Exageraciones, interpretaciones delirantes y mentiras, muchas mentiras…
José Antonio del Moral
Ya en relativa calma después de terremoto mediático que se ha producido desde que José Tomás anunció que iba a reaparecer y, sobre todo, desde que lo hizo en Valencia, nos hemos desayunado cada día con incesantes crónicas y columnas de opinión, muchas de ellas firmadas por ilustres escritores y/o por famosos artistas, en las que, o se escribe a tanto a línea o se intenta explicar lo inexplicable recurriendo a versiones absolutamente incomprensibles en pos del nuevo advenimiento del por ellos llamado genio de Galapagar. Y menos mal que la poca crítica realmente independiente ha contado la verdad con más o menos claridad sin recurrir a ningún adjetivo y limitándose al relato de lo hecho por Tomás en la tarde de su regreso a los ruedos. Barquerito y Andrés Amorós sobre todo, y un servidor haciendo encaje de bolillos para que no pudieran llevarme a la guillotina que es lo que mis enemigos estaban deseando. ¡A ver, que me traigan una manguera que vamos a regar…!
Muy curioso que así haya sido, sin duda por el miedo que hemos tenido a perder nuestros respetivos puestos de trabajo bajo la amenaza de ser expulsados al menor desliz que pudiera molestar, no a JT, que también, sino a sus poderosísimos adoradores. Y es que, ahora mismo, la persona más intocable que hay en España, incluso por encima del Rey, es José Tomás Martín.
A mí me gustaría que ocurriera al revés. Que quienes no hubieran dicho ni escrito lo que realmente hizo JT en Valencia, hubieran sido amenazados de expulsión. Ah, entonces, seguro que nadie de los que se dedican a la crítica taurina, se hubiera atrevido a alterar mínimamente los hechos sucedidos.
La propaganda de la buena, la propaganda de la cara, de nuevo está más que servida con Tomás. La mayoría de los que van a los toros exclusivamente para verle, están más que encantados y dispuestos para sus próximas aunque escasísimas actuaciones aunque tengan que empeñar el colchón. Y menos mal que solo serán ocho veces. Si fueran cincuenta, algunos se arruinarían. Pero que nadie tema. Si solo torea nueve y, salvo en Valencia y en Barcelona – si es que llega –, en ninguna otra plaza importante, es sencilla y llanamente porque no puede. Ahora, eso sí, en las nueve se va a forrar que es de lo que en el fondo se trata todo. Y de paso, muchos de los que le ayudan, también. ¿O no?
Los pocos empresarios que han sido elegidos para la ocasión están encantados aunque, por dentro, quizá no tan satisfechos porque como el ínclito exige todo, todo pero que todo para él, e impone condiciones leoninas entre las que, por supuesto, destaca que sus compañeros sean baratísimos, no terminan de estar convencidos por saber que los carteles, salvo por la presencia del mito, son de ínfima categoría en su mayor parte.
Sé de muy buena tinta y por versiones directas de no pocos toreros que le vieron en la plaza, que a ninguno des gustó profesionalmente hablando. Algunos se quedarían de piedra al saber sus nombres que, no cito, porque en público tampoco se atreven a destapar sus opiniones privadas. Pero de lo que se trata aquí no es de esto último, sino de hacer un repasito de lo que hemos leído y escuchado decir en las emisoras de radio. En una llevaron a Joselito Arroyo para que respaldara las opiniones de los encargados de retrasmitir la corrida. Y lo hizo mintiendo como sus anfitriones. Joselito fue un buen torero que le cupo la desgracia de torear muchísimas tarde con Ponce, siendo una de sus más importantes víctimas. Por eso le detesta y le niega cada vez que puede, aduciendo además que quien acabó con él fue Tomás. Mentira. Cuando sucedió esto, fue en su reaparición que pudo llevar a cabo porque Martín Arranz apoderó a Tomás para utilizarlo a favor de la vuelta de su “hijo” Joselito. Si no, ¿de qué…?
Pero el colmo de lo publicado fue lo que leímos en un importante diario convertido en el buque insignia de la propaganda tomasista. A la cabeza, su crítico titular que se despachó con escritos previos y posteriores al suceso con barbaridades y mentiras como puños. Sustanciosos motivos tiene para comportarse así. Y anuncios compensatorios de su creciente desprestigio, también. Lo que apareció en la cabecera de la portada el día del acontecimiento dice mucho de lo que intentaron subrayar: Que en la enfermería disponían de cinco litros de sangre, por si acaso… Pero, hombre por dios, en todas las enfermerías, al menos en las plazas de primera, siempre hay bolsas de sangre de todos los grupos, por si a caso…Item más, que Ponce, El Juli y manzanares pusieron el “no hay billetes” en día anterior gracias al rebufo del regreso de su “jefe”. A tus órdenes, mi capitán. Esto es de verdadero pitorreo…
Ni siquiera Javier Villán, prestigioso escritor que alterna la crítica de teatro con la taurina, no se atrevió a escribir como antes lo hacía sobre un suceso parecido, e hizo lo que muchos, incluido yo: contar paso a paso lo hecho por Tomás sin adjetivarlo. No fuera a ser que…Y es que aquí cada cual guarda su viña como puede, salvo por los que están encargados del chivatazo y de exagerarlo todo pase lo que pase.
Muy gracioso también Sánchez Dragó que tampoco quiso meter el diente en serio por lo mismo y porque últimamente su corazón está repartido entre Tomás y Ponce. Difícil asunto porque ambos toreros son absolutamente antagonistas en todo. Profesional y personalmente. La especialidad de Tomás es asustar al personal todo lo que haga falta. Y la de Ponce hacer fácil lo difícil sin dar ninguna sensación de riesgo aunque se la juegue como todas las grandes figuras que en la historia han sido. Uno es obscuro como una nube de tormenta de verano. Otro, la claridad más absoluta. El anticiclón más potente de la historia. Es precisamente por eso que tanto le odian los de Tomás. Porque nunca pudo con él. Y no digamos, si se da el caso de que cuando Tomás se vaya otra vez, continúe Ponce tan campante. Ese día el rechinar de dientes será colosal.
Bueno, y luego otras cosas como que el toreo de Tomás es “metafísico”. O que “la dimensión catódica que de la moviola resulta decepcionante respecto a las emociones que suscita en la plaza…” Hombre, claro, porque en un vídeo completo o en una trasmisión directa o, aún más, en diferido, se ve todo, los enganchones, los tropiezos, cómo despide al toro hacia afuera con la muleta, los errores, los interminables paseos, los trallazos, la cara ensangrentada y el pelo alborotado lleno de arena que no osa limpiarse tras las cogidas…. Todo ese puede verse perfectamente y, por eso, exactamente por eso, Tomás no quiere cámaras ni en pintura. Tres minutitos bien seleccionados y punto como máximo. Pero ya veremos la cosa completa porque alguien lo habrá filmado todo y lo subirá a la red. Eso, seguro.
También, las odiosas y consabidas comparaciones con Manolete y ahora asimismo con El Cordobés. Increíble que algunos lo hayan hecho sin hacer la salvedad de que, aparte estilos y gustos, tanto Manolete como sobre todo El Cordobés, dieron la cara en todas las plazas alternando siempre o casi siempre con sus más encarnizados rivales. Luis Miguel Dominguín, el penúltimo con Manolete. Y el de Córdoba durante muchos años seguidos en infinidad de festejos por temporada.
“Misterio eucarístico” ha dicho Rubén Amón. Si te lee tu padre, te crucifica, querido Rubén. ¡Pero si eres acérrimo de Curro Vázquez¡ Habrá algo más distante entre uno y otro. La remonda.
Lo único que he leído sensato entre los columnistas que hicieron lo imposible para explicar el fenómeno, fue lo que escribió Ignacio Camacho en ABC.Y lo más incomprensiblemente exagerado y repleto de barbaridades, lo de mi querido amigo Félix Madero en el mismo periódico. Me gustaría y espero que llegue lo que piensa del tema Antonio Burgos. Seguro que lo borda y que nos partiremos de la risa. Y menos mal que Raúl del Pozo ha pasado del tema… porque si no…
Finalmente, TVE con su “tendido cero”. Me cuentan que en su penúltimo programa salió otro espacio propagandístico con preguntas a conserjes de varios hoteles de Valencia supuestamente abarrotados. Mentira. En Valencia sobraron habitaciones a go-gó. Mismamente en el muy cercano a la plaza de toros y económico Sorolla, Domingo Delgado de la Cámara encontró sin problemas una buena y barata – había libres muchas más – la noche anterior al evento. Tampoco se llenó en Astoria Palace donde me alojé yo. Almorcé y cené esos días en tres restaurantes de lujo sin reservar. Entonces, ¿tú también, Federico, hijo mío?... / Tomado de www.detorosenlibertad.com
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