Uriel Moreno "El Zapata" |
Fotos:
Mario Guzmán - EFE
El mexicano Uriel Moreno "El Zapata"
cortó tres orejas mientras que los también mexicanos Jerónimo y Antonio Mendoza
lograron oreja y vuelta al ruedo respectivamente este domingo en la décimo
segunda corrida de la Temporada Grande en la Plaza México. Los toros de
Pozohondo, todos bien presentados, dieron juego por casta y fijeza destacando
el lidiado en cuarto lugar en una corrida que convocó un cuarto de entrada.
Tras la polémica por los indultos, en las dos
anteriores corridas, la Plaza México cerró el último festejo de la primera
parte de la temporada con una puerta grande de "El Zapata" imposible de sostener
con argumentos objetivos en una plaza de categoría.
Las reses de Pozohondo fueron las verdaderas
protagonistas de la tarde por la casta con la que se emplearon ante los tres
matadores, especialmente los cuatro primeros astados que saltaron al ruedo,
todos aplaudidos en el arrastre.
"El Zapata" cortó su primera oreja a un
complicado encastado, con tendencia a rebañar, al que realizó una meritoria
tanda de medias verónicas al inicio de faena. Igualmente logró ejecutar dos
pares de banderillas vibrantes, uno de ellos al violín tras quiebro. Con la
muleta el torero mexicano nunca pudo con la bravura del toro y tan solo fue
capaz de llevarlo por la tela en pases sueltos sin ninguna colocación además de
no tomar la muleta con la mano izquierda. El acierto con la espada le garantizó
su primer trofeo.
La puerta grande llegó con el cuarto de la tarde,
el mejor de la corrida y el de menos kilos. El de Pozohondo, de gran movilidad
y bravura, era noble y remataba al cielo cada embestida desde que salió de
chiqueros agrediendo los burladeros. La labor de "El Zapata" se
apuntaló sobre heterodoxas y vistosas suertes al capote como una ceñida
"tapatía", lo mejor que ofreció, un tercio de banderillas en el que
de manera consecutiva colocó los tres pares citando una sola vez al toro y una
suerte de matar volcándose sobre el lomo del animal con mucho acierto. La faena
de muleta en cambio la realizó sin ningún mando ni sitio y muy despegado. Una
colección de figuras aliviadas sin pases ni tandas, frente a un animal de
vuelta al ruedo que a pesar de ser solicitada por los presentes el juez de
plaza se negó a otorgar.
El aldabonazo, de gran inconsistencia, fue protestado por
pocos aficionados que entendían, con criterio, que el gran toro de Pozohondo se
fue sin ser lidiado, sin ser lucido ni una sola vez con la muleta.
La otra oreja de la tarde, lograda por Jerónimo,
quedó justificada, a pesar del exceso de precauciones del torero, por una
exquisita tanda por la izquierda en las que el bravo segundo de la tarde fue
sometido con temple y profundidad a la muleta del mexicano. Esa tanda y la
estocada es todo lo que dio de sí Jerónimo, pero se trata de los mejores
naturales de lo que va de Temporada Grande.
Antonio Mendoza, a pesar de tan solo lograr una
vuelta al ruedo, fue sin duda el mejor de luces del festejo. Valiente y con
mucho sitio en la cara de sus rivales. Mendoza logró con el tercero tandas con
la mano derecha largas y ceñidas sorprendiendo la fijeza de su toreo en todo
momento. Erró al optar por ahogar la embestida del buen burel en vez de
insistir en darle distancia. Mendoza el cual en su anterior comparecencia en la
Plaza México tuvo que ver cómo le devolvían vivos sus dos toros, de nuevo la
espada le quitó la oreja que tenía en la mano. Mató de media estocada a la
tercera.
Con el que cerró plaza, el peor y más manso de la
tarde, estuvo muy valiente intentando meter en la muleta al animal de frente y
con la femoral a milímetros de los pitones. Torero y toro se despidieron en
silencio.
Con los carteles de la segunda parte de la
Temporada Grande anunciando figuras, la primera parte acaba con la alegría del
buen ganado de Pozohondo y las buenas sensaciones que deja Antonio Mendoza. / EFE
Jerónimo |
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