Un
encierro soñado de Barbero, con dos toros de vuelta al ruedo, uno indultado y
el resto aplaudidos en el arrastre, un Cid supremo, un Román arrollador, un
Hernández pundonoroso y un presidente desmedido, protagonizaron esta tarde
larga de apoteosis y ocho orejas.
JORGE
ARTURO DÍAZ REYES
@jadir45
Foto: Santiago Osorio - EFE
Foto: Santiago Osorio - EFE
A pleno sol y con más de tres cuartos de aforo La
Monumental inició una de sus corridas memorables. Responsables, primero los
juanpedros de Santa Bárbara, cuatro castaños, un jabonero y un negro. Tres
cuatreños avanzados y tres cinqueños, uno al filo de los seis. Astifinos todos,
enrazados todos, bellos todos, aunque también justos de fuerza todos. Empujaron
el peto despreciando el monopuyazo, persiguieron en banderillas, atacaron de
largo, volvieron humillando, pelearon en los medios a fondo y murieron como
bravos.
Indultado el 5º, “Castellano”, Número 931, negro, cuatreño, acucharado, de 472
kilos. Vuelta al ruedo al segundo y al cuarto. El resto aplaudidos en el
arrastre. El palco agotó el surtido de pañuelos, blancos, azules, amarillos...,
la banda, las gargantas y las palmas no descansaron y triunfo y triunfalismo
corrieron de la mano. Tarde de alternativa y sentida despedida. Tarde de fiesta
larga, tres horas y media. Tarde para recordar.
El Cid, se tomó a pecho su adiós, dando la última
alternativa y bordando un par de faenas marcadas por el poso, la estética y la
maestría que hicieron sonar por dos veces el pasodoble “Feria de Manizales”
reservado para las ocasiones excepcionales. Postura, quietud, capote lento,
manos bajas y suerte cargada en las seis verónicas de tablas a medios y los dos
remates coloridos. Luis López adorna el castaño y saluda. Brindis a la plaza y
la templada muleta dibujando por diestra y siniestra, y rematando con pertinencia
y fantasía desquicia el tendido. La cosa iba de triunfo total. Pero el estoque
hasta los gavilanes cae un tris contrario, la cruceta fulmina y el presidente
niega la segunda oreja y ordena la vuelta para el blando “Rabioso” prácticamente no picado, desmereciendo la faena.
Frente al cuarto, explayado con la capa en el
saludo y en el quite. Ambos largos, embrocados y abrochados con dos medias
belmontinas, abrieron la lidia del casi seisañero “Dicharachero” N° 905, su toro final en esta plaza. Pineda y Calvo
brillan en el ovacionado tercio. Brinda su adiós a Juan Carlos Gómez, timonel
de la empresa. El muy enrazado se viene de lejos a galope y el toreo fluye
rimado en medio de una algarabía pasional. Tiempos, alturas, distancias,
terrenos y mando. Quehacer de maestro, quehacer de figura pese a que la
valiente porfía no consiga ligar el aleve pitón izquierdo. Truena la música
trofeo. La espada entrando a ley da en hueso crucial, y al segundo viaje veraz
el estocadón corta las dos orejas y propicia la vuelta para el bravo. La
celebración fue de órdago, cobres, prendas, gritos, botas, etc. El Cid se va de
Colombia como grande, justificando con su toreo en Cali y Manizales el merecido
amor de su afición.
Román cortó una oreja del noble, terciado y blando
tercero al cual colmó de andantes unipases, y algunos barullos que fueron muy
jaleados por el alto graderío y el palco, que, quizá contagiado del sindrome de
masa, tras un espadazo pasado inocuo y un descabello tardo premió la cosa con
una oreja de discutible valor. Mas con el bravo quinto, la cosa fue a
otro precio y con otro toreo. Desde la larga cambiada de rodillas hasta que el
negro “Castellano” se fue indultado a
toriles, el valenciano se superó a sí mismo. Actitud, enjundia y vibración.
Cinco de rodillas y de allí para delante, trapo delantero, planta sembrada,
muleta baja, trazo redondo y circular y el santabárbara
fijo, codicioso, humillado, haciendo el avión, orbitando, volviendo por un
pitón y por el otro, sin cejar. Y cuatro naturales y el forzado de alto
voltaje, y otra vez, (ya la tercera hoy) el pasodoble que no se debe tocar sino
en honor al excelso y raro arte de torear, sonó. Entonces, la petición de
indulto creció y fue decidida por un par de circulares, nueva suerte reina. Las
dos orejas simbólicas y todos felices en una vuelta carnestoléndica.
Sebastián Hernández, recibió la borla con “Jinete”, 448 kilos, castaño, astifino,
veleto, N° 972, encastado, franco, de gran clase, pero de no mucho poder. Tras
el pinchito subcutáneo de Reinario Bulla, el saludo de Santana y la ceremonia
de largo discurso, el galope largo y las primeras tres cortas y aseadas tandas
diestras alcanzaron bombo y platillos. Pero el matador curiosamente prefirió el
tercio y la distancia corta que el esplendor de los medios y el ver llegar el
toro, quizá por eso lo bueno de la brega no subió a superlativo como debió y
algún grito de ¡Toro! apuntó. Las consabidas manoletinas, cuatro, el de pecho,
tres cuartos de acero pasados y tendidillos bastaron para marcar la ocasión con
oreja y ovacionar con más justicia el arrastre.
Cerró la que ya era una fiesta con “Vigilante” de
504 kilos. Jabonero que se peleó duro con Efraín Ospina en la vara de la tarde.
Saltilleras y revolera de quite. Larga de rodillas, y muleta baja, y morro a la
arena, y el deseo de venirse largo, y el encimismo que se lo niega, y las
series cortas, y la brava nobleza pidiendo guerra, y el toricantano digno en el
esfuerzo por no ser desbordado, ni por las embestidas ni por el triunfo ya
conquistado de sus alternantes. La gente con él a tope. Y la banda también. Y
la igualada laboriosa, y el pinchazo, y la estocada desprendida y la oreja
otorgada por Usía para que todos salieran a hombros en loor de multitud.
Una corrida de mucho contenido. Un encierro
estupendo, con algunas pecas; los 440 kilitos del terciado tercero, los
blandeos de algunos, y el no ser picados, fueron tapados por el bravío juego
del conjunto. De otro lado los defaces presidenciales tampoco empañan lo mucho
que se toreó ni el fiestón que vivió la plaza.
FICHA DEL FESTEJO
Martes 7 de enero 2019. Plaza Monumental de
Manizales. 3ª de feria. Sol. Más de tres cuartos de plaza.
Seis toros de Santa Bárbara (en Juan Pedro), bien presentados bravos y nobles.
Vuelta al ruedo al 2º y al 4º, indultado el 5º, “Castellano”, Número 931,
negro, cuatreño, acucharado, de 472 kilos.
El
Cid, oreja con petición de otra y
dos orejas.
Román, oreja y dos orejas simbólicas.
Sebastián
Hernández, oreja y oreja.
Incidencias: Saludaron Ricardo Santana tras parear al 1º; José Luis López al 2º; Emerson
Pineda y José Calvo al 4º. *** Al
final de la corrida salieron a hombros los tres toreros y el ganadero.
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