la gran Iñaquito vuelva a celebrar toros al estilo tradicional. Solo el intento
es un alegrón y aún lo sería más que lo lograsen. La demostración del arraigo
de la corrida en la capital ecuatoriana es que prácticamente una década después
todavía se sigue debatiendo la cacicada y echando de menos aquella feria que,
llegado diciembre, todos los mediodías durante una semana se olvidaba de la
tradición lorquiana de las cinco en punto de la tarde y le daba un quiebro
milimétrico a la climatología para vivir apasionadamente la corrida. Sonaba el
himno, mejor los himnos, te destocabas del obligado sobrero de jipijapa como
muestra de respeto… el estruendo de los aviones que pasaban rozando las
localidades altas rompía la melodía y generaban la inevitable foto de cada día
que ilustraba todas sus ferias; los toros de Huagrahuasi y los de Triana, que
eran del mismo amo, José Luis Cobo, embestían; el recuerdo de Luis Miguel y
naturalmente el del gran Domingo lo llenaban todo; había llenos diarios en la
plaza y en el hotel Quito; había toreo de nivel, había españolidad… Así fue
hasta que un referéndum tan innecesario como capcioso lo echó todo por la borda
para nada, si acaso para menguar la vida económica y social de la capital y
para encabronar a sus gentes con una apuesta por la hipocresía que sí permitía
que los toros fuesen apuntillados en los chiqueros en nombre de una
intencionada y equivocada modernidad. Se le echa de menos, ya digo. Todo ello
debería tomarse como antídoto contra las tentaciones animalistas y aviso a los
navegantes. Aquí, de momento, los toros quedan al margen de las fauces más
populistas. De momento.
La otra buena noticia es la permanencia de los toros en el
ministerio de Cultura al margen, de momento, de las fauces de la amenazante
Dirección General de Bienestar Animal. Hay que ver lo regular, en realidad
fatal, que suena eso de la Dirección General y no digamos ya el eufemismo del
manoseado bienestar animal
La otra buena noticia ha sido Talavante. Habló, al
fin habló. En realidad emitió un escuetísimo comunicado. Me vale. La cuestión
es que vuelve. Prolongar su absentismo artístico era un lujo que no se podía
permitir el toreo ni creo que conviniese a su trayectoria profesional. Tanto
talento sometido a la clandestinidad no podía ser bueno para nadie. Alejandro
lo tiene todo o si lo prefieren quédense con un prudente casi todo:
personalidad, divino tesoro; algunos dirán que es un tipo raro, pues también me
vale, es un tipo raro, detalle que le confiere el imprescindible misterio
frente a la aburrida uniformidad que nos invade, en ese sentido su postura en
la vida y en la plaza es como gritar un ¡abajo lo corriente!; tiene una
facilidad impensable ante el toro, seguramente fruto de sumar técnica y valor;
en realidad tiene todo, a tomar viento las prudencias, tiene todo para ser un
torero de los que marcan su tiempo incluso más allá y para eso no sé si esos
paréntesis tan extraños le ayudan a consolidarse, a mí cuanto menos me
impacientan mucho… De momento lo importante es que vuelve y lo hace acompañado
de otro personaje de los que sumaron personalidad, carácter, valor, técnica y
un concepto muy académico del toreo que le valió alta jerarquía. Bien sabido es
que el toreo no es matemáticas, pero un Talavante más un Joselito es como sumar
misterio con más misterio, un torero sobre otro torero y con esos elementos ya
se puede esperar lo mejor. Falta hace. A mí, como a Paco Mora, otro personaje
con personalidad y carácter, me ilusiona mucho.
POSDATA.-
Llega un torero puntero, en este caso Castella, anuncia que va a matar varias
corridas como único espada, que incluso se anunciará con la de Miura, y en
lugar de levantarse un clamor de reconocimiento se arma un pollo de
discrepancias en las redes. Se anuncian las figuras cuatro tardes en Sevilla,
plaza que históricamente ha anunciado a los primeros espadas repetidamente, ese
ha sido su ADN en todas las épocas al punto que cuando no ha sido así el
público ha hecho huelga de asientos vacíos, y se arma otro pollo en las mismas
redes. ¿Qué pasa?... ¿Cuál es el juego de la exigencia en el toreo?... Es como
si los aficionados al fútbol se quejasen de que alineasen todos los domingos a
Messi o a Benzema… ¿Cómo explicamos el fenómeno?...
No hay comentarios:
Publicar un comentario