viernes, 10 de enero de 2020

LXV FERIA DE MANIZALES – FESTIVAL EN HONOR A LA VIRGEN DE LA MACARENA: Arcila y Castella iluminan

Ante lleno aparente, una inspiradísima faena del manizaleño y otra maestra del francés alumbran el festival nocturno en que Ponce saludó. Encastado encierro.
Sebastián Castella
JORGE ARTURO DÍAZ REYES
@jadir45 
Foto: Santiago Osorio - EFE

Noche fresca, luna llena, plaza idem, faroles, procesión, sermón, devoción a tope, siete toreros, cuatro horas de festejo y nadie se rajó. Las reses de Gutiérrez, todas encastadas, ninguna mansa, se batieron con distinta clase. Mejor el quinto, bravo y noble al que se le dio vuelta al ruedo.

José Arcila salió a lidiarlo con una losa sobre los hombros. Era la única oportunidad en la feria de su tierra, pero además porque Castella acababa de subir muy alto el listón desorejando al cuarto y arrobando la clientela. Como si nada, dueño de sí mismo y de todo, dio rienda suelta a su inspiración en la interpretación del excelso “Religioso”. Desde su mecido introito de capa y el quite por salitilleras, hasta el trincherazo final de la igualada, todo, todo fue preciso, elegante, oportuno, contenido, torero, veraz y creativo.

Brindo por los paisanos y pintó de goyesco la noche sacando una silla, sentándose en ella y ligando cuatro muletazos, tan relajados como si estuviese viendo televisión en la sala de su casa. Ya de pie se llevó al toro y a la plaza entera por un viaje fantástico lleno de imágenes y de secuencias avasallantes. Cuerpo a plomada, cabeza fría, corazón caliente, muñeca firme, talones enterrados. Y el otro, noble, pronto y codicioso yendo y viniendo, en redondo y en círculos interceptados por cambios de manos, molinetes rodilla en tierra, trincheras, pechos y cambios. Sonaba el inefable “Feria”, el escándalo se oía hasta en Villlamaría y la petición de indulto se agigantaba, pero la estocada delantera puso fin a la obra y dio paso al despelote de la celebración.

Cuando la cosa había ido de discreta para bajo en los tres primeros encopetados turnos, Castella, que anda en plan mandón echó la noche arriba, reconcentrado, sin concesiones, impuso su ley al enrazado cuarto que acometía fiero exigiendo autoridad. Los lances a medios comenzaron a mostrar quien la ejercía. Sin embargo, el gran Cayetano es tumbado. El quite de chicuelinas reivindica y Emerson y Alex con los palos enlucen saludando. Luego, toreo del bueno, del quieto, del cierto, largamente, de un lado y el otro. Todo el poder para el francés. La espada completa trasera pero letal cortó las dos orejas la cordura del respetable.  

Enrique Ponce, como es él. Tuvo la mala fortuna que el fuerte y hemorrágico puyazo resultó demasiado para su animal tirándolo a menos. La justa fama de resucitador no logró el milagro esta vez y cuando pinchó, estoqueó caído, y sonó el aviso, la ovación fue lo único que los fans tuvieron para ofrecerle.  

El Juli, por lo mismo. La dura vara no solo bajó los humos del codicioso, sino su acometida y viaje. A toro cada vez más quedado el maestro trasteo tampoco devolvía lo perdido. Cuatro pinchazos una estocada pasada y un aviso fueron el inusual epílogo para el genio de Velilla. 

El Cid, Que se había despedido hace dos días, regresó a este festival por los niños enfermos. Estupendo en su lanceo, con la muleta capeó gazapeos, cabezadas arriba y tardanzas en una brega sudada y voceada. El espadazo trasero, tendido, contrario y los tres crucetazos fueron silenciados.

El caleño David Martínez, hizo una faena parabólica. Ascendente en el primer tercio, culminante en el segundo con pares muy ovacionados a topacarnero, cuarto y Calafia, sostenida en los comienzos del tercero y de allí en adelante descendente, hasta la barrena total en sus nueve pinchazos, la estocada atravesada, el aviso y el silencio fúnebre.

Pablo Aguado, muy esperado, prodigó cal y arena. Con postura y apostura, pintó algunas suertes exquisitas por su frugalidad, delicadeza y lentitud entre una maraña de trompicones y desacomodos. El enrazado era áspero e imponía, cierto, pero había que poderle. El fierro trasero, tendido dejó silente la ilusionada parroquia.

Se mató imprecisamente toda la noche incluso en las dos bellas faenas que la engalanaron. Pero eso no impidió que el festival fuera una fiesta. 

FICHA DEL FESTEJO

Jueves 9 de enero 2019. Plaza Monumental de Manizales. Festival nocturno, 5° festejo de feria. Noche fresca. Lleno aparente.
Seis reses para festival de Ernesto Gutiérrez (en Santacoloma-Murube), encastadas y desiguales de juego. Vuelta al ruedo al 4°, “Religioso”, # 211 de 444 kilos.
Enrique Ponce, saludo tras aviso.
El Juli, silencio tras aviso.
El Cid, silencio.
Sebastián Castella, dos orejas.
José Arcila, dos orejas.
David Martínez, silencio tras aviso.
Pablo Aguado, silencio.
Incidencias: Saludaron Emerson Pineda y Alex Benavidez tras parear al 4°.

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