domingo, 5 de enero de 2020

REGRESO - Talavante reaparece 'a lo José Tomás': vuelve a los ruedos el 11 de abril en Arlés

El torero extremeño regresa 18 meses después de su retirada en Zaragoza en el gran acontecimiento de la Feria de Pascua arlesiana, mano a mano con Juan Leal. Hará una temporada medida y corta.
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario EL MUNDO de Madrid

Vuelve Alejandro Talavante. Los deseos añorantes y nostálgicos de la afición durante su año largo de ausencia se convirtieron en rumores y los rumores, en noticia. No cualquiera, sino, de momento, la noticia taurina del año: Alejandro Talavante reaparecerá en Arlés (Francia) el día 11 de abril. Y lo hará a "lo José Tomás", o como José Tomás solía antes de aparecer una sola tarde por año. Un planteamiento exacto y medido de tardes diseñará para AT una temporada corta. La tarde de su reaparición dará el pistoletazo de salida a tanta expectación contenida, mano a mano con el torero galo Juan Leal, según ha podido saber EL MUNDO. Arlés será epicentro del terremoto talavantista y centro de todas las miradas del planeta tauro el Sábado de Gloria. Tres ganaderías darán los seis toros para la ocasión. Juan Bautista, Jean Baptiste Jalabert como empresario del anfiteatro romano arlesiano, el artífice del bombazo, aún no ha querido visitar el campo bravo para no levantar las sospechas ni reventar el efecto sorpresa. Un paso al frente en la encarnizada batalla empresarial que libra con Simón Casas en el sur de Francia: la pugna y los recursos vienen y van en los concursos -por el momento resueltos- de Nimes y Arlés.

El acontecimiento está cerrado desde hace un par de meses -Alejandro ya viajó en septiembre hasta Arlés para palpar el ambiente de la Feria del Arroz; Francia nunca ha sido territorio muy talavantista-, la decisión tomada y las ilusiones de nuevo en marcha después del apagón. Talavante anunció su retirada por sorpresa, en su cuenta de Twitter, según acababa la corrida de despedida de Juan José Padilla en Zaragoza, el 14 de octubre de 2018. No había terminado de salir a hombros el Ciclón ciclópeo de de Jerez cuando estalló la bomba lapa del otro adiós bajo la procesión de la puerta grande. La temporada para Alejandro había sido excesivamente complicada. De más sombras que luces. A su quinta Puerta Grande en Madrid, conquistada el 30 de mayo, como el título de triunfador de San Isidro, le siguió la ruptura con su apoderado, Toño Matilla. Las diferencias en los planteamientos económicos -AT había expresado que quería cobrar "un euro más" que el que más- provocaron la disolución de la sociedad. Matilla renunciaba después del Corpús al sentirse incapaz de satisfacer las ambiciones, siempre legítimas aunque no siempre realistas, de Alejandro. Que inició la travesía de un verano desértico y marginal: los contratos apalabrados se deshacían y su nombre desaparecía de todas las ferias de tronío, gestionada su carrera directamente por su hermano. Se maldijo al sistema y a Matilla, pero no fue todo como se pretendió contar.

El torero de cristalina pureza, un valor sobrenatural y una izquierda descomunal -esa muñeca; esa cabeza genial y cambiante-, el que más ventajas concedía a los toros y más sueltos los llevaba, se vio abocado a una situación límite que le condujo a una apuesta que sonó como un triple mortal sin red: Talavante aceptó entrar en el bombo de Simón Casas y Nautalia con dos tardes en la Feria de Otoño de Madrid. La decepción se tornó mayúscula ante las corridas sin opciones de Victoriano del Río y Adolfo Martín. Que si como figura te puede tocar en un sorteo no falla (a Roca Rey también fue agraciado con su hierro el pasado San Isidro). AT salió sicológicamente muy tocado del fallido reto de octubre. Probablemente ya entonces tomó la decisión de quitarse en la Feria del Pilar.

Pero estamos ante la ilusión desatada por el regreso de un torero añoradísimo que ha alcanzado cotas estéticas inmarcesibles a través de una depuración técnica y estilística brutal. Talavante nunca paró de crecer y de buscar y buscarse desde su descubrimiento por Corbacho. Su paso por las manos de Curro Vázquez, tras la ruptura con Manolito Chopera, se antojó esencial. La verdad de AT se multiplicó ahormada en el molde del clasicismo vazqueño, veteado por su febril fantasía. El 11 de abril en Arlés, en su cuajada y deslumbrante Feria de Pascua -Bautista ha redondeado un ciclo cargado de atractivos con la reaparición de Rafaelillo ante una corrida de Miura, la encerrona en solitario del rejoneador Diego Ventura o la presencia en Resurrección de Manzanares- vuelve Alejandro el Grande, el deseado. Que la fuerza de su toreo le acompañe.

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