miércoles, 8 de enero de 2020

LXV FERIA DE MANIZALES – TERCER FESTEJO DE ABONO: Tremenda fiesta

Un encierro soñado de Barbero, con dos toros de vuelta al ruedo, uno indultado y el resto aplaudidos en el arrastre, un Cid supremo, un Román arrollador, un Hernández pundonoroso y un presidente desmedido, protagonizaron esta tarde larga de apoteosis y ocho orejas.
 
JORGE ARTURO DÍAZ REYES
@jadir45
Foto: Santiago Osorio - EFE

A pleno sol y con más de tres cuartos de aforo La Monumental inició una de sus corridas memorables. Responsables, primero los juanpedros de Santa Bárbara, cuatro castaños, un jabonero y un negro. Tres cuatreños avanzados y tres cinqueños, uno al filo de los seis. Astifinos todos, enrazados todos, bellos todos, aunque también justos de fuerza todos. Empujaron el peto despreciando el monopuyazo, persiguieron en banderillas, atacaron de largo, volvieron humillando, pelearon en los medios a fondo y murieron como bravos.

Indultado el 5º, “Castellano”, Número 931, negro, cuatreño, acucharado, de 472 kilos. Vuelta al ruedo al segundo y al cuarto. El resto aplaudidos en el arrastre. El palco agotó el surtido de pañuelos, blancos, azules, amarillos..., la banda, las gargantas y las palmas no descansaron y triunfo y triunfalismo corrieron de la mano. Tarde de alternativa y sentida despedida. Tarde de fiesta larga, tres horas y media. Tarde para recordar.

El Cid, se tomó a pecho su adiós, dando la última alternativa y bordando un par de faenas marcadas por el poso, la estética y la maestría que hicieron sonar por dos veces el pasodoble “Feria de Manizales” reservado para las ocasiones excepcionales. Postura, quietud, capote lento, manos bajas y suerte cargada en las seis verónicas de tablas a medios y los dos remates coloridos. Luis López adorna el castaño y saluda. Brindis a la plaza y la templada muleta dibujando por diestra y siniestra, y rematando con pertinencia y fantasía desquicia el tendido. La cosa iba de triunfo total. Pero el estoque hasta los gavilanes cae un tris contrario, la cruceta fulmina y el presidente niega la segunda oreja y ordena la vuelta para el blando “Rabioso” prácticamente no picado, desmereciendo la faena.

Frente al cuarto, explayado con la capa en el saludo y en el quite. Ambos largos, embrocados y abrochados con dos medias belmontinas, abrieron la lidia del casi seisañero “Dicharachero” N° 905, su toro final en esta plaza. Pineda y Calvo brillan en el ovacionado tercio. Brinda su adiós a Juan Carlos Gómez, timonel de la empresa. El muy enrazado se viene de lejos a galope y el toreo fluye rimado en medio de una algarabía pasional. Tiempos, alturas, distancias, terrenos y mando. Quehacer de maestro, quehacer de figura pese a que la valiente porfía no consiga ligar el aleve pitón izquierdo. Truena la música trofeo. La espada entrando a ley da en hueso crucial, y al segundo viaje veraz el estocadón corta las dos orejas y propicia la vuelta para el bravo. La celebración fue de órdago, cobres, prendas, gritos, botas, etc. El Cid se va de Colombia como grande, justificando con su toreo en Cali y Manizales el merecido amor de su afición.

Román cortó una oreja del noble, terciado y blando tercero al cual colmó de andantes unipases, y algunos barullos que fueron muy jaleados por el alto graderío y el palco, que, quizá contagiado del sindrome de masa, tras un espadazo pasado inocuo y un descabello tardo premió la cosa con una oreja de discutible valor. Mas con el bravo quinto, la cosa fue a otro precio y con otro toreo. Desde la larga cambiada de rodillas hasta que el negro “Castellano” se fue indultado a toriles, el valenciano se superó a sí mismo. Actitud, enjundia y vibración. Cinco de rodillas y de allí para delante, trapo delantero, planta sembrada, muleta baja, trazo redondo y circular y el santabárbara fijo, codicioso, humillado, haciendo el avión, orbitando, volviendo por un pitón y por el otro, sin cejar. Y cuatro naturales y el forzado de alto voltaje, y otra vez, (ya la tercera hoy) el pasodoble que no se debe tocar sino en honor al excelso y raro arte de torear, sonó. Entonces, la petición de indulto creció y fue decidida por un par de circulares, nueva suerte reina. Las dos orejas simbólicas y todos felices en una vuelta carnestoléndica.

Sebastián Hernández, recibió la borla con “Jinete”, 448 kilos, castaño, astifino, veleto, N° 972, encastado, franco, de gran clase, pero de no mucho poder. Tras el pinchito subcutáneo de Reinario Bulla, el saludo de Santana y la ceremonia de largo discurso, el galope largo y las primeras tres cortas y aseadas tandas diestras alcanzaron bombo y platillos. Pero el matador curiosamente prefirió el tercio y la distancia corta que el esplendor de los medios y el ver llegar el toro, quizá por eso lo bueno de la brega no subió a superlativo como debió y algún grito de ¡Toro! apuntó. Las consabidas manoletinas, cuatro, el de pecho, tres cuartos de acero pasados y tendidillos bastaron para marcar la ocasión con oreja y ovacionar con más justicia el arrastre.

Cerró la que ya era una fiesta con “Vigilante” de 504 kilos. Jabonero que se peleó duro con Efraín Ospina en la vara de la tarde. Saltilleras y revolera de quite. Larga de rodillas, y muleta baja, y morro a la arena, y el deseo de venirse largo, y el encimismo que se lo niega, y las series cortas, y la brava nobleza pidiendo guerra, y el toricantano digno en el esfuerzo por no ser desbordado, ni por las embestidas ni por el triunfo ya conquistado de sus alternantes. La gente con él a tope. Y la banda también. Y la igualada laboriosa, y el pinchazo, y la estocada desprendida y la oreja otorgada por Usía para que todos salieran a hombros en loor de multitud.

Una corrida de mucho contenido. Un encierro estupendo, con algunas pecas; los 440 kilitos del terciado tercero, los blandeos de algunos, y el no ser picados, fueron tapados por el bravío juego del conjunto. De otro lado los defaces presidenciales tampoco empañan lo mucho que se toreó ni el fiestón que vivió la plaza.
  
FICHA DEL FESTEJO
Martes 7 de enero 2019. Plaza Monumental de Manizales. 3ª de feria. Sol. Más de tres cuartos de plaza.
Seis toros de Santa Bárbara (en Juan Pedro), bien presentados bravos y nobles. Vuelta al ruedo al 2º y al 4º, indultado el 5º, “Castellano”, Número 931, negro, cuatreño, acucharado, de 472 kilos.
El Cid, oreja con petición de otra y dos orejas.
Román, oreja y dos orejas simbólicas.
Sebastián Hernández, oreja y oreja.
Incidencias: Saludaron Ricardo Santana tras parear al 1º; José Luis López al 2º; Emerson Pineda y José Calvo al 4º. *** Al final de la corrida salieron a hombros los tres toreros y el ganadero.

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